A 40 años de la creación de la Galería Alva de la Canal

Hace cuarenta años, el rector de la Universidad Veracruzana Carlos Manuel Aguirre tuvo la sensibilidad de escuchar y apoyar la iniciativa del maestro Rafel Villar, entonces director de la Facultad de Artes Plásticas, para crear la Galería Alva de la Canal. Su nombre honra al maestro Ramón Alva de la Canal, ex director de la misma facultad y miembro del movimiento cultural estridentista que, junto con su creador Manuel Maples Arce y demás estridentistas, distinguieron a Xalapa cien años atrás como su sede nacional; a la que bautizaron como Estridentópolis, la utópica ciudad vanguardista dedicada a promover la cultura y las artes.

Eran los tiempos en que gobernaba Heriberto Jara y en que Manuel Maples Arce fungía como su secretario de gobernación, tiempos en que la labor de escritores y artistas se acompañaba con obras urbanísticas como el Estadio Heriberto Jara, los Lagos y los amplios paseos peatonales de la capital del estado. Además de la justa denominación de la Galería Alva de la Canal, debemos reconocer también su encomiable labor en momentos destacados de su historia en la promoción de las artes plásticas y la cultura en general.



Al inicio de este milenio y del siglo XXI, tuve el privilegio de ser nombrada por el rector Víctor Arredondo como directora de la Galería Alva de la Canal, función que desempeñé a lo largo de 14 años, lo que equivale a un tercio de sus 40 años de vida institucional. En principio, pensaba que sería un gran reto atraer a las salas de la Galería a un público que, por la carencia de una sólida formación humanista, no estaría interesado en el arte, en cultivarse, en adquirir una cultura general que mejorara su calidad de vida mediante el contacto con la literatura, la música, la danza, las artes plásticas, el teatro, esto es, con las distintas expresiones estéticas que enaltecen la sensibilidad, la sapiencia, la evolución humana. Aunque pronto caí en cuenta que lo que realmente se necesitaba era mejorar la calidad de su oferta cultural.

Por tanto, asumí un doble desafío, remozar sus instalaciones para convertirla en un espacio que dignificara el nombre de Ramón Alva de la Canal y asegurar la programación de artistas plásticos con reconocimiento internacional, nacional y local, atrayendo a promotores culturales, miembros de la comunidad universitaria y público en general. Esto significaba relanzar la Galería como un espacio cultural de visibilidad nacional mediante la divulgación de obras de artistas consolidados y de los nuevos valores locales y foráneos.



Y sucedió lo esperado, a medida que aumentaba el número de asistentes a nuestros eventos y que se consolidaba el prestigio nacional de la Galería como espacio de divulgación artística, crecían también las solicitudes y la presentación de carpetas por parte de artistas que deseaban exponer ahí sus obras. Esto nos llevó a crear un Consejo de Selección que garantizara transparencia, equidad y representatividad; el que conformé con miembros de la facultad de Artes Pláticas de la UV, investigadores, un crítico de arte como Carlos Blas Galindo, el director de la Escuela Esmeralda, Arturo Rodríguez Doring, una galerista independiente como Concepción Armendáriz y un invitado de honor de reconocimiento internacional, como fue el caso de José Luis Cuevas, quien nos acompañó a lo largo de los años de mi encomienda.

Gracias a la labor de este Consejo, logramos atraer la presencia de creadores locales de gran potencial y a pintores, escultores, ceramistas, fotógrafos, autores de obra antigua y contemporánea de talla internacional que garantizaban llenos por la intensa asistencia inusitada en comparación con el tamaño de nuestra Galería. La lista de autores que logramos exhibir es muy amplia, pero vale la pena destacar a artistas como Leonora Carrington, Joan Fontcuberta, José García Ocejo, José Luis y Ximena Cuevas, Marta Palau, Gustavo Pérez, Fernando Aceves Humana, Manuel González, Fernando Vilchis, Gerónimo Morquecho, Miguel Fematt, Per Anderson, Enrique Estrada, Olivier Catte, Laura Olguín, Yosi Anaya, Hiroyuki Okumura, Gerardo Vargas, Arturo Rivera, entre otros artistas de renombre.

Debo aclarar que la tarea del Consejo y de la dirección a mi cargo iba más allá de la selección y organización de exhibiciones, también nos esforzamos por ampliar nuestras relaciones y colaboraciones con otras galerías y proyectos culturales para ampliar los espacios de divulgación de la obra artística local, nacional e internacional. Nuestras alianzas con el Museo Cuevas, con la Galería UAM, la Fototeca de Nuevo león, la Alianza Francesa, el Consejo Británico, con otras universidades o con el Festival Cervantino, entre otros, nos permitieron abrir oportunidades de exhibición foránea para nuestros artistas locales y buscar la excelencia de nuestra oferta artística y cultural. Dos distinguidos visitantes frecuentes de nuestras exposiciones, los laureados escritores Sergio Pitol y Carlos Monsiváis, expresaban abiertamente su reconocimiento a la labor de divulgación cultural de la Galería Alva de la Canal; constancia que Carlos dejó sellada para la posteridad en un artículo donde relata la notoriedad nacional de la Galería como un espacio abierto a la creatividad y a la estética de vanguardia.



Todo lo anterior, me llevó a aprender más, a relacionarme con gente diferente, interesante y flexible, a sentirme como pez en el agua, en un ambiente libre, abierto, creativo y reflexivo. Aprendí a desarrollar una perspectiva distinta y tolerante, gracias al contacto con personajes asombrosos, especiales, insólitos que me mostraban la diversidad, la pluralidad, la amplitud y la riqueza de pensamiento y en su actuar. Y eso fue lo más atractivo de mis vivencias en las esferas del arte y de la cultura… Sin embargo, no todas las historias de éxito tienen un final feliz. Sin conocer razones de por medio, un día me llegó un recado por parte de Sara Ladrón de Guevara que me notificaba que estaba despedida sin derecho de aclaración o pensión. Mi consolación colectiva la encontré al enterarme que no estaba sola, había otros universitarios reconocidos por su aporte a la Universidad Veracruzana que también fueron agraviados por ella: Enrique Murillo, Sergio Pitol y sus familiares, Emilio Ribes, Miguel Ehrenzweig. La lista es tan larga que se necesitaría otro artículo para tratar de explicar esa descompostura.