Caminos de Veracruz y Tuxpan

Con motivo de visitar a unas buenas amistades del norte de Veracruz, de manera concreta de la ciudad de Tuxpan, preparé mi salida y al dialogar con amistades que trabajan en la capital Xalapa y que no sabía que eran nativos de aquella región me encontré con un ambiente negativo, de desánimo.

“Si te vas por la autopista de Totomoxtle te van a asaltar, te van a quitar el carro, están robando grupos delictivos, los cárteles”. Pensé que era algún tipo de broma, pero después volvieron a insistir haciéndome sentir que realmente ponía en serio riesgo mi vida al transitar por dicha carretera.

Otro amigo, representante de medios de comunicación de la zona de Papantla-Poza Rica coincidió: “Es peligroso, tienes que dar la vuelta por Poza Rica, la autopista no. Desde los puentes te tiran huevos, harina, piedras”.

Ni hice caso y me lancé a la arriesgada “aventura” de manejar a Tuxpan vía la autopista. Cuando trabajé para el PRI estatal tuve la oportunidad de recorrer infinidad de veces esa ruta, no me es desconocida, pensé.

Mientras avanzaba no dejaba de pensar en si llegado el momento debía obedecer a los rumores y cambiar de dirección. Pensé: pero los “malosos” profesionales no avientan harina, ni huevos, ni piedras, no me imagino a un sicario profesional, a un miembro de la mafia mexicana con tanto dinero, armas y tecnología a su servicio, recurriendo a una “bala fría” como diría el famoso “Ferras”.

En contraparte tenía yo en mi mente la visión de balaceras, de atentados con armas largas, de bombas y camionetas blindadas que he visto en televisión nacional todas las noches, de reportes de periódicos locales y nacionales, de las cifras y de las revistas que muestran lo mal que está el país en materia de seguridad pública.

¿Será que el General, el subsecretario Bermúdez, incluso las fuerzas armadas han “cedido” esta parte del territorio? Dudas y más dudas en mi cabeza mientras avanzaba a lo inevitable. La carretera estaba tranquila, un tráfico normal, no muy pesado, mucha lluvia, “chipi chipi” como lo conocemos por acá debido al frente frio 28, no más.

En el recorrido encontré varias patrullas de la policía federal haciendo sus recorridos habituales, nada extraordinario. Al llegar a la desviación de la caseta de cobro de la referida autopista, finalmente tomé la decisión de no hacer caso a los rumores y me adentré.

Mientras avanzaba, el nervio, la adrenalina estaba al tope, sin embargo no quería quedarme con la duda, me resistía a dar toda la vuelta por Poza Rica habiendo una alternativa más corta.

Avancé, avancé a gran velocidad infringiendo incluso los límites establecidos, ante la expectativa de cualquier irregularidad. Veía adelante camiones, camionetas, autos circulando de manera normal.

¿Qué podría tener que les interesara tanto? Un carrito normal, compacto, no caro, no creo que les sea atractivo; no porto una camioneta lujosa o cara, si supieran que sólo traigo pocos pesos para lo necesario hasta me prestarían.

Si me avientan un huevo pues me sigo, esos no son sicarios, punto. En fin, pasé de manera “tranquila” la carretera y llegue a Tuxpan, lo que me animó a regresar por el mimo lugar.

Ya estando allá les pregunte a algunas amistades que si no había enfrentamientos, balaceras o disturbios fuertes en el municipio. La explicación y respuesta fue no. No porque aquí tenemos a la Naval, Tuxpan está escudado, me pareció apreciar en todo momento. A pesar del frío y la humedad el clima es cálido, tranquilo, apacible, la gente está activa sin temores.

Incluso, la presencia policiaca es constante, patrullas nuevas que se ven “padres”, agentes de tránsito bien uniformados, amables. Bien, bastante bien todo.

El regreso fue mucho más tranquilo, sin tanto temor como al inicio. Fíjese usted: qué bello es el norte de Veracruz, cada región tiene su encanto, siempre he dicho que los Tuxtlas y la zona de Tajín incluso son mágicas, disfruté el paso por Costa Esmeralda y Casitas.

No sé si sea fortuna o no, pero si tuviera que ir de nuevo lo haría sin duda alguna.

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