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Columnas y artículos de opinión
Valores
Helí Herrera Hernández
17 de diciembre de 2018
alcalorpolitico.com
[email protected]
twitter:HELIHERRERA.es
 
El problema no es legal
 
El problema no es sí los salarios que perciben todos los miembros del Poder judicial Federal y estatales, son constitucionales o no, porque precisamente allí están amparados.

 
El problema de los insultantes salarios de todos los miembros de ese poder es que son INMORALES.
 
Y si todos los que los cobran tuvieran un tantito de VALORES los rechazarían, como hubieran rechazado toda la clase política que ha gobernado este país los que también cobraron, pero más, los dineros que fluyen por debajo de la mesa, los que corrompen a cambio de favores, de beneficios para los que los ofrecen, y que son estratosféricamente superiores a los nominales.
 
No, este país está como está por la ausencia de valores, que se extraviaron en la educación que se impartía en la casa y en la escuela.

 
Hagamos memoria, como fuimos educados los nacidos en el siglo pasado y hasta la década de los ochenta, tanto en nuestro hogar como en la escuela a la que asistimos donde la disciplina, el regaño y el castigo eran parte fundamental de nuestra formación.
 
Hoy todo eso se ha perdido. En la casa los papás se hacen los desatendidos, ya no tienen tiempo para compartir las tareas con sus hijos, para preguntarles cómo les fue en el día, qué tarea les dejaron, y enseñarles a sus vástagos que limpien su recámara, que laven los platos donde comieron, que lean un rato. La tecnología nos alcanzó y el celular desplazó las charlas en el desayuno, en la comida o en la cena. Ya no se cruza palabra entre los sentados en la mesa si es que llegan a serlo, porque ahora los hijos no están el mayor tiempo en su casa, llegan noche, tomados, con alguna droga en el cuerpo lo que los ha hecho irresponsables.
 
Cuando arriban a la edad adulta y empiezan a trabajar, buscan la manera más fácil de allegarse recursos, no importa el cómo, sino enriquecerse, sin importarles si hay que pasar por encima de los demás. Y así este país empezó a torcerse hasta tener el México que hoy padecemos, del que despotricamos y criticamos, pero que hemos contribuido algunos menos, otros más a lo que es.

 
Tan se ve mal que los ministros de La Suprema Corte de Justicia de la nación ganen más de 550 mil pesos mensuales, como que gracias a la corrupción, hombres y mujeres de la iniciativa privada concentren miles de millones de dólares por la explotación que hacen de sus trabajadores, o por la especulación de sus productos para que estos suban de precio, bajo el amparo de las autoridades municipales, estatales o federales.
 
Le costará muchísimo trabajo, no sólo a don Andrés Manuel, sino a todos aquellos que quieran transformar a México, lograrlo. Serán décadas, óiganlo bien, porque el propio sistema obstaculizará todos los intentos de gente buena que quiera hacerlo.
 
La corrupción sentó sus reales, y mientras en las más altas esferas del poder público esté enquistada, su extirpación no será nada fácil.

 
Si quienes deberían de poner el ejemplo, o dar los primeros pasos para lograrlo se aferran a sus privilegios, los demás tendrán ese justificante para no hacerlo.
 
El asunto de los insultantes salarios de los ministros es cuestión MORAL, de que que estos hombres y mujeres se pusieran un ratito a pensar que hay niños que en este país se están muriendo por no tener alimentos, mientras ellos no saben en qué gastarse sus cientos de miles de pesos que mes tras meses disfrutan por ponerse la toga.
 
Que no me escriba alguien en un rato que trabajo y sacrificio les ha costado, porque todos y todas han llegado a ese tribunal, a propuesta de los presidentes de la República en turno. O sea, por recomendación, y a cambio de devolverles el favor más adelante.

 
Para tener MORAL, hay que tener VALORES. Y esos, sólo con una buena educación en casa y en la escuela se logran.
 
Nada más lejano en México de conseguirlos.