16 de diciembre de 2025
alcalorpolitico.com
“¡A tiros llegamos al poder y a tiros nos tendrán que sacar!”, solía balbucear don Fidel Velázquez Sánchez, dos veces senador del PRI y líder nacional de la CTM durante más de medio siglo, quien hasta los 97 años seguía controlando el movimiento sindical mexicano y era uno de los pilares más firmes del Revolucionario Institucional.
El dirigente cetemista ya no atestiguó la llegada del panista Vicente Fox a Palacio Nacional en el 2000, pues falleció tres años antes, el 21 de junio de 1997, cuando la oposición comenzó a ganar espacios de poder como la mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Sin embargo, desde la sucesión presidencial de 1988 –en la que Carlos Salinas de Gortari sucedió mediante una elección fraudulenta a Miguel de la Madrid Hurtado–, el jerarca del sindicalismo charro, quien tenía el privilegio de “destapar” cada seis años al candidato de su partido, ya tenía indicios de la debacle priista que se avecinaba.
La oposición no necesitó de las armas de fuego para desplazar al PRI del poder. Los propios priistas excluidos se encargaron de debilitar al partido que gobernó al país ininterrumpidamente desde 1929 hasta el 2000. En la víspera de la sucesión de 1988 surgió una corriente democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el exdirigente nacional Porfirio Muñoz Ledo que no sólo fracturó al priismo sino que, en alianza con otras fuerzas partidistas minoritarias, construyeron un Frente Democrático Nacional para impulsar la candidatura del hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Río, uno de los íconos de la historia de México por haber decretado la expropiación petrolera en 1938.
Ante la denuncia de fraude electoral, Salinas de Gortari, para legitimarse en el poder, tuvo que hacer concesiones a la oposición. La principal fue quitarle a la Secretaría de Gobernación la organización de los comicios y crear un instituto electoral autónomo ciudadanizado.
El PRI todavía gobernó un sexenio más, de 1994 al 2000 con Ernesto Zedillo, pero perdió otros espacios de poder a partir de 1997. Entre ellos, la mayoría en la Cámara de Diputados, el gobierno de la Ciudad de México que ganó Cárdenas abanderado por el recién fundado PRD, y las primeras gubernaturas, como la de Baja California Norte, que en 1989 se le entregó a Ernesto Ruffo, del PAN.
En el 2000 por fin se dio la alternancia en la Presidencia de la República con Fox, quien no pudo imponer como candidato a Santiago Creel, su secretario de Gobernación, pues se les atravesó su exsecretario de Energía, Felipe Calderón, quien arribó a Palacio Nacional en medio de una fuerte crisis política por la denuncia de fraude electoral de Andrés Manuel López Obrador, quien había sido abanderado por el PRD, PT y Convergencia –ahora Movimiento Ciudadano–, liderado por Dante Delgado.
En 2012, para no entregarle el poder a López Obrador, Calderón impulsó como candidata del PAN a su exsecretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, facilitándole el triunfo al exgobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, del PRI.
Con el retorno del Revolucionario Institucional a la Presidencia de México se auguraban más sexenios en el poder, pues con Peña Nieto surgió una camada de gobernadores jóvenes que presumían encarnar al “nuevo PRI”. Pero sus desastrosas y corruptas administraciones, como las de Javier Duarte de Ochoa, en Veracruz, y de César Duarte Jáquez, en Chihuahua, actualmente ambos en prisión, volvieron a sepultar al partido tricolor.
En 2018, Peña Nieto y varios gobernadores priistas terminaron por concertar sus respectivas salidas sin ajustes de cuentas, facilitando por fin el arribo de López Obrador a la Presidencia, luego de los dos fallidos intentos de 2006 y 2012.
Ahora, en esta segunda administración de la 4T que preside Claudia Sheinbaum, está por verse si Morena logra mantener la cohesión de sus grupos internos que han iniciado muy anticipadamente una soterrada pugna por los principales espacios de poder.
En 2027, dentro de año y medio, habrán de elegirse gobernadores en 17 de los 32 estados del país, en 13 de los cuales gobierna Morena (Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas), en tres el PAN (Aguascalientes, Chihuahua y Querétaro) y en uno Movimiento Ciudadano (Nuevo León).
El líder del Senado, Adán Augusto López, muy allegado a AMLO, busca colocar algunos peones para su proyecto presidencial.
Pero el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, alfil de la presidenta Sheinbaum, tiene en jaque al exgobernador de Tabasco y exsecretario de Gobernación por sus presuntos nexos con el grupo criminal de “La Barredora”. Igual como tiene en un puño, por su vínculo sindical con Edgar Rodríguez, (a) El Limones –detenido la semana anterior por extorsión a empresarios y productores de Durango y Coahuila–, a Pedro Haces, líder de la CATEM y principal financiador y operador político del líder de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, cuyo hermano menor, el senador Saúl Monreal, fue obligado a declinar de su aspiración para suceder a su hermano David en la gubernatura dentro de un par de años. Quien se perfila para la candidatura de Morena es el diputado federal Ulises Mejía Haro, a quien dos encuestas recientes –una de De las Heras Demotecnia, publicada el 5 de septiembre pasado, y ayer otra de la encuestadora Enkoll que realizó para el diario El Universal– lo posicionan al frente de las preferencias y como “la opción más honesta y cercana a la gente, marcando un claro contraste con el desgaste de otras figuras políticas”.
Los resultados del estudio de De las Heras Demotecnia, realizado del 30 de agosto al 1 de septiembre de 2025, reflejan un contundente deseo de cambio. Mientras que la intención de voto para Morena se mantiene sólida con un 36%, el respaldo dentro del partido se ha inclinado decisivamente hacia Mejía Haro. Los números lo colocan a la cabeza de la contienda interna con un 23% de las preferencias para encabezar la alianza, una ventaja que duplica la de su competidor más cercano, Saúl Monreal Ávila, quien se queda con un 11%.
La brecha entre ambos perfiles es notable. Saúl Monreal, aunque es el más reconocido con un 85% de conocimiento, enfrenta el mayor índice de rechazo ciudadano, un reflejo del desgaste de la “marca Monreal” en el estado. En contraposición, Ulises Mejía Haro, con un 60% de conocimiento, goza de la más alta opinión positiva con un 35%, lo que subraya la conexión y la confianza que ha logrado generar en la población.
La encuesta profundiza en las percepciones ciudadanas, y aquí es donde el liderazgo de Mejía Haro se consolida aún más. Los zacatecanos lo identifican como el más honesto, el más cercano a la gente y el que más cumple sus promesas. Estos atributos, que son los pilares de su popularidad, le dan una ventaja decisiva en la carrera electoral. De hecho, un 22% de los encuestados lo considera la persona más apta para ser el próximo gobernador, consolidándolo como el perfil más fuerte de cara a 2027.
El panorama político en Zacatecas está en pleno movimiento. Los datos de De las Heras no solo sugieren un cambio de ciclo, sino que también confirman la emergencia de un nuevo liderazgo que rompe con las estructuras tradicionales. Este fenómeno se alinea con la visión del partido a nivel nacional, que ha hecho un llamado a la renovación y a evitar que los puestos de poder se trasmitan por herencia o favoritismo familiar, lo que ha venido demandando la presidenta Claudia Sheinbaum desde el inicio de su gestión.
La otra encuesta, publicada ayer por El Universal, también posiciona al diputado Mejía Haro como el perfil más competitivo dentro de Morena rumbo a la gubernatura de Zacatecas, al liderar la contienda interna con 39% de la preferencia efectiva y encabezando todos los atributos evaluados, siendo el único aspirante que alcanza el puntaje máximo (10 de 10) en la metodología de valoración interna del partido.
Según la encuesta de Enkoll, si hoy se realizara la votación para elegir gobernador o gobernadora de Zacatecas, Morena obtendría 38% de la preferencia efectiva, mientras que Movimiento Ciudadano alcanzaría 20%; el PRI 15%; el PAN 12%; el PT 5% y tanto el PVEM como el PRD 4%, respectivamente, además de 2% para el partido local Nueva Alianza.
Y, en la medición interna, Mejía Haro supera a Verónica Díaz y a Geovanna Bañuelos, ambas con 13%, así como a José Narro, con 11%. Mejía también lidera en honestidad, cercanía, conocimiento del estado y percepción de cumplimiento, la batería de indicadores que Morena utiliza para definir a su candidatura.
La gran interrogante es si deveras todos los grupos de poder al interior de Morena que se sientan desplazados van a apoyar a los candidatos de su partido. Ya lo sabremos en 2027, la antesala de la sucesión presidencial de 2030.
El dirigente cetemista ya no atestiguó la llegada del panista Vicente Fox a Palacio Nacional en el 2000, pues falleció tres años antes, el 21 de junio de 1997, cuando la oposición comenzó a ganar espacios de poder como la mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Sin embargo, desde la sucesión presidencial de 1988 –en la que Carlos Salinas de Gortari sucedió mediante una elección fraudulenta a Miguel de la Madrid Hurtado–, el jerarca del sindicalismo charro, quien tenía el privilegio de “destapar” cada seis años al candidato de su partido, ya tenía indicios de la debacle priista que se avecinaba.
La oposición no necesitó de las armas de fuego para desplazar al PRI del poder. Los propios priistas excluidos se encargaron de debilitar al partido que gobernó al país ininterrumpidamente desde 1929 hasta el 2000. En la víspera de la sucesión de 1988 surgió una corriente democrática encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el exdirigente nacional Porfirio Muñoz Ledo que no sólo fracturó al priismo sino que, en alianza con otras fuerzas partidistas minoritarias, construyeron un Frente Democrático Nacional para impulsar la candidatura del hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Río, uno de los íconos de la historia de México por haber decretado la expropiación petrolera en 1938.
Ante la denuncia de fraude electoral, Salinas de Gortari, para legitimarse en el poder, tuvo que hacer concesiones a la oposición. La principal fue quitarle a la Secretaría de Gobernación la organización de los comicios y crear un instituto electoral autónomo ciudadanizado.
El PRI todavía gobernó un sexenio más, de 1994 al 2000 con Ernesto Zedillo, pero perdió otros espacios de poder a partir de 1997. Entre ellos, la mayoría en la Cámara de Diputados, el gobierno de la Ciudad de México que ganó Cárdenas abanderado por el recién fundado PRD, y las primeras gubernaturas, como la de Baja California Norte, que en 1989 se le entregó a Ernesto Ruffo, del PAN.
En el 2000 por fin se dio la alternancia en la Presidencia de la República con Fox, quien no pudo imponer como candidato a Santiago Creel, su secretario de Gobernación, pues se les atravesó su exsecretario de Energía, Felipe Calderón, quien arribó a Palacio Nacional en medio de una fuerte crisis política por la denuncia de fraude electoral de Andrés Manuel López Obrador, quien había sido abanderado por el PRD, PT y Convergencia –ahora Movimiento Ciudadano–, liderado por Dante Delgado.
En 2012, para no entregarle el poder a López Obrador, Calderón impulsó como candidata del PAN a su exsecretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, facilitándole el triunfo al exgobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, del PRI.
Con el retorno del Revolucionario Institucional a la Presidencia de México se auguraban más sexenios en el poder, pues con Peña Nieto surgió una camada de gobernadores jóvenes que presumían encarnar al “nuevo PRI”. Pero sus desastrosas y corruptas administraciones, como las de Javier Duarte de Ochoa, en Veracruz, y de César Duarte Jáquez, en Chihuahua, actualmente ambos en prisión, volvieron a sepultar al partido tricolor.
En 2018, Peña Nieto y varios gobernadores priistas terminaron por concertar sus respectivas salidas sin ajustes de cuentas, facilitando por fin el arribo de López Obrador a la Presidencia, luego de los dos fallidos intentos de 2006 y 2012.
Ahora, en esta segunda administración de la 4T que preside Claudia Sheinbaum, está por verse si Morena logra mantener la cohesión de sus grupos internos que han iniciado muy anticipadamente una soterrada pugna por los principales espacios de poder.
En 2027, dentro de año y medio, habrán de elegirse gobernadores en 17 de los 32 estados del país, en 13 de los cuales gobierna Morena (Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas), en tres el PAN (Aguascalientes, Chihuahua y Querétaro) y en uno Movimiento Ciudadano (Nuevo León).
El líder del Senado, Adán Augusto López, muy allegado a AMLO, busca colocar algunos peones para su proyecto presidencial.
Pero el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, alfil de la presidenta Sheinbaum, tiene en jaque al exgobernador de Tabasco y exsecretario de Gobernación por sus presuntos nexos con el grupo criminal de “La Barredora”. Igual como tiene en un puño, por su vínculo sindical con Edgar Rodríguez, (a) El Limones –detenido la semana anterior por extorsión a empresarios y productores de Durango y Coahuila–, a Pedro Haces, líder de la CATEM y principal financiador y operador político del líder de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, cuyo hermano menor, el senador Saúl Monreal, fue obligado a declinar de su aspiración para suceder a su hermano David en la gubernatura dentro de un par de años. Quien se perfila para la candidatura de Morena es el diputado federal Ulises Mejía Haro, a quien dos encuestas recientes –una de De las Heras Demotecnia, publicada el 5 de septiembre pasado, y ayer otra de la encuestadora Enkoll que realizó para el diario El Universal– lo posicionan al frente de las preferencias y como “la opción más honesta y cercana a la gente, marcando un claro contraste con el desgaste de otras figuras políticas”.
Los resultados del estudio de De las Heras Demotecnia, realizado del 30 de agosto al 1 de septiembre de 2025, reflejan un contundente deseo de cambio. Mientras que la intención de voto para Morena se mantiene sólida con un 36%, el respaldo dentro del partido se ha inclinado decisivamente hacia Mejía Haro. Los números lo colocan a la cabeza de la contienda interna con un 23% de las preferencias para encabezar la alianza, una ventaja que duplica la de su competidor más cercano, Saúl Monreal Ávila, quien se queda con un 11%.
La brecha entre ambos perfiles es notable. Saúl Monreal, aunque es el más reconocido con un 85% de conocimiento, enfrenta el mayor índice de rechazo ciudadano, un reflejo del desgaste de la “marca Monreal” en el estado. En contraposición, Ulises Mejía Haro, con un 60% de conocimiento, goza de la más alta opinión positiva con un 35%, lo que subraya la conexión y la confianza que ha logrado generar en la población.
La encuesta profundiza en las percepciones ciudadanas, y aquí es donde el liderazgo de Mejía Haro se consolida aún más. Los zacatecanos lo identifican como el más honesto, el más cercano a la gente y el que más cumple sus promesas. Estos atributos, que son los pilares de su popularidad, le dan una ventaja decisiva en la carrera electoral. De hecho, un 22% de los encuestados lo considera la persona más apta para ser el próximo gobernador, consolidándolo como el perfil más fuerte de cara a 2027.
El panorama político en Zacatecas está en pleno movimiento. Los datos de De las Heras no solo sugieren un cambio de ciclo, sino que también confirman la emergencia de un nuevo liderazgo que rompe con las estructuras tradicionales. Este fenómeno se alinea con la visión del partido a nivel nacional, que ha hecho un llamado a la renovación y a evitar que los puestos de poder se trasmitan por herencia o favoritismo familiar, lo que ha venido demandando la presidenta Claudia Sheinbaum desde el inicio de su gestión.
La otra encuesta, publicada ayer por El Universal, también posiciona al diputado Mejía Haro como el perfil más competitivo dentro de Morena rumbo a la gubernatura de Zacatecas, al liderar la contienda interna con 39% de la preferencia efectiva y encabezando todos los atributos evaluados, siendo el único aspirante que alcanza el puntaje máximo (10 de 10) en la metodología de valoración interna del partido.
Según la encuesta de Enkoll, si hoy se realizara la votación para elegir gobernador o gobernadora de Zacatecas, Morena obtendría 38% de la preferencia efectiva, mientras que Movimiento Ciudadano alcanzaría 20%; el PRI 15%; el PAN 12%; el PT 5% y tanto el PVEM como el PRD 4%, respectivamente, además de 2% para el partido local Nueva Alianza.
Y, en la medición interna, Mejía Haro supera a Verónica Díaz y a Geovanna Bañuelos, ambas con 13%, así como a José Narro, con 11%. Mejía también lidera en honestidad, cercanía, conocimiento del estado y percepción de cumplimiento, la batería de indicadores que Morena utiliza para definir a su candidatura.
La gran interrogante es si deveras todos los grupos de poder al interior de Morena que se sientan desplazados van a apoyar a los candidatos de su partido. Ya lo sabremos en 2027, la antesala de la sucesión presidencial de 2030.