La corresponsabilidad de los Gobiernos federal, estatal y municipal y la participación de la sociedad son fundamentales para prevenir y reducir los riesgos que pueden generar los fenómenos hidrometeorológicos. Por esta razón, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) actualizó su Protocolo de Emergencias, donde se establecen las acciones a desarrollar, antes, durante y después de las emergencias.
Estos procedimientos incluyen una estrecha colaboración con la Coordinación Nacional de Protección Civil, de la Secretaría de Gobernación, así como con los gobiernos de los estados y los municipios, para poner a su disposición de manera oportuna la información relativa a los fenómenos hidrometeorológicos, coadyuvar en la mitigación de las contingencias y contribuir al restablecimiento de la normalidad, después de las afectaciones.
En la actualización de este protocolo participaron todas las áreas de la Conagua, principalmente, las Subdirecciones Generales de Infraestructura Hidroagrícola, de Administración y de Agua Potable, Drenaje y Saneamiento, así como de las Coordinaciones Generales de Atención de Emergencias y Consejos de Cuenca y de Comunicación y Cultura del Agua.
En la fase “Antes de la emergencia”, que va de diciembre a mayo, se incluye (por primera vez) el periodo de estiaje, la etapa de preparación y vigilancia, y la alerta. Es entonces cuando se planifican, preparan y definen estrategias y mecanismo de actuación, acopio de material y equipo, se fortalece la organización y la coordinación interna, se suman esfuerzos de las autoridades de los tres órdenes de Gobierno.
La fase propiamente de “Alerta” incluye avisos a las autoridades implicadas, particularmente a las diferentes áreas de Protección Civil, a nivel nacional y estatal, sobre las condiciones meteorológicas o hidrológicas que pudieran generar una situación de emergencia.
En este periodo el monitoreo de las condiciones meteorológicas, la coordinación interinstitucional, la planeación y preparación de recursos económicos y materiales, así como la revisión de las obras hidráulicas, son fundamentales para estar mejor preparados, detectar y reducir riesgos.
En la fase “Durante la Emergencia”, que inicia cuando el impacto del fenómeno meteorológico es inminente y se mantiene durante el desarrollo de las condiciones que generaron la contingencia, se realizan actividades de protección directa a la población y a la infraestructura hidráulica, mediante diversas obras.
La comunicación efectiva con las autoridades y la población es fundamental, durante este lapso, debido a que de ello depende la actuación oportuna.
Asimismo, las Brigadas de Protección a la Infraestructura y Atención de Emergencias (PIAE), destacadas en todo el país, tienen un papel fundamental en el desalojo de agua en regiones inundadas y en el apoyo a los municipios en el desazolve y la limpieza de las redes de drenaje. En los 20 Centros Regionales de Atención a Emergencias, además de operar equipos como plantas generadoras de energía y de potabilización de agua para garantizar el abasto a instituciones de salud y a la población, realizan obras de emergencia como el levantamiento de bordos de protección.
En este protocolo, se considera la fase “Después de la Emergencia” a partir del momento en que concluye la contingencia, y se prolonga hasta el restablecimiento de las condiciones en las zonas afectadas.
En esta etapa se realizan tareas de evaluación del estado de infraestructura hidráulica, de rehabilitación y limpieza, se reparan los daños más relevantes, y se brindan servicios básicos de agua potable, saneamiento y riego.