El Pico de Orizaba, el volcán más alto de México y un referente del montañismo nacional e internacional, se ha convertido en un punto de alto riesgo para excursionistas, alpinistas y visitantes.
Lejos de ser un espacio de contacto con la naturaleza y retos personales, hoy representa un lugar marcado por la inseguridad.
De acuerdo con César Silva Reyes, integrante del colectivo Montañistas Unidos, el mayor peligro no proviene del clima ni del terreno accidentado, sino de la presencia constante de grupos delictivos que operan con total libertad en el lado veracruzano del volcán.
Estos delincuentes han establecido campamentos ilegales y puntos de control donde exigen pagos obligatorios para permitir el paso. Los montañistas denuncian que los cobros van desde los 50 hasta los 100 pesos por persona, y en muchos casos los delincuentes terminan robando equipo de alpinismo, mochilas, celulares y pertenencias de valor. No se trata de incidentes aislados. Es un patrón sistemático de hostigamiento y violencia, aseguró Silva Reyes.
Las rutas más peligrosas se ubican en la zona norte del volcán, especialmente en las comunidades de Xometla, San Miguel Pilancón y San Miguel Chinela. Testigos han reportado la presencia de hombres armados en estas áreas, quienes detienen a los excursionistas para extorsionarlos o impedirles el paso si no pagan.
Hasta el momento, las autoridades veracruzanas no han implementado acciones sostenidas para erradicar estos hechos. Pese a operativos temporales, los montañistas siguen siendo víctimas de asaltos y la zona continúa sin vigilancia ni protección.
“No pedimos favores, pedimos garantías básicas de seguridad”, concluyó Silva.