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Sección: Estado de Veracruz

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Cándido o El Optimismo - Voltaire

23/04/2024

alcalorpolitico.com


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Cándido o El Optimismo - Voltaire
Editorial de la Universidad Veracruzana

El catálogo de la Editorial de la Universidad Veracruzana asciende, aproximadamente, a 3 mil 406 títulos incluyendo libros y revistas, entre estos hay verdaderas joyas literarias, como es el caso de “Cándido o El Optimismo”, del escritor francés reconocido con el seudónimo de Voltaire, cuyo nombre fue François-Marie Arouet; forma parte de la colección Biblioteca del Universitario, y consta de 133 páginas, es segunda edición y es el número 35 de 79 obras que se han publicado en esta importante serie; el prólogo fue realizado por Francisco Rebolledo.

Reseñas sobre este libro se han escrito muchísimas, y todas ellas coinciden en que su autor, Voltaire, aprovecha su prosa para criticar al filósofo Gottfried Wilhelm von Leibniz, al que en esta novela tilda de ingenuo inconmesurable, llamándolo Panglós, un filósofo que sirve en el castillo del barón de Thunder-tentronckh, título de la Westfalia, en donde también viven la señora Baronesa y la hermosa Cunegunda y su hermano, así como un chicuelo muy obediente: Cándido.

“[…]para muchos la mejor obra de Voltaire, bastaría con afirmar que es el ejemplo más acabado del díficil género del cuento filosófico. Siguiendo la más pura tradición de Rabelais, Voltaire nos narra, con deliciosa ironía, la infausta vida de Cándido, un buen muchacho oriundo de alguna baronía perdida en el mar caótico del Sacro Imperio Romano. Por supuesto, Cándido, como su nombre lo indica, es un optimista radical (de hecho el subtítulo del cuento es “o El optimismo”), que se obstinará a lo largo de toda la historia en mantenerse en este optimismo, pese al rosario de desgracias que le acontecen. El género humano no recibe,
desde luego, un buen trato del filósofo en este cuento. A las tesis esperanzadoras de Leibniz y su discípulo Christian Wolff, quienes afirmaban que este mundo es el mejor de los posibles y que de todo lo que puede ocurrir siempre ocurre lo mejor para el género humano (tesis que Voltaire pone en boca de su adorable personaje, el filósofo Panglós), Voltaire responde de forma demoledora: En realidad, el egoísmo, la estulticia, la avaricia, la violencia, la rapiña, la ingratitud, la ignorancia, el fanatismo, la superstición y la intolerancia, todos ellos atributos netamente humanos, son los verdaderos protagonistas de la historia de “Cándido”…”.

El más brillante representante del periodo denominado como la Ilustración, describe a la aristocracia francesa del siglo XVIII, y de paso a la europea en general, con precisión de cirujano, cada corte que da es preciso:

“Paseándose un día Cunegunda en los contornos de la quinta por un tallar que llamaban coto, por entre unas matas vio al doctor Panglós que estaba dando lecciones de física experimental a la doncella de labor de su madre, una morenita muy graciosa y no menos dócil. La niña Cunegunda tenía mucha disposición para aprender ciencias; observó, pues, sin pestañear ni hacer el más mínimo ruido las repetidas experiencias que ambos hacían; vio clara y distintamente la razón suficiente del doctor, sus causas y sus efectos,[...]”.

Después de esta predisposición para la “ciencia” de la joven Cunegunda, vendrán, uno tras otro, los pesares del héroe Candido; sin embargo, éste muchacho inocente seguirá creyendo que vive en el mejor de los mundos posibles, como le ha inculcado su preceptor, sin importar las duras muestras de realidad que debe afrontar.

Es tan ingenuo que piensa que un día podrá casarse con la baronesita Cunegunda, olvidando que él es un pobre plebeyo sin árbol genealógico ni una dote que ofrecer. En este tema de las diferencias de clase, Voltaire insistirá varias veces en la novela, dado que él sufrió el desprecio de los aristócratas con los que frecuentemente sostenía reuniones hasta que éstos acababan por alejarlo porque los exhibía, tal fue el caso de la confrontación con el Caballero de Rohan, quien al parecer se burló del seudónimo del filósofo y éste le refutó:

“Señor, yo empiezo mi nombre, mientras que vos acabáis el vuestro”.

No es de extrañar que las ideas de Voltaire fueran vistas constantemente como una amenaza para los soberanos y por ello fue a dar preso varias veces, lo cual le llevó a refrendar su tesis de que la inteligencia no sirve de mucho si provienes de cuna humilde. Al salir, por segunda ocasión, de la cárcel conocida como la Bastilla, en abril de 1726, comprendió en carne propia que para pertenecer a la aristocracia hay que poseer el derecho de sangre, es decir, haber nacido en ésta: “De nada sirven el talento y la inteligencia. Un noble, por
estúpido y yermo que sea, se considerará siempre superior a un plebeyo”. Como se puede apreciar en las citas anteriores, lo que se combatió en el siglo XVIII sigue vigente en el XXI: continúan la discriminación racial y social, y el hegemonismo de un país; nunca se concretó un verdadero reconocimiento de la igualdad entre los hombres, y la libertad para ejercer el comercio e industria se ve restringida por gravámenes que imponen las naciones poderosas a aquellas que no han logrado un desarrollo económico fuerte.

Si le interesa esta novela puede solicitarla al [email protected], hay tres ejemplares que se entregarán a igual número de lectores que hagan llegar sus mensajes. No olvide dejar su nombre completo y número de teléfono.

¡Gracias por su atención!