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Columnas y artículos de opinión
¡Que lo regale, al fin... que no es nuestro!
Luciano Blanco González
15 de julio de 2022
alcalorpolitico.com
La visión de gobierno que cada Presidente de la Republica tiene sobre el presente y el futuro del país, es la inspiración para direccionar el gasto público y gastar en obras que le dan presencia histórica a cada régimen.

México ahora como país soberano, rechaza a través de su presidente las viejas ataduras que recientemente nos hacían dóciles dependientes frente a las potencias que, con el señuelo de traernos riquezas y empleo, se apoderaron de grandes áreas de la economía nacional.

Desafortunadamente nuestra riqueza ahí está a cada paso de cada quien, en el subsuelo, petróleo, oro, plata, gas y un sinfín de minerales preciosos que son codiciados en los grandes mercados internacionales y que para nosotros pueden no representar más que parte de una reseña estadística, pues nada de ello es nuestro, todo es de la nación que lo explota o lo concesiona para gusto y placer de bolsillos ajenos.


Tampoco somos dueños del sol, del aire y del agua que nos genera energía solar, eólica e hidráulica.

Si es para la gran bolsa de la nación el presidente en turno lo destinará para gastar en fines que considera prioritarios, así, con la riqueza se invierte primero para la seguridad, esto es, el Ejército que constitucionalmente tiene la gran misión de salvaguardar la seguridad nacional y protegernos de cualquier invasión extranjera, para ello se adquieren sofisticados y carísimos armamentos tradicionales y modernos, aviones, tanques, rifles, pistolas, balas, radares, barcos, cuarteles, casas para los oficiales y para la tropa, salarios para ellos que en número son aproximadamente 300 000 efectivos mas los retirados con su jubilación.

Como somos un país pacífico, la última batalla con fuerzas extranjeras fue en el puerto de Veracruz para repeler la invasión de los Estados Unidos en 1914 y en un imaginario contra Japón en la Segunda Guerra Mundial con el legendario escuadrón 201 allá en Filipinas y de ahí reiteradamente para reprimir al pueblo, así se hizo en contra de los Cristeros en su guerra santa en contra del gobierno, en contra de los campesinos en su movimiento agrario en 1958, en el mismo año en contra de los obreros ferrocarrileros de Rubén Jaramillo y en contra de los maestros de Otón Salazar.


Luis Echeverría los utilizó para reprimir a los estudiantes en 1968 en aquella histórica matanza de jóvenes y el batallón Olimpia, o en el 72 en que se afirma que soldados disfrazados de civiles reprimieron una marcha, con el grupo paramilitar al que el pueblo denominó “Los Halcones”.

Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, lo utilizaron para combatir a la delincuencia organizada, principalmente a los carteles de la droga. Este aparato desde hace más de cien años ha jugado el importante papel de disuadir, con su presencia, cualquier intento de invasión o cuando menos para frenar los apetitos imperialistas para despojarnos de más territorio.

De ahí que el Ejército no es una fuerza ociosa, nuestro Presidente le ha asignado diversas tareas que nada tienen que ver con el uso de las armas, en algunos casos los ha degradado como albañiles o cargadores, pero en otras, apoyado en su honor, lealtad y honradez los ha exaltado encargándoles importantes puestos administrativos en aduanas, aeropuertos, carreteras, bancos, tanto que es admirable como los hizo abandonar la comodidad del cuartel por el trabajo en beneficio de la sociedad y del país.


Algunos otros mandatarios han invertido esa riqueza en educación levantando grandes universidades y tecnológicos, enormes planteles de educación para los niños y para los jóvenes, institutos para la capacitación y superación de los maestros, equipos de laboratorio, actualización tecnológica con la educación virtual, inclusive hubo un plan para entregarle computadoras a todos los alumnos y enseñarles idiomas alternos como el inglés en todas las primarias.

Así, cada presidente utiliza nuestro dinero en obras diversas como hospitales, carreteras, puentes, caminos, calles, drenajes, grandes presas, apoyo al campo y a la industria, otros se han dado el lujo de condonar impuestos como estímulo a las empresas para generar empleos, otros con bancos agropecuarios, o instituciones financieras del estado para promover la construcción de infraestructura.

Nuestro actual presidente se ha ido por lo estrictamente humano con sus programas del Bienestar, apoya a los campesinos con los programas de sembrando vida, que al tiempo redituará un país verde por el número de árboles que se están sembrando y asegura los frijoles en la mesa de la gente del campo, a la vez que los arraiga.


Apoya a los estudiantes pobres con becas para que puedan salir adelante, a los ancianos con una pensión decorosa y estimula a los jóvenes para que se preparen y se alejen de caer en las manos de la delincuencia.

Nunca imaginó el presidente que iba a tener problemas tan difíciles de resolver como la pandemia y la crisis económica mundial que está llevando a las principales potencias a una recesión, que hace poco menos de un siglo no vivían a pesar de las guerras, ahora es el momento de las devaluaciones, de la inflación, de la escasez de insumos en la industria por la ruptura de las cadenas de suministro.

Todo esto ya lo hemos vivido, llorando como perros en la época de López Portillo y el vuelo de los capitales golondrinos paliados por Miguel de la Madrid, con los pactos contra la inflación y los subsidios a los productos básicos como el gas, la tortilla, o la fórmula mágica de Salinas de Gortari quitándole tres ceros al peso, haciéndonos sentir millonarios, o con Ernesto Zedillo, cuya estrategia hizo quebrar miles de empresas y empobreció a toda la población, fueron aquellos tiempos del Fobaproa y el Barzón, aquellas experiencias que no quisiéramos vivir de nuevo y que amenazan con presentarse más violentas, si el capitán del barco no sujeta el timón con la fuerza necesaria.


Lo cierto es que la inflación la sentimos diariamente en nuestro bolsillo cuando pagamos cualquier producto o servicio, el dinero ya no alcanza porque la moneda está devaluada, solo que estamos más entretenidos con el circo mediático de la sucesión y con superficialidades que nos mantienen distraídos con la esperanza inútil de que esto mejore.

Las medidas para contener la inflación han funcionado relativamente, pero para darnos una idea de la catástrofe que viviríamos basta con anotar que cada litro de gasolina está subsidiado por el gobierno con un monto de 12 pesos por litro, o sea cada litro costaría aproximadamente 34 pesos y para llenar un tanque de 40 litros tendríamos que desembolsar alrededor de $1400.00.

Ahora bien, imaginémonos las repercusiones en el costo de los productos si se aplicara el precio real en el transporte de pasajeros y de mercancías, de por si esta situación ya ha empobrecido más a la mayoría de la población que se ha visto obligada a restringir su alimentación o a cambiar su dieta adquiriendo artículos de menor cantidad proteica, aunque el pueblo dice resignado que mientras no aumente la cerveza, todo está bien.


Pero cuando vemos cómo se malgasta el dinero público que se regala sin sentido y sin beneficio para el país, pues si los migrantes se quieren ir a los Estados Unidos que se vayan, pero eso de darles dinero a países como Guatemala, Honduras, El Salvador y Cuba tenemos que pensar que algo está mal, porque en México hay mucha necesidad, pensar que a Honduras se le donen 30 millones de dólares para que implemente los programas de sembrando vida y jóvenes construyendo el futuro, a El Salvador 60 millones de dólares, pues debe de haber mucho dinero en las arcas del tesoro mexicano para que se gaste de esa manera, por ejemplo en El Salvador tenemos becados 10, 000 jóvenes que reciben 180 dólares (3800,00 pesos) mensuales y los sembradores de vida reciben 250 dólares (5000.00) mensuales cada uno. A Guatemala además se les da servicio médico gratuito a 25 mil guatemaltecos.

Esto no puede ser, nuestra gente ya está comiendo tochones porque no alcanza para la tortilla fresca, mí querido presidente debe de pensar con más cariño en el pueblo de México e implementar medidas urgentes para que cuando menos la canasta básica no se encarezca tanto y nos alcance para que comamos todos. Así como apoya a los automovilistas subsidiándoles la gasolina, como una medida transitoria inmediata debe de decretar un subsidio a la tortilla, al frijol y al aceite cuando menos.

Parece de broma, pero los tacos, las gorditas, los bocoles, los tamales, ya tienen un precio que obliga a comerse tres porque ya no alcanza para los 5, ojalá y reculemos porque luego vamos a tener que andar pidiendo prestado.


Bueno quizás ese lujo de regalar se pueda hacer mientras el barril de petróleo continúe elevado y nuestra producción sea como hasta ahorita de 1 millón 800 mil barriles multiplicados por 100 dólares, si nos alcanza para eso y para más.

Finalmente, es de celebrarse la visita del Presidente López Obrador a Washington, por fin vimos a un presidente relajado presentando la problemática regional, nótese que no fue a pedir ayuda, fue a ofrecer colaboración en un plan muy serio, en donde huso un lenguaje más formal, las crónicas no dan cuenta de las bromas y de los acertijos que normalmente usan los presidentes para agradarse, solo se dijeron lo que se tenía que decir, nada más, ambos con las cartas sobre la mesa, con sus proyectos para un mayor desarrollo regional, sin trabas, sin aranceles pero también sin resentimientos, así será. Por el bien de la causa.