Las artesanías elaboradas a base de vainilla y carrizo, son las que más se venden al turismo que arriba a la zona arqueológica “El Tajín”, dijo Don José, un artesano apostado a la entrada de este centro ceremonial, mientras elabora un crucifijo construido con una vaina seca del aromático bejuco de fama internacional.
Puros, esencia, extracto, licor, figuras, collares, crucifijos, pulseras, aretes, rosarios, casi de todo se puede hacer con vainilla, explica el artesano, quien pese a su discapacidad, encontró en la artesanía una forma digna de mantener viva su cultura materna y además llevar el sustento a su familia.
“Lo que más vendemos es lo que está hecho con vainilla, de ahí los palos de lluvia, las flautas, los tamborcitos de volador, los arcos de madera, son lo que más compran los turistas, ya que son baratos, pero además les atraen mucho, sobre todo a los niños, quienes quieren imitar a los voladores y piden a sus papás el tambor y la flauta”, relata finalmente el artesano.