Conocí a Guillermo allá por el año 1967 cuando me tocó suplirlo como maestro de la Escuela Primaria Práctica Anexa a la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique Conrado Rébsamen” lugar al que fue llamado gracias a su experiencia como profesor de la Escuela de Concentración de Zapaltecatl, en el municipio de Zongolica, donde “no lo mandaron”, sino que él decidió ir con el firme propósito de atender a la olvidada población escolar indígena.
Sin embargo, gracias a su conocimiento y experiencia que obtuvo como maestro rural, se hizo necesaria su presencia en la más prestigiosa institución formadora de maestros, a la que acudió con gusto para transmitir a los futuros profesores las vivencias que con los niños de la sierra había adquirido.
Al terminar su ciclo como educador de la “Anexa” y como ayudante de Prácticas Escolares de la Escuela Normal Veracruzana, buscó nuevos horizontes para ejercitar su inmensa vocación de amor al prójimo, que traducida en acciones educativas lo llevaron a ser Director General de Educación Popular, encargo en el que creó los Centros de Educación Rural, la Universidad Pedagógica Veracruzana y el Instituto de Regularización Pedagógica, opciones educativas innovadoras y adelantadas a su tiempo.
Gracias a su labor que trascendió en el tiempo por los beneficios reportados a la educación popular, le facilitó ser invitado a ocupar la jefatura de la Unidad de Servicios Educativos a Descentralizar de la Secretaría de Educación Pública en el Estado de Veracruz, para posteriormente ocupar el honroso cargo de Secretario de Educación y Cultura de Veracruz hasta por dos ocasiones.
Después de su brillante presencia como máxima autoridad educativa de Veracruz, le perdí la pista físicamente, no así a sus siempre puntuales colaboraciones en El Universal y en Diario de Xalapa, mismas que a la fecha sigo con interés, ya que en ellas plasma su conocimiento y saber de la vida política, económica y educativa de Veracruz y de México.
Grato fue enterarme que el Lic. Fidel Herrera Beltrán, al asumir el Gobierno de Veracruz, lo había invitado a colaborar en su gabinete, haciéndose cargo del Instituto Veracruzano de Educación para los Adultos, donde conociendo a Guillermo, sabía que no iba a ser pasivo y así lo demostró cuando amplió las expectativas del Instituto para convertirlo en una verdadera institución que ofreciera educación no sólo a los adultos analfabetas, sino que se planteó el reto de rescatar a todos aquellos estudiantes de secundaria, bachillerato y universidad que por circunstancias, fundamentalmente socioeconómicas, no podían en tiempo continuar sus estudios, fue así que creó “Bachilleres IVEA” a lo largo y ancho de Veracruz y generó una amplia oferta de licenciaturas para todos aquellos que no habían podido alcanzar ese sueño.
Sin embargo, el éxito y el trabajo siempre provocan envidias y suspicacias, especialmente en todos aquellos “pares” que no vieron con bueno ojos que se estuviera ofreciendo educación de calidad a un costo mínimo para el gobierno federal y para el del Estado, ya que al comparar los presupuestos educativos que emplean los sistemas tradicionales de bachillerato y de universidad, con los que se utilizan en este innovador modelo del IVEA, no hay punto de comparación, haciéndose significativo el ahorro que el Maestro Zúñiga generó al Gobierno del Estado.
Aunque si bien el aspecto económico, en términos estrictos no debería importar dentro de una política educativa basada en un Plan estatal de desarrollo, si es fundamental sobre todo cuando el Estado sufre severas restricciones presupuestales, por lo que no se puede, ni debe desperdiciar otras alternativas educativas, de oferta educativa, como la propuesta por el Maestro Guillermo Zúñiga, que en los hechos, ha demostrado que es posible hacer un uso racional de los escasos recursos para atender a una cada vez mayor población de educandos que no han podido acceder a otras opciones del sistema educativo tradicional.
Al respecto de las críticas, también conocí aquellos que alegaban falta de reconocimiento, de validez oficial, de sistemas de control escolar, etcétera, siendo que esos aspectos fueron atendidos puntualmente a favor de los miles y miles de alumnos que al final tuvieron una oportunidad de cursar bachillerato o alguna licenciatura para superarse.
Sirvan estas líneas para invitar a la reflexión acerca de la labor de tan dilecto educador, quien en mi modesto punto de vista vino a revolucionar la oferta de opciones educativas en Veracruz representando un costo mínimo para el Gobierno del Estado, cuyas autoridades, no deben pasar por alto tan importante iniciativa del maestro Zúñiga, como tampoco deben olvidarse de los miles de veracruzanos que actualmente cursan estudios IVEA en las distintos niveles educativos. Asimismo creo que el Maestro Zúñiga merece el reconocimiento del Gobierno, por que el de la sociedad de Veracruz y su magisterio ya lo tiene, gracias a su revolucionario sistema para ofrecer nuevas alternativas de educación para los veracruzanos.
El Maestro Zúñiga Martínez, no requiere, ni necesita que alguien lo “defienda”, por él habla su obra pedagógica y humanitaria, sus logros como educador y como político, y para todos aquellos que socavaron su labor al frente del IVEA sólo tengo esta reflexión, “si tan sólo hubieran propuesto y realizado en hechos, algo superior, también tendrían mi modesto reconocimiento”, ya que “no se vale criticar, sino proponer y ejecutar algo infinitamente superior”
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