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Sección: V?a Correo Electr?nico

Calderón, sobre sus propios pasos

?ngel Lara Platas 17/02/2014

alcalorpolitico.com

En medio la sorpresa para muchos, el ex presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa, regresa a re andar sus pasos en la vida pública. Con el pretexto de presidir una fundación que independientemente los objetivos, le permitirá estar presente en los escenarios políticos de México.

Como ente político que es, a Calderón no le falta razón en su intento de regresar a los escenarios políticos mexicanos para tratar de llenar algunos vacios que desde su ungimiento como presidente de México, no fueron llenados con oportunidad.

Para esto es necesario mirar hacia atrás, al 2006, cuando la elección para presidente de la República, en la que estaban como contendientes Felipe Calderón Hinojosa por el PAN, Andrés Manuel López Obrador por el PRD en coalición con PT y Convergencia, Y Roberto Madrazo Pintado por el PRI-PVEM. Aquellas fueron elecciones altamente competidas. La diferencia entre Calderón y López Obrador fue menor a 244 mil votos, menos de un punto porcentual. La escasa diferencia provocó conflictos político-electorales muy serios. Es más, algunos que participaron en la organización del proceso electoral, aseguraban que quien realmente ganó las elecciones fue el tabasqueño y no el michoacano, pero debido a que Andrés Manuel descuidó la parte de la defensa del voto desde las mismas casillas, es decir, su gente no cubrió con representantes todas las casillas que se instalan en el territorio nacional, se vio materialmente impedido de fundamentar legalmente su inconformidad por los resultados. Hay que considerar que el responsable del proceso fue su correligionario Vicente Fox, a la sazón presidente de la República, que a pesar de las diferencias que en lo personal había, de otros recibió el apoyo necesario.



El escaso margen de votos respecto de su competidor perredista le provocó conflictos de legitimidad. Esto representó un pesado fardo que cargó durante todo su sexenio. Por su parte, el aguerrido Peje que no lo soltó un momento. Sus frases aludiéndolo como “ilegítimo” o “espurio” calaron hondo.

El estigma del cuasi empate electoral, lo obligó a tomar algunas decisiones para posicionarse (o imponerse) en el ánimo de los ciudadanos que no habían votado por él. Pero, en lugar de avanzar, sus mismos asesores le provocaron trompicones y retrocesos. Se recuerda aquella imagen donde Felipe Calderón aparece con vestimenta militar, pero de talla visiblemente más grande. Las mangas de la casaca verde olivo casi le cubrían las manos y la gorra parecía ser dos tallas más grande que su cabeza. En lugar de marcar su imagen de presidente de la República con estilo propio, aquello provocó chistes del más diverso ingenio que lo acompañaron, como lapas, durante toda su administración. Es decir, el efecto fue contrario.

No salía de una cuando ya estaba en otra. Haciendo alarde del refranero popular se le ocurre decir aquella frase: “Haiga sido como haiga sido”. Tantas fueron las referencias que terminaron endosándosela como de su autoría.



Felipe Calderón era el segundo Presidente emanado del PAN. Registró muchas circunstancias desfavorables desde el primer momento. Las negociaciones con el PRI fueron entorpecidas por el velo de odio de Calderón hacia este partido. De Fox permaneció totalmente alejado lo que provocó que el guanajuatense en varias ocasiones declarara en oposición a su sucesor.

Hubo dos cuestiones que marcaron su administración de manera determinante. Una: Felipe Calderón, en lugar de ocupar la posición de Primer Mandatario de la nación y asumir su responsabilidad como tal y entrarle de frente a los principales problemas del país, se coloca como un ciudadano más que sufre, padece y se queja de todo lo negativo que ocurre en el país, y culpa al PRI de todo, hasta de lo que era competencia de su administración. Criterio que mantuvo hasta el final de su mandato.

Otra: haberle declarado la guerra al narcotráfico pero sin antes haber diseñado una estratagema de guerra. Contrario a la frase de Guadalupe Victoria: “Va mi espada en prenda, y voy por ella”, Felipe Calderón la lanzó, pero no fue por ella. No tenía la información necesaria que le permitiera dar golpes certeros a la delincuencia. No le dedicó el tiempo suficiente para que sus estrategas estructuraran un proyecto viable para enfrentar a los distintos grupos que transitaban al margen de la ley. Los que saben de estos espinudos asuntos le dijeron que la estrategia que estaba utilizando no era la correcta. Su obcecado carácter se impuso. A nadie escuchó.



De los magros resultados de la lucha anti crimen culpa al PRI. De nueva cuenta aflora su anti priísmo.

Una más. Los murmullos de sus aficiones etílicas daban vuelta en todas las esquinas. No supo cómo atajar esos cuchicheos que tomaron relativo impulso. En Michoacán, su tierra natal, tampoco le fue bien. Era la oportunidad para reivindicarse pero no lo logró. A pesar de su poder como Presidente y los recursos a su alcance, perdió la elección de gobernador con su hermana Luisa María Calderón, ganó el priísta Fausto Vallejo. Como ya era costumbre, le echó la culpa al Revolucionario Institucional de las “trampas” electorales.

Esta retahíla de motivos, y probablemente la difícil circunstancia por la que cruza su partido, obliga al ex Presidente a regresar a la escena pública para re hacer su imagen. Siente la necesidad política de recorrer el camino andado sobre sus propios pasos, con la pequeña diferencia que ahora serán más ligeros que cuando vivía en Los Pinos. Ni modo.