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Columnas y artículos de opinión
La política rebasó a la ciencia
Helí Herrera Hernández
13 de julio de 2020
alcalorpolitico.com
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twitter: HELIHERRERA.es
 
Para cuando usted esté leyendo este artículo, México habrá superado los 300 mil contagios positivos de covid-19, y las 35 mil defunciones.
 
En la última semana, cada dos minutos una persona murió por covid-19 en México, mientras que cada 14 segundos una persona se contagió. Según datos de la Secretaría de Salud, sólo del 3 al 10 de julio 4,348 personas murieron y 43,923 adquirieron coronavirus.

 
La pandemia está descontrolada, se le fue de las manos a las autoridades sanitarias del gobierno federal y, de no rectificar, las estadísticas serán catastróficas porque hay entidades federativas que no han llegado ni siquiera al pico de la misma.
 
Faltó un verdadero capitán para poder capotear esta terrible tormenta. La política rebasó a la ciencia.
 
Tanto contagio y tanta muerte han sido como resultado de la confusión que permea al gobierno mismo, donde unos promueven el uso del cubrebocas y otros alientan a que no lo hagamos, y desde luego, a las medidas poco rigoristas que las autoridades estatales y municipales, derivado de esas confusiones, no han puesto en práctica, lo que ha generado escenas dantescas donde observamos en la televisión y en las redes sociales, cómo hombres y mujeres están muriendo en las calles, dado que los hospitales ya no reciben a los enfermos, bajo el pretexto de que no tienen espacio en los nosocomios.

 
Tenemos que actuar. Empezando con nosotros mismos, tomando conciencia del verdadero peligro que se corre de salir a la calle sin las medidas de protección necesarias para no contagiarnos o contagiar. Si tenemos que trabajar hagámoslo con el cubre-bocas, llevando el gel antibacterial, no saludando de mano a nuestros compañeros y compañeras de trabajo, y no reunirnos con ellos sin guardar la debida distancia; y si es posible que te puedas quedar en tu casa, ya porque desarrolles tu trabajo desde allí, o porque tu situación laboral te lo permita, hacerlo. He afirmado a infinidad de amigos y compañeros que la mejor vacuna contra el coronavirus es el aislamiento.
 
Estados como Tabasco, Nayarit y Nuevo León están llegando a un punto crítico sus sistemas de salud. Ya no tienen disponibilidad de camas generales ni de cuidados intensivos. En Zihuatanejo, el hospital del IMSS está al 100 por ciento de ocupación; en Mérida igual, ya no hay una sola cama disponible, mientras que en Baja California Sur, el gobernador Carlos Mendoza Davis alertó que ya no hay médicos ni enfermeras para atender enfermos de coronavirus, e insisto, aún no llegan a la cresta de la pandemia como está sucediendo en otros estados más.
 
Hasta hace dos meses (abril-mayo), la gente pensaba que el covid-19 era un invento como el chupacabras, que no existía, y hasta se burlaban de los que les pedían extremaran su aseo personal: “aquí no se ha visto nada de eso” afirmaban; ahora, ya es común enterarnos de algún vecino o vecina nuestro que falleció por covid-19, y ni qué decir de los contagiados.

 
La vacuna esta aún lejos. Independientemente que los laboratorios Astra Zeneca anunciaron en su pagina web el pasado viernes, que la primera vacuna para el covid-19 circulará en el mes de septiembre, el problema ahora será el acaparamiento que las naciones industrializadas hagan de esta vacuna desarrollada por la universidad de Oxford, y luego, en segundo término, el costo de la misma, dado que pudiera ser que no esté al alcance de toda la población.
 
Estamos a dos meses de que este gran descubrimiento esté en el mercado, pero quizás a varios más de que el mismo se encuentre al alcance de humanidad, por su precio.
 
Por eso estimados lectores el exhorto a extremar precauciones. Ya el mismo Hugo López Gatell admitió el viernes 10 que los rebrotes están a todo lo largo y ancho del país, y aunque ahora culpa a los gobiernos estatales, lo cierto es que tanto los contagios como las muertes pueden multiplicarse y alcanzar cifras inimaginables, porque el sistema hospitalario nacional se encuentra a un tris de ser rebasado por completo, y si tomamos en consideración que el índice de letalidad en México es el segundo más alto del mundo con (11.8%), solo después de Reino Unido (datos de la universidad Johns Hopkins), las consecuencias fatídicas serán terroríficas.