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Sección: Estado de Veracruz

“El que la bebe, la derrama”; hay que renunciar al egoísmo: Arzobispo de Xalapa

Quien decide casarse tiene que morir a su egoísmo, pues renuncia a ser soltero para aceptar a su pareja

Ariadna Lezama Palma Xalapa, Ver. 22/03/2015

alcalorpolitico.com


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"Aquí el que la bebe, la derrama", dijo el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, en la homilía en la misa de este domingo, para explicarle a los fieles que es necesario renunciar al egoísmo para aceptar lo que la vida le tiene preparado y quien no lo hace es inmaduro.

“Cualquier etapa de la vida siempre nos va a implicar morir a la anterior y, si nosotros queremos ser felices tenemos que renunciar a nosotros mismos y ser abiertos a los demás, es decir que constantemente tenemos que morir a nuestro propio egoísmo”.

Ejemplificó la situación con un matrimonio, pues dijo que quien decide casarse tiene morir a su egoísmo pues renuncia a ser soltero para aceptar a su pareja, todo lo que es ella y a toda su familia.

Quien no lo hace y decide regresar a casa de su mamá o a su vida de soltero entonces es inmaduro.

“Si alguien se casa renuncia a su soltería y no tiene que buscar su propio bien, sino el de su esposa o esposo y de los bebes que vengan, al suegro y suegra, y a los amigos le caigan o no le caigan, tiene que morir a su egoísmo y si se regresa a su casa es una persona inmadura porque se metió a algo que ahora ya no quiere aguantar y aquí el que la bebe, la derrama, no hay más, hay que morir”.

Recordó el dicho que dice "si el grano de trigo muere entonces da muchos frutos" y un claro ejemplo de ello es como Jesucristo renunció a su vida para la salvación de todos nosotros.

“Pidámosle a Dios que nos haga ser más abiertos al amor y a nuestros hermanos sobre todo a los que más lo necesiten, la próxima semana va a iniciar la semana santa para que recordemos esta entrega que Jesús hizo, renunciando a sí mismo para salvación de todos nosotros, que él nos ayude a seguirlo y a imitarlo”.

Insistió en que la cruz es salvación por ello es necesario glorificarla, amarla y venerarla, y no precisamente porque se ame a un instrumento de sacrificio, sino el signo de cómo entrega su vida voluntariamente Jesús.