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Universidad Anahuac
Noveno Concurso Nacional de Salto H?pico

Asisten los pobres por los regalos; los ricos a presumir sus pura sangre

Cada clase social se divierte a su manera

Ram?n Moreno Alvarado Xalapa, Ver. 30/09/2006

alcalorpolitico.com

En lo que pudiéramos llamar la utopía de los ricos, que en un ambiente idílico desaparecen las clases sociales, los adinerados disputan entre sí el triunfo de sus caballos pura sangre en obediencia, salto y porte, mientras que los pobres asisten al club hípico de Coapexpan a tomar las muestras que más de 30 puestos de empresas convierten en un tianguis para regalar muestras gratis de sus productos o divertir a sus hijos con payasos, magos o en los inflables que en otro lugar cuestan.

En unas instalaciones muy bien equipadas, en tres pistas que podríamos especular que representaban niveles, se podían ver amazonas y centauros controlar los enormes alazanes saltar hasta metro y medio de altura y más del metro de largo en un recorrido con muchos obstáculos sobre una verde pradera de pasto muy fino.

En la pista mayor Ana Graciela Portilla de Guanajuato, David Fernández de Xalapa, José Luis Richard, José Ricardo Islas, María Esther Cortés, Fernanda Blázquez, Fernando Lascas, de quién sabe donde buscaban clasificarse evitando tirar los postes de los obstáculos, lo más rápido posible, mientras eran observados por un poco concurrido público que no muy emocionado aplaudía y gritaba de vez en cuando, desde las gradas de pasto y madera, que sombreadas, protegían al público del fuerte sol de mediodía.

En las dos pistas más pequeñas, con menos observadores pero con más ánimo, casi se adivinaba un ambiente más familiar, los jóvenes buscaban controlar los enormes caballos que montaban y los caballerangos ayudaban a los concursantes a acercarse a las pistas, y revisaban a los pura sangre que tenían vendas o portaban férulas plásticas unos centímetros arriba de los cascos.

Mientras estos ocurría en la fiesta de los pudientes, los hijos de los pobres reían en el tianguis de los regalos y concursos con los payasos y magos para ganarse un pepsicilindro o tiraban un aro para llevarse una camiseta, o intentaban meter una pelota en un pequeño agujero y conseguir una muestra de shampoo de conocidas marcas que estaban en los verdes pasillos de pasto y follaje de acceso a las pistas.

También había fila para subirse al inflable con forma de barco, mientras los adultos recibíamos de hermosas edecanes siempre sonrientes mínimas pruebas de café, jugos, pasteles, sopas instantáneas, pasas, avellanas, revistas, folletos y hasta morrales hechos de costales; las jóvenes preferían el tinte de su cabello o la aplicación del nuevo acondicionador.

En fin en esta idílica utopía donde pobres y ricos son unidos por el caballo y finalmente todos se divierten, más allá de la política que en otros eventos de este día estuvieron álgidos.