Aunque asegura no haber visto nunca un fantasma, Camilo Boschetti Oliver, administrador del cementerio “Juan de la Luz Enríquez” desde hace 18 años, reconoce que en el camposanto suceden cosas difíciles de explicar.
"A veces pasan cosas raras. Por ejemplo, en una temporada los baños amanecían cerrados por dentro, con el cerrojo puesto, cuando nadie podía haberlos cerrado. También hemos visto manchas en algunas tumbas con forma de manos o de rostros, que se forman con el tiempo, pero nadie sabe por qué”, relató.
Estas situaciones, dice, dividen opiniones entre el personal del cementerio, algunos creen firmemente en manifestaciones sobrenaturales, mientras otros piensan que todo tiene una explicación lógica.
Entre las anécdotas más recordadas está la de una paloma blanca que acompañó durante horas a un trabajador que realizaba la excavación en el sepulcro de un niño para enterrar ahí mismo a su madre.
"El muchacho me dijo que no podía trabajar porque una paloma blanca le volaba alrededor y hasta le quería quitar el sombrero. Fui a verlo y efectivamente, ahí estaba la paloma, se paraba en la rama de un árbol. Regresamos al día siguiente y la paloma seguía, hasta que terminaron el entierro de la señora”, contó Boschetti.
Aunque asegura que nada de eso lo ha asustado, el administrador reconoce que el cementerio guarda un aire de misterio, sobre todo en estas fechas en que, según la tradición mexicana, los difuntos regresan a visitar a los vivos.
"Son vivencias que suceden, que uno no sabe por qué, pero pasan”, concluyó.