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Columnas y artículos de opinión
Si pierde entregará el poder
Luciano Blanco González
26 de agosto de 2022
alcalorpolitico.com
Si los números hablaran por Andrés Manuel, concluiríamos que en materia económica tenemos uno de los mejores presidentes de los tiempos actuales, una moneda fuerte, una inflación controlada, cuya comparación con el resto de los países, nos coloca entre los países que mejor han resuelto a nivel mundial este problema exportado, producto de la guerra y de las pandemias, tenemos la inversión extranjera creciente a pesar de los problemas de seguridad pública y jurídica que nos aquejan y que seguramente en la percepción de los grandes inversionistas son intrascendentes, tanto que el conflicto por el problema energético con Canadá y Estados Unidos, no es noticia en los medios informativos del planeta.

Da la impresión de que los problemas internos son artificiales y provocados por una manipulación perversa que no comparte los giros que en política está dando el presidente, porque consideran que AMLO pretende continuar en el poder al costo que sea y, para atajarlo en su intención, lo exhiben de manera ofensiva y grosera, pero no le reconocen que hay gobernabilidad y estabilidad económica, tanto que continúa atendiendo e incrementando los programas sociales sin aplicar el temible látigo fiscal sobre los inermes y desprotegidos causantes.

Desde luego esta forma de interactuar entre los que tienen el poder y los que pretenden conquistarlo es licita y viable, porque pertenecemos a un sistema democrático que nos permite expresar nuestros puntos de vista críticos y en algunas ocasiones destructivos, otras laudatorios hasta la ignominiosa zalamería, como sea es válido mientras no cae en lo ilegal, como el intercambio verbal soez e intimidatorio que a veces reflejan en sus actores una guerra similar a las de las pandillas que sostienen enfrentamientos cavernarios entre furiosos rivales que se atacan y se defienden, se espían, se persiguen, se esconden. Se exilian, se encarcelan y en otras ocasiones llegan hasta la tenebrosa sepultura.


Nuestro presidente es un hombre audaz que diariamente adoctrina a la sociedad en general, pero hay que aceptar que lo que él dice, lo toma y lo acata quien quiera seguirlo con suma fidelidad a los principios que él reclama a la colectividad en general, entendamos él no impone a nadie conductas o comportamientos ideales ni a su propia familia.

Por eso nos da un coraje inexplicable y nos indignamos cuando se difunden maliciosamente imágenes de sus hijos con mansiones en el extranjero, viajando por el mundo, o tomando el avión para viajar a estudiar a Europa, nos hierve la sangre ver las imágenes del whatsapp o del youTube o en la televisión, en donde consumen alimentos chatarra, o luciendo finos y caros relojes, zapatos y tenis elegantes cuyo precio es inalcanzable para el común del pueblo bueno.

Entonces queremos elevar al presidente a la categoría de juez, para que juzgue a los de su casa y ahí es donde debemos reflexionar en su principio de que él no impone nada a nadie, respeta las libertades, él aconseja la conducta franciscana, esto es el vivir en la pobreza voluntaria, lo que quiere decir que para el mínimo de la existencia nos basta con un par de zapatos, una camisa, un pantalón, pero eso no es lo que él quisiera, quien pueda tener un armario lleno de suntuosas prendas de vestir que los tenga y quien puede vivir en un palacio que viva, es su gusto, son sus posibilidades.


El simbolismo verbal del presidente debe de ser justamente interpretado, la pobreza franciscana en su lenguaje es la austeridad y en estos tiempos de crisis es lo mas práctico para evitar que los cobradores anden detrás de nosotros y no tengamos que andarnos escondiendo por el gusto de vestir y calzar bien, andar como las muñecas que señalan en la calle, que van bien vestidas pero deben todo.

La administración pública sí es franciscana, no ha comprado aviones para pasear o trasladar al presidente, no se han comprado automóviles, ni yates, al equipo operativo se le está sacando hasta la última gota para que rinda y ahorrar para tener dinero y distribuirlo entre los pobres.

Cuando el presidente le propone al pueblo de México y al Congreso de la Unión su apoyo para instrumentar una reforma electoral a fondo, que califique con imparcialidad las próximas elecciones lo hace preocupado por el devenir y por que estas no sean objetadas mañosamente como él presume que se hicieron en el pasado reciente.


No quiere caídas del sistema de cómputo para arrebatar triunfos legítimos, en su memoria anida la imagen de Felipe Calderón protestando como presidente de manera subrepticia y resuenan en sus oídos los gritos de millones de ciudadanos que representados en el zócalo de la Ciudad de México le imponían la banda presidencial y lo proclamaban “Presidente Legitimo”, como forma de protesta, de rebelión por la dudosa calificación de aquella elección, de igual manera se le revelan en la memoria aquellos multitudinarios plantones en el Paseo de la Reforma, en que presumiblemente un maridaje partidista le arrebató la presidencia nuevamente.

Aquellos hechos no deben de repetirse, él es un demócrata y si le ganan no dudará en ser el primero en reconocer la derrota y entregar la banda presidencial a quien supere la votación de su partido, sea Movimiento Ciudadano o la Coalición de Va por México.

Por ahora se conjetura invencible, pero está preparado para los peores escenarios para evitar que el conservadurismo le arrebate el triunfo, por eso afina, nada de componendas, hay que depurar el Congreso y purificar el Instituto Nacional Electoral, hay que fortalecer su partido, hay que abaratar la democracia, hay que desterrar la corrupción, hay que apurar el paso, aunque los conservadores no lo entiendan y cada día le pongan grandes obstáculos, que él con su fuerza moral superará.


Finalmente, con mucha conciencia de lo que desea el presidente en cuanto a la reforma electoral, hay que apoyarlo corriendo todos los riesgos, porque en muchas propuestas tiene razón, abaratar la democracia con medidas como suprimir las anacrónicas casillas electorales tradicionales por urnas electrónicas, con lo que se ahorrarán miles de toneladas de papel la elaboración de las boletas, actas y sabanas, su transportación, almacenamiento y vigilancia, se evitarán acarreos, mapachismo y todos los trucos que se utilizan para alterar las votaciones con el relleno de urnas, urge disminuir el número de diputados y senadores, la forma de integración del consejo del INE. Como está actualmente este organismo es producto de la desconfianza y con candados antidemocráticos que imponen silencio e inmovilizan a la administración pública durante las campañas. Es momento de tenernos confianza, los mexicanos ya somos mayores de edad y somos capaces de elegir nuestro propio destino. Por el bien de la causa.