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Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

Y siempre la guerra

Salvador Martínez y Martínez Xalapa, Ver. 08/01/2020

alcalorpolitico.com

Ante la situación absurda de la mutua intimidación disuasoria mediante la amenaza recíproca de una aniquilación total, el incremento del material bélico que, como advierten algunos, podría aniquilar unas veinte veces a la humanidad entera, y el hecho de que la decisión al respecto esté en manos de un par de personas, es algo que indica con claridad meridiana que el problema del contexto es la paz.

De cara a dicho problema podemos ignorarlo con la esperanza de que desaparezca. También podríamos hacer algo que produzca un resultado aceptable o, quizás, hacer algo que produzca el mejor resultado posible; o, acaso, se pueda eliminar el problema rediseñando el sistema que lo sufre. Esto último es lo único que escapa a la acción de los juristas y en tanto que juristas.

Así, en el escrito de hoy daremos nuestra opinión no sobre la guerra sino acerca de la paz. No podemos ni debemos meter la cabeza en un hoyo, como dicen que hace el avestruz, pues en su libro Calamidades (2004), Ernesto Garzón Valdés menciona como tales -como calamidades- las intervenciones humanitarias armadas, la pretendida relevancia moral de la diversidad cultural, el terrorismo de Estado, el terrorismo no institucional, la corrupción…Y siempre la guerra.



En esta ocasión, queremos seguir el ejemplo de un libro, cuyo autor es el joven maestro de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, Cristopher Alexis Servín Rodríguez, quien con una perspectiva estrictamente jurídica pregunta y se cuestiona: La Paz ¿Un objetivo de la Corte Penal Internacional? Dicho libro es una coedición de la Editorial Porrúa y la Universidad Veracruzana (2013).

La diferencia con Cristopher Alexis es que nuestro comentario se hace desde una perspectiva diferente, ya que, con Antonio Beristain, jesuita, teólogo, filósofo y jurista español, remontamos el tema para pretender observarlo desde los principios. Habrá quien critique nuestra posición alegando que es metajurídica, pero no importa, pues aquello que sea relevante para alimentar un movimiento pacifista mundial -que hoy parece extinto- hay que tomarlo en donde se encuentre.

El libro de Beristain se titula Protagonismo de las Víctimas de Hoy y Mañana y lleva por subtítulo: “Evolución en el campo jurídico penal, prisional y ético” (2004). La distancia teórica desde la cual este autor observa las cosas es la mejor garantía de una objetividad cierta y apoya también el quehacer de los jóvenes autores, como Servín Rodríguez, quienes miran los acontecimientos de cerca.



Presentamos a continuación tres argumentos de la obra del teólogo jurista español: El primero refiere que durante muchos siglos una parte de la cultura occidental ha ensalzado la cosmovisión estática de Parménides por encima de la dinámica de Heráclito. Pero, actualmente el rápido desarrollo de la tecnología y de las ciencias, así como las profundas transformaciones sociales, están haciendo patente, cada día más, la necesidad de admitir y tener en cuenta que todo fluye, panta rei, como proclamó Heráclito. Por eso debemos mirar al futuro con esperanza, conscientes de que la macrovictimación actual pasará, arrastrada por la corriente que avanza y se perfecciona.

Sin desperdicio de palabras, Beristain presenta su argumento del siguiente modo: “Afirmamos con inexorable convicción científica que la energía del bien supera a la del mal. Si el hombre fuera el lobo para el hombre, como escribió Hobbes, homo homini lupus, hace muchos años que habría desaparecido la humanidad. Nos hubiéramos comido unos a otros.”

El segundo argumento alude a la noción de ser humano. El animal político -a diferencia de los demás primates- no está predeterminado genéticamente a dar respuestas concretas ante cada paso que avanza en su vida cotidiana. La especie humana está pergeñada con una carencia de programación, con una estructura inconclusa de las tendencias o “ferencias” que la posibilita a tener preferencias, o la condena a elegir preferencias en cada momento de su cotidianeidad, en todos sus actos humanos, que no sean meros actos del hombre.



La ciencia y arte que estudia este nuestro estar condenados a ser libres y a elegir entre comportamiento humano o animal, feliz o desgraciado, se llama ética. Podemos, afirma Beristain, definir la ética, en general, como la ciencia que estudia sistemáticamente el conjunto de las conductas y normas sociales, las convicciones, los valores y los comportamientos humanos, acerca del bien y del mal de las personas.

Para iluminar los temas y los problemas que nos preocupan, enseña A. Beristain, nos interesa comentar un par de facetas de la ética “nueva”: su autonomía, su mayoría de edad, es decir, su relación con las ciencias sin sumisión a los paradigmas religiosos, y su dimensión victimológica.

“La autonomía postula que los especializados en ética no permanezcan sometidos a los dogmas eclesiales, pues hoy los saberes teológicos no les bastan, e incluso les pueden obstaculizar, en algunos supuestos. Además, …todo especialista en ética tiene que conocer también otra novedad en el devenir de su ciencia y praxis, quizás la más importante e incluyente de todas las demás: la tecnoética victimológica. Por desgracia, los cultivadores tradicionales de la ética, del derecho penal y la criminología, han olvidado a las personas que deben ser sus protagonistas: las víctimas. Ellos, durante siglos, han desatendido “la razón de los vencidos”, …



Por último, el tercer argumento se refiere a la obligación de crear la paz nueva. Beristain dice que quienes vemos a través de la pupila de la evolución, constatamos que debemos y podemos crear la paz nueva cada día (y en nuestra aldea, podríamos agregar). Podemos lograr que desaparezcan los enemigos mortales de la paz: la desigualdad económica, el totalitarismo y el terrorismo. Las hodiernas aportaciones de la Ética, el Derecho y la Justicia, nos brindan instrumentos para lograr una paz básica, como se entiende en los países actuales democráticos herederos de la cultura helénica, romana y medieval.

El texto de Beristain consigue ser impactante: “Hoy debemos superar la paz de Atenas, que se encuentra vinculada a la compensación de derechos y a la legislación -justicia del bienestar social dentro de la ciudad- y está íntimamente unida a la acción de los dioses…Todavía más está en nuestra mano superar la paz de los romanos, con sus esclavos, sus ejércitos y su regulación jurídica…También nos compete rebasar la paz del medievo, de los teólogos salmantinos con su guerra justa. Sí, podemos crear la paz que actualmente disfrutan los países democráticos, sin grandes diferencias económicas, sin terrorismo, sin totalitarismo, como postula la UNESCO, en sus documentos y en su ‘Proyecto de la Declaración de Oslo, sobre el Derecho del hombre a la Paz’.”

En esta argumentación subyace el dato de que el ser humano es aquello que es y lo que le falta. Esto es, el ser humano (mujeres y varones) es tarea o, mejor aún, desafío...



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