Tierra Blanca es un lugar enclavado en la Cuenca del Papaloapan, una tierra caliente en donde vivió Pedro Tamayo Rosas por 43 años junto con Alicia —su amiga, su confidente, su compañera de trabajo—, sus hijos y su último amor: su nieto Mateo, un bebé de apenas cinco meses.
La noche de este miércoles, Pedro estaba en el negocio de sus hijos, en su misma casa; vendían hamburguesas y hot dogs. En este lugar se bajaron de un vehículo dos hombres para pedir de cenar y desde afuera, en la calle, gritaron que se prepararan cuatro hamburguesas porque eran cuatro. Quizá otros dos más dentro del auto en que llegaron.
Sólo pasaron algunos minutos cuando se empezaron a oír disparos. Fueron varios. No todos eran hacia Pedro. Disparaban al piso o no le daban por el estado quizá inconveniente en el que parecía que se encontraban. Sólo fue un disparo el que acertaron, no nueve ni 11: uno que le perforó el costado izquierdo y lo desangró.
Como en otras muchas incontables, inacabables, ocasiones, malos elementos de la Secretaría de Seguridad Pública no hicieron nada a pesar de encontrarse a escasos 10 metros del lugar donde ocurrían los hechos.
"Porque no podemos hacer nada", respondieron a uno de los hijos mientras el cuerpo de Pedro yacía malherido a la puerta de su casa.
Lo increíble e impensable es que, en lugar de apresurar la ayuda, la ambulancia, los policías interrumpieron la línea telefónica para darle mal la dirección a los servicios de emergencia. En más de tres ocasiones dieron mal la dirección para que se demorara.
Esto fue hasta que la nuera gritó: "¡es en la casa de Tamayo!". En 5 minutos llegaron los paramédicos, pues en Tierra Blanca todo mundo los conoce, todos lo saludaban, aún después de que tuvo que salir de su tierra por algunos meses por el riesgo que corrió en enero de este año y por lo que se apegó al mecanismo de protección de periodistas implementado por la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas.
El entorno en aquella fecha era la desaparición de los cinco jóvenes en Tierra Blanca. Pedro había cubierto algunas notas de lo que pasaba.
Estuvo exiliado poco tiempo, unos 3 meses, y decidió regresar porque él era un hombre de su casa. Estando fuera hasta bajó de peso y entonces junto con sus hijos y su Alicia decidieron regresar y seguir bajo la protección estatal.
Pedro Tamayo se desempeñó como reportero de varios medios de comunicación y hacía dos años aproximadamente que laboraba como corresponsal de este medio de comunicación, aunque por su propia seguridad se tomó la decisión de que no firmara sus notas.
Desde esta redacción expresamos el más sentido pésame a su familia, a sus amigos por la irreparable pérdida de este ser humano valiente que a pesar del grave riesgo que enfrentaba decidió regresar a su tierra, esta tierra que lo vio nacer y hoy lo ve partir. Descanse en paz Pedro Tamayo Rosas.