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Sección: Estado de Veracruz

A diario, por la pandemia, católicos de Xalapa regalan hasta 600 comidas calientes

- Parroquia de San Antonio de Padua y Cáritas impulsan “Programa de Ayuda Alimenticia por COVID-19”

- Contemplaban alimentar al día a 200 personas necesitadas pero cifra incrementó

- “La generosidad de mucha gente ha multiplicado todo lo que iniciamos”, dicen

Miguel Valera Xalapa, Ver. 18/06/2020

alcalorpolitico.com


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Como en aquel pasaje bíblico en donde Jesucristo reparte cinco panes y dos pescados entre una multitud, en la capilla de Cristo Rey ubicada en la calle Querétaro de la colonia 3 de mayo, en esta capital, el milagro de la multiplicación se sigue repitiendo, para atender a miles de xalapeños que se han quedado sin un pan para llevarse a la boca, ante la crisis provocada por la pandemia del COVID-19.

El milagro ya no es en una montaña a orillas del mar de Galilea en Israel pero la orden del maestro sigue siendo la misma: ¡Denles de comer! Los feligreses de Cáritas parroquial de San Antonio de Padua, que preside el sacerdote Juan Beristáin de los Santos, se miraron entre ellos, como los discípulos de aquella época y encontraron a un niño que sólo tenía cinco panes de cebada y dos pescados, como refieren los pasajes evangélicos.

El proyecto de asistencia social, que nombraron “Programa de Ayuda Alimenticia por COVID-19, Cardenal Sergio Obeso Rivera” fue planeado e implementado el día 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, para dar de comer a 200 personas necesitadas pero hoy ya están sirviendo más de 600 comidas calientes diarias a igual número de personas, nos dice Evertina Fuentes Demanos.



La única explicación de cómo han podido mantener este ritmo de preparación de alimentos es que “efectivamente Dios sigue multiplicando los panes y los peces. En medio de esta pandemia y de tantas necesidades aparece la generosidad de la gente; vemos el amor de Dios en cada una de las personas que nos hacen el favor de donarnos su tiempo, sus recursos, su solidaridad. Que Dios multiplique su generosidad en todo esto”, comenta.

“Al proyecto parroquial se ha sumado Cáritas diocesana, Cáritas mexicana y muchas personas que nos han ido donando productos e insumos para la elaboración de estas comidas diarias”, añade.

Evertina Fuentes Demanos explica que en el atrio de la capilla de Cristo Rey se preparan los alimentos y aunque hay algunas personas que pasan aquí por sus raciones, la mayoría se entrega en los domicilios, para seguir los protocolos de confinamiento y sana distancia.



“Nosotros llevamos a las colonias de nuestro territorio parroquial. A la capilla del Perpetuo Socorro, a la capilla de Arenales y a la capilla de San Miguel. Son capillas que pertenecen al territorio parroquial”.

—¿Cuál es el sueldo que recibe cada persona?, le pregunto.

Evertina sonríe. “Nadie recibe sueldo. Todos, señoras, señores, jovencitas, todos se han sumado solidariamente a este proyecto. Todos lo hacen por un acto de generosidad, por amor a Dios y al prójimo”, indica.



“Mucha de la gente que viene a ayudarnos es porque se han quedado sin trabajo también pero han decidido dar su tiempo a Dios, sabiendo que él verá nuestras necesidades y así es, Dios se manifiesta de muchas maneras, porque aquí ninguno de nosotros percibimos ningún salario, solamente esperamos la recompensa de Dios, que sabemos que está allá en el cielo”, me dice, mientras observamos cómo unas pican las piezas de pollo, otras preparan los frijoles, unas más acomodan las tortillas y otros alistan el agua de jamaica y los recipientes para colocar la comida.

“Le repito, la generosidad de mucha gente ha multiplicado todo lo que iniciamos, porque para serle sincera, siempre estamos con un poco de temor, pensando en que si los recursos nos van a alcanzar y hoy vemos la abundancia, vemos cómo Dios ha multiplicado todo y vemos cómo vamos día con día mejorando. Hoy, lo único que nos queda es ver el rostro de Dios en cada una de las personas a las que les damos este alimento”.

—Cuando tuve hambre me diste de comer, cuando tuve sed me diste de beber, dice Jesús en el evangelio…



“Claro, así es, porque sabemos perfectamente que Dios nos da todo. Cuando tenemos sed él aparece, cuando tenemos hambre él aparece. A todos nos orienta la vida espiritual. Todos ellos pertenecen a algún grupo parroquial. Todos llevan una vida espiritual. Sólo tratamos de cumplir las bienaventuranzas, tratando de hacer lo que Dios ha querido en nuestra vida y hoy Dios aparece en medio de todo esto”.

Todos los que participan activamente en este proyecto alimentario, añade Evertina, pertenecen al territorio parroquial. “Yo pertenezco a la parroquia, soy de Cáritas y me toca ver en toda la zona las necesidades de la gente. La espiritualidad o la visión de Cáritas es ver a Jesucristo en el más necesitado”, expresa.

—Aquí, ni el párroco, ni el arzobispo, ni usted, ni cada una de estas personas ¿tiene un interés personal, busca un voto, busca una posición social?



“No, no, no, nuestro único y mayor deseo es ver la sonrisa y la felicidad de cuando entregamos una comida y nos dicen: Dios les bendiga. Dios nos bendiga a todos y a todos los que estamos participando. Todos los que están aquí tienen familia, tienen que atender a sus hijos, a sus esposos y han dado este tiempo”.

“De verdad que es admirable verlos, ver cómo se manifiesta el amor de Jesucristo en todo esto. Este trabajo es sin ningún reconocimiento o con algún afán de proselitismo. Esto es por Jesucristo, para que vean cómo aparece la gloria de Dios en medio de todo esto”.

“Esto, reitera enfática, es la fe traducida en obras. Nosotros nos hemos integrado a este proyecto por amor hacia los demás, dando nuestro tiempo, dando nuestro esfuerzo y lo que podemos. Dar es la consigna. Tú nos lo diste, Señor, gratis lo tenemos que dar”.



—¿Hay condicionamiento por ideología o religión?

“No, no, no. Cáritas también trabaja así. Aquí vemos a todos más allá de su condición o de si eres católico o protestante. No, vemos a todos por igual, sin importar tu religión o sus ideas. La única condición es que tengan necesidad”.

Las enseñanzas de la pandemia



Héctor Velázquez Rueda es un comerciante que cerró su negocio desde hace tres meses y al saber de los flagelos del desempleo y el hambre, se sumó a este proyecto de Cáritas Parroquial.

Atento, me muestra el protocolo sanitizante que se sigue para todos los que ingresan al área de preparación de alimentos y cómo se cuida también a quienes van llegando por sus alimentos.

—Oiga, aparte de que invierten su tiempo, pues están arriesgando también su vida ¿no?



“Así es, estamos arriesgando todo. Somos 35 personas que estamos aquí desde las 8 de la mañana, trabajando. Por eso nos cuidamos. A la entrada, tenemos una línea para sanitizar. Cada una de las personas que entra se sanitiza, tenemos gel, jabón. Las de cocina no pueden ponerse gel porque hay fuego pero todos usamos cubrebocas. Además, por higiene, porque estamos dando alimento digno”.

“Estamos cuidando a todas estas personas que se unieron a este esfuerzo. Se sirven 610 comidas diarias. Estamos en contacto con muchas personas. Nos cuidamos mucho. Vamos tomando la temperatura. Si alguien se siente mal lo mandamos con un médico. No hay personas enfermas aquí entre nosotros”.

Aunque se quedó sin trabajo en su negocio, don Héctor Velázquez Rueda dice que él, afortunadamente, ha podido salir adelante. “Yo, gracias a Dios, con lo poquito que tenemos vamos comiendo pero hay gente que ya no tiene. Que a lo mejor, lo poquito que tenían lo fueron estirando. Ya llevamos tres meses de pandemia y hay miles de familias que no tienen alimento en su hogar”, refiere.



Él, en lo personal, se sumó a este proyecto porque sigue aquella consigna evangélica que dice que no se puede amar a Dios si no se ama al hermano. “Creo que esta pandemia nos trae también esa enseñanza al mundo entero. Ya no podemos ser yo aquí y tú allá, no, ya no, yo creo que eso es lo que nos trae esa pandemia de ejemplo”.

“Tenemos que empezar a unificar, no pensar aquel es el rico, aquel es esto, no, tenemos que pensar en la unidad y tenemos que aprender a ayudar al prójimo, a hacer comunidad. Por eso ve usted aquí a gente que son de varios grupos, de diferentes comunidades, que están en eso, atendiendo y hay gente que no puede salir de casa pero que nos dona”.

Héctor Velázquez me dice que esta actividad, este esfuerzo físico, de 35 personas y de muchas más que están detrás, apoyando, se sustenta de una convicción espiritual, de algo que no se ve y así, me lleva al Sagrario de la capilla de Cristo Rey y me muestra a una mujer orando.



“Aquí en todas las capillas de la parroquia se prende el Cirio Pascual de 12 a 4 de la tarde y aquí en Cristo Rey, tenemos personas orando por turnos desde las 8 de la mañana y hasta las cuatro de la tarde, porque esto que hacemos no lo hacemos por nuestras fuerzas, lo hacemos porque Dios nos ayuda y nos anima”, me comenta.

“Amor a Dios, amor al prójimo, definitivamente, eso es lo que me mueve”, enfatiza don Héctor. “Y esto es una manera de agradecerle a Dios tantas bendiciones que tenemos. En este momento hay que escuchar lo que nos dijo el Señor, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber. Entonces, creo que es el llamado de Dios lo que nos trajo aquí”.

Héctor Velázquez Rueda invita a todos los interesados a sumarse. “Es triste, porque estamos viendo a tantos hermanos con necesidad de alimento en sus hogares pero para nosotros es hermoso porque estamos sirviendo de algo, estamos poniendo un granito de arena. No estamos resolviendo la vida de la sociedad pero es un granito, porque Dios nos da fuerza y capacidad para resolver”.



“Pedimos a las personas que se unan, con donativos en especie, en efectivo e incluso en mano de obra. Necesitamos vehículos para transportar los alimentos”, señala.

Contenedores biodegradables

También nos explica que todos los depósitos desechables que se utilizan para trasladar la comida son biodegradables.



“Esto es importante. Estamos cuidando el medio ambiente lo más posible. Tenemos que usar desechables, por el mismo riesgo de la pandemia del COVID-19 pero compramos trastes biodegradables, que son amigables con el medio ambiente y contaminan menos”.

En cada contenedor, añade, se colocan números, de la familia, ubicada por su dirección y de los integrantes de la misma. “No queremos ofender, poniéndoles número a las familias pero por estrategia nos es más fácil, porque son 610 comidas que se están entregando y nos es más fácil, más práctico, resolverlo con números. Hay una lista de familias con cada integrante”.

“En cuanto al agua, llevamos los garrafones con agua de sabor y la gente sale con su garrafa o su traste y ahí les vamos sirviendo”, expresa.



Testimonios de gratitud

En la Capilla de Cristo Rey entrevisto a doña Irene. Me dice que la situación ha estado difícil, porque no hay trabajo y porque en su casa pagan renta. “Entonces este alimento nos ha ayudado mucho. Qué bueno que nos ayuden los que tienen más, aunque quisiéramos ayudar a la gente pobre pero no podemos”.

Don Álvaro Salas ve que las cosas pueden empeorar en todo el mundo y dice que para mucha gente que se la ve dura, “aquí gracias a Dios nos están dando un apoyito con esta comida”.



Policarpo Gómez Pérez define la situación como “terrible”. “Terrible, terrible, es una pesadilla. Jamás nos esperamos esto. Personas que tienen negocios grandes, personas que tienen un salario mínimo, a todos nos ha afectado”.

“Lo peor de todo es que algunos no tenemos trabajo para llevar el sustento a la casa. La labor que aquí realizan es admirable, para mí es admirable. Diario nos dan diferente guisado, agua, es un gran apoyo que están dando. Se agradece infinitamente”.

“Yo le he dicho a mis amistades, a mis amigos, que esta pandemia nos ha hecho reflexionar: tenemos que echarle más ganas, administrarnos más, echarle más ganas al trabajo, algo bueno tenemos que aprender de esto”.



Luz María Hernández Gómez comenta que mucha gente se quedó sin trabajo y que afortunadamente su esposo ya empezó a trabajar y Yenitza Alejandra Alarcón Colorado comenta que todo ha ido de mal en peor, porque mucha gente no tiene trabajo y no está muy bien la economía y agradece este servicio alimentario con una comida rica y variada.

Finalmente, me subo a una camioneta que conduce don Martín, llevando de copiloto a la señora Evertina. En la batea, Sayuri me dice que está aquí porque Dios la ha llamado al servicio. “Estoy aquí por amor a él y también porque soy afortunada, ya que a pesar de la contingencia yo sí tengo alimentos para comer y un techo para vivir”.

Mientras Martín suena el claxon para avisar a los beneficiarios que la comida está llegando, Mirian Ortega comenta que ella también se enlistó en este proyecto por amor a Cristo. “El primer llamado que Dios nos hace como vocación es al amor. Él ya lo dijo en su última cena: ámense los unos a los otros como yo los he amado. Y Él también dijo: vean mi rostro en el más necesitado y yo así lo veo”.



“Siempre aprendo mucho. Cada que veo un caso de Cáritas o veo a alguien que lo necesita, ahí se ve Cristo y entonces él ya lo dijo: cuando alguien tenga hambre, ahí estoy yo. Al que le diste de beber, ahí estoy yo. Entonces es por amor a él y por seguir su modelo. Y algo que me gusta es que él dijo que yo soy una muchacha que sólo tiene cinco panes y dos peces y él lo multiplica”, expresa.

—¿Cuánto cobra por cada viaje?, le pregunto a Martín. Igual, sonriente, desconcertado por la pregunta, me dice que nada, que él no cobra nada, al igual que todos los que han estado trabajando en este “Programa de Ayuda Alimenticia por COVID-19, Cardenal Sergio Obeso Rivera”.

“Lo hago para ayudar a la gente que se ha quedado sin trabajo, que no tiene ahorita sustento y bueno, también es una alegría poder ayudar, dar algo, un poquito de lo que Dios nos ha regalado también. Aquí andamos, con mucho gusto”, concluye.



Donativos

Cáritas de Xalapa.
Especie: medicamentos, artículos de canasta básica, artículos de limpieza e higiene personal.
Efectivo: BBVA Bancomer. No. Cuenta: 0481939580 Clabe: 12840004819395804.
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