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Columnas y artículos de opinión
Esperanza y decepción
Helí Herrera Hernández
20 de julio de 2020
alcalorpolitico.com
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twitter: HELÍHERRERA.es
 
¡Vaya tomada de pelo que nos dieron las autoridades federales con el caso Emilio Lozoya!
 
Justo cuando creíamos que con la extradición del exdirector de la petrolera mexicana PEMEX, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador iniciaría el castigo con todos aquellos exfuncionarios que robaron y destruyeron la otrora poderosa empresa estatal, que por décadas le dio centenas de miles de millones de dólares a los gobiernos prianistas, para que la economía mexicana no colapsara, sucede que el ciudadano venía anémico de España y lo trasladan al hospital Ángeles del Pedregal (el más lujoso de la Ciudad de México).

 
Por la noche nos enteramos que las autoridades judiciales Ibéricas desmintieron tal falacia, precisando que allá no presentó ningún problema de salud, y que lo entregaron a las autoridades de la Fiscalía General de la República (FGR) de México en perfecto estado de salud, lo que viene a confirmar la treta urdida por Alejandro Gertz Manero (desde luego consultada con ya sabes quien, porque eso de que la FGR es autónoma solo se los creerán los militantes de la 4T), de darle privilegios a un pájaro de cuenta que fue artífice de la debacle de la industria insignia de los gobiernos que aplicaron el modelo desarrollista en México.
 
¿Cómo creerles entonces a los funcionarios del nuevo gobierno federal de que ellos son diferentes a los prianistas, cuando ejecutan las mismas artimañas que sus antecesores, y consienten a los delincuentes de cuello blanco, concediéndoles zonas de confort fuera de los reclusorios y/o dentro de ellos?
 
Cuando detienen a la maestra Elba Esther Gordillo se enfermó en menos de 24 horas de hepatitis C; al exgobernador de Tabasco Andrés Granier le resultó de la noche a la mañana una cardiopatía; a Juan Collado, abogado de Raúl Salinas de Gortari y detenido por fraudes, se enfermó ipso facto de una arritmia, y al beneficiario del gobierno peñanietista, con sonados contratos fraudulentos Alonso Ancira, casi casi un coma diabético. Y todo para no pisar por un buen lapso de tiempo la cárcel.

 
El viernes, tal cual si estuvieran filmando una película para Netflix engañaron a todo México disfrazando a una persona de Emilio Lozoya, lo subieron a una suburban blindada en medio de un aparatoso convoy, y se fueron al reclusorio norte, cuando al verdadero truhán lo trasladaban a la zona VIP del hospital Ángeles del Pedregal.
 
¿Qué sigue?
 
¿Que con ese trato que le da la Fiscalía General de la República en principio, y más tarde la Secretaría de Gobernación, encargada de los reclusorios en el país, no le finque ninguna responsabilidad Emilio Lozoya a Enrique Peña Nieto, porque apenas la semana pasada lo volvió a reiterar el presidente de México, que el expresidente es intocable, vaya usted a saber por qué, a pesar de todos los latrocinios que ejecutó?

 
¡Ese es el quid pro quo, no me cabe la menor duda en este pútrido caso!