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Columnas y artículos de opinión
Urge una rectificación
Helí Herrera Hernández
26 de noviembre de 2018
alcalorpolitico.com
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twitter: HELIHERRERA.es
 
Este sábado primero de diciembre toma posesión Andrés Manuel López Obrador como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Un sueño acariciado desde hace trece años y que se concreta con casi el doble del apoyo popular que recibió en su segunda campaña de 2012. ¡treinta millones de votos!
 
El discurso contra la mafia del poder, encabezada por Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox, Felipe Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto, los dueños de los poderes fácticos como Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga Jean, Olegario Vázquez Aldir; contra los caciques sindicales Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps lo fortaleció cuantitativa y cualitativamente. Se convirtió en todos estos 13 años de lucha en el Robin Hood, en el hombre que iba ajusticiar a los grandes capitalistas en México para favorecer a los más pobres y necesitados.

 
Con el transcurso de los años de lucha ininterrumpida, López Obrador fue convirtiéndose en el adalid que vendría hacer justicia al pueblo de México, porque demostraba no tener temor a las críticas que le realizaba al Ejército nacional cuando lo acusaba de violentar los derechos humanos y sentenciaba, que, de ganar la primera magistratura, los remitiría a los cuarteles. Pasó a ser el hombre baluarte de los movimientos sociales, el defensor de los derechos humanos violentados por los distintos cuerpos policiacos, y le creyeron millones de compatriotas, le creímos que de ser Presidente de la republica iba acabar con la corrupción, investigando y castigando con cárcel a todos aquellos políticos que se hayan robado el dinero público que sólo administraban, o cobrando por traficar con sus influencias.
 
Por ello se explica el ascenso, elección tras elección, de López Obrador. En 2006 obtiene 14 millones, 756, 350 votos; en 2012 quince millones 500 mil sufragios, y en la de este año 30 millones. Sus promesas de campaña fueron contundentes, le hicieron ganar la simpatía, el apoyo y hasta la idolatría de estos millones de mexicanos, que en las redes sociales se convirtieron en voceros y defensores de su campaña, inclusive.
 
Pero ahora ha llegado la hora de la verdad. Ha llegado el momento en que AMLO no debe desilusionar a esa base social que lo hizo triunfar y que, siendo sinceros, ya empiezan a cuestionarlo por las decisiones y acciones que viene realizando, mostrando un deslinde de los compromisos que lo hicieron conquistar millones de voluntades a su causa, la causa de la izquierda en México, la causa del pueblo de México.

 
Lo he dicho siempre: una cosa es ser candidato y otra funcionario, y esa regla parece alcanzar al mismísimo Obrador, que aun antes de tomar posesión ha iniciado un sinuoso camino que lo coloca en el ojo del huracán, por las decisiones que ha venido tomando: criticar a la mafia del poder, encabezada por Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto, y ahora perdonarlos, bajo el pobre argumento que "no es su fuerte la venganza, y que no alcanzarían las cárceles y los ministerios públicos para meter a tantos pillos". ¿Cuántos mexicanos votaron por él para que sí lo hiciera?
 
Cuanto criticó a los dueños de las televisoras, a quienes acusó de ser los artífices de la guerra sucia de 2006, cuando inundaron sus canales con el estribillo "López Obrador es un peligro para México", acusándolos, además, de evadir impuestos, como para que ahora los nombre sus asesores, y un inmenso sector social que votó por él se sienta traicionado con ello.
 
¿Y qué decir de la enorme contradicción de acusar de corruptos a los constructores del nuevo Aeropuerto Internacional de la ciudad de México, y ahora anunciar que les está dando obra para el de Santa Lucía?

 
¿Dónde se nos extravió don Andrés?, aquel que alguna vez dijo que preferiría perder la elección de 2006, antes que aceptar el ofrecimiento de la maestra Elba Esther Gordillo de trabajar para que ganara esa elección, por ser una lideresa charra y corrupta, y hoy le limpió el camino para que asuma de nueva cuenta el liderazgo del sindicato más importante de América Latina, el SNTE.
 
¿Y su posición con Carlos Romero Deschamps de perdón?
 
Lo expreso con sinceridad, como aquel cogito hominem que votó dos veces por López Obrador de manera reflexionada: el nuevo presidente, el que rendirá protesta en cinco días, ha iniciado un peligroso distanciamientos de las masas que lo llevaron al poder, se está divorciando de ellas, y ello enfila a un Presidente de México que ya no llega tan fuerte como el día que ganó la elección el primero de julio, porque ha empezado a desilusionar a centenas de miles de sus simpatizantes que se sienten traicionados, al observar que la luna de miel prometida con ellos, se empieza a dar con aquellas minorías que les han provocado una vida llena de penurias, sinsabores, amarguras e insatisfacciones a sus derechos humanos básicos como son la comida, la salud, la vivienda, la educación y la paz.

 
Por el bien de México, como lo dijera él, espero una rectificación. Nada me daría mas gusto que escribir una nueva columna rectificándome yo mismo.