La reciente implementación de la llamada “Ley Silla” ha generado un debate candente entre empresarios, sindicatos y autoridades laborales. Para Alfredo Hernández Ávila, secretario general de la CROM y consejero del sector trabajador en el Consejo Consultivo del IMSS Veracruz Sur, la Ley no es sólo proporcionar un asiento sino un primer paso hacia un enfoque más amplio de dignidad, prevención y salud integral en el trabajo.
“La Ley Silla no es sólo de un mueble. Es un símbolo de reconocimiento a los trabajadores y su bienestar”, explicó el dirigente sindical quien mencionó que esta Ley busca visibilizar el desgaste físico de los empleados que pasan largas horas de pie pero también abre la puerta para discutir otros aspectos cruciales de la salud laboral como la ergonomía, las pausas activas y, lo más importante, el derecho a un ambiente de trabajo saludable.
Hernández Ávila adviertió que reducir la discusión a un simple tema de cajeros o vendedores de piso es limitar el alcance de la Ley: “No sólo hablamos de los empleados de mostradores; hay un sinnúmero de trabajadores cuyas condiciones laborales son invisibles pero igualmente críticas”, afirma.
Mencionó varios ejemplos de trabajadores cuya realidad rara vez se menciona en los debates públicos. Uno de los casos más destacados es el de los operadores de grúas en altura que deben permanecer en cabinas pequeñas durante largas horas sin la posibilidad de moverse o estirarse. “Para ellos, no se trata sólo de la falta de una silla, sino de la falta de pausas activas y de una mejor disposición de su espacio de trabajo”, señaló Hernández Ávila.
Agregó que otro grupo afectado es el de los obreros que operan prensas, troqueladoras o tornos, ya que están obligados a mantenerse de pie durante largos períodos en posiciones rígidas y peligrosas para su salud. “En estos casos, no basta con poner una silla. Se requiere un rediseño ergonómico que considere plataformas adecuadas y medidas que permitan a los trabajadores moverse”, refirió.
Los guardias de seguridad, añadió, también enfrentan un desafío distinto, pues a menudo se les prohíbe usar sillas por una cuestión de imagen. “Los empresarios piensan erróneamente que estar de pie da una sensación de seguridad, cuando en realidad esto trae serias consecuencias para la salud de los trabajadores”, sostuvo.
Finalmente, Hernández Ávila señaló el caso de los trabajadores administrativos y empleados de call centers, quienes pasan jornadas enteras sentados sin hacer pausas activas. “Las consecuencias para su salud son evidentes: problemas lumbares, circulatorios y fatiga extrema”, explicó.
Para Hernández Ávila, el sindicalismo tiene 3 roles fundamentales en este proceso de cambio: primero, informar a los trabajadores sobre sus derechos y cómo pueden exigir que se les respeten; segundo, vigilancia y denuncia, asegurando que las empresas cumplan con la Ley y, tercero, negociar colectivamente para que los derechos relacionados con el descanso y la salud laboral no sólo queden en la Ley sino que se materialicen en los contratos colectivos de trabajo.
“Nuestra labor no es confrontar sino garantizar que la dignidad laboral se cumpla en todos los centros de trabajo. La salud de los trabajadores no se negocia; se defiende”, remarcó.
Aunque reconoció que la implementación de la Ley Silla encontrará obstáculos y resistencias, el costo de no cumplir con la Ley es mucho mayor. “Enfermedades crónicas, fatiga, absentismo. Un trabajador enfermo no puede ser productivo, mientras que un trabajador sano es la base de un futuro próspero”, destacó.
El dirigente sindical concluyó con una reflexión sobre el verdadero objetivo de la Ley: “la Ley Silla es sólo el principio. El verdadero objetivo es construir un modelo laboral en el que descansar no sea un privilegio, sino un derecho humano fundamental. Los sindicatos tenemos la responsabilidad de recordar esto y exigir que se cumpla”.