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Columnas y artículos de opinión
A pesar de Morena
Luciano Blanco González
25 de noviembre de 2022
alcalorpolitico.com
En el panorama del país se avizora, una vez más, el negro espectro que causa la división política de sus líderes que, en pos de quimeras ideológicas, lanzan a la población a confrontarse en verdaderas aventuras que desembocan en grandes y lamentables desgracias o como precio también a la recuperación de los grandes valores que nos dieron patria y libertad.

No han sido otra cosa, como se concluye de las experiencias que nos dejaron la lucha en contra de los conquistadores españoles, la guerra civil entre hermanos para liberarnos de la dictadura impuesta por Antonio López de Santa Ana, llamada la Guerra de Reforma, o la pesadilla que se desencadenó en 1910 provocando una triste estela de sangre que derramaron nuestros antepasados y que, al parecer, estamos dispuestos a seguir vertiendo en el suelo mexicano.

¿Conservadores?, quiénes son estos especímenes que han sido tan estigmatizados a lo largo de toda la historia, la deshonra se remonta al siglo XlX, en que dos partidos aspiraban a gobernar a la nación, con ideas opuestas, acerca de las medidas que debían de adoptar para mejorar la situación del país, motivo por el cual se generaron múltiples conflictos y la constante inestabilidad social y económica.


Fue la derrota de México durante la guerra contra los Estados Unidos en 1848, que concluyó con la firma de los Tratados de Guadalupe, con lo que se perdió más de la mitad del territorio nacional y estando en peligro la existencia misma de México como nación, lo que ocasionó el surgimiento del Partido Liberal y del Partido Conservador que después de este evento, sus principales líderes ante el panorama desolador del país, mutilado en su territorio, una economía quebrada y una sociedad dividida, diseñaron proyectos de nación diferentes que esperanzaban a México, prometiéndole salvarlo y conducirlo a la prosperidad y nuevamente a la gloria.

Así, los conservadores se inclinaban por un gobierno central (¿centralismo?), sin otro poder que le hiciera contrapeso o equilibrara fuerzas para garantizar las libertades, para que desde ahí se coordinara toda la fuerza del Estado e imponer el orden del que tan urgido estaba el país después de la catástrofe bélica que registraba grupos armados y gavillas por todas partes, prohibir la existencia de cualquier otra religión que no fuera la católica, desaparecer los Estados de la República y crear departamentos para administrar y mantener los privilegios de la iglesia, así como los privilegios del Ejército. (¿Privilegios del ejercito?), finalmente desembocan en una monarquía con un príncipe europeo a la cabeza y un poderoso ejército extranjero que mancilló la dignidad de gran parte de los mexicanos.

Por su parte, los liberales deseaban una republica democrática, la división de poderes, la libertad religiosa, igualdad de la población ante la ley, la desamortización de los bienes del clero, la libertad de expresión, entre otras características. Querían una nación con ciudadanos (individuos iguales ante la ley con derechos políticos y garantías individuales), democracia (los ciudadanos eligen a sus representantes) y un presidente civil, temporal, substituido por el voto directo y universal


Los conservadores, a pesar de que también admitían la democracia en algunos renglones, este lo depositaban exclusivamente en los ciudadanos con mayores ingresos, estos estaban convencidos de que la religión católica era la esencia de la identidad nacional y que había que defenderla porque era la institución que inculca los valores del orden y el respeto a la autoridad, además atribuían al federalismo la razón de las derrotas debido a que decían los mandos estaban fragmentados y al no existir una sola línea de mando era lógico que en el campo y en el abasto del Ejército fuéramos débiles.

En esta larga lucha entre dos corrientes, más que entre dos partidos, puesto que en México no existe un partido conservador o un partido liberal, en los últimos pasos del Santanismo, en su último periodo en 1852, harto al pueblo con medidas antipopulares y abusivas que aplicaba porque se creía muy querido, vende La Mesilla, limita la libertad de expresión, clausura el Congreso, impone nuevos impuestos, atenta contra la soberanía de los estados y se hace nombrar “Alteza Serenísima”, ante esa situación y acumulación de poder la gente estaba descontenta; por eliminar derechos y libertades, su gobierno fue calificado como dictadura, siendo derrocado por los liberales en 1854, mediante el Plan de Ayutla para desconocer al gobierno conservador de Santa Anna.

Este tedioso contexto sirve de amplia introducción para explicarnos el por qué hay marchas y contra marchas, porque desde el poder se confunde a la opinión pública llamando conservadores a quienes libre y espontáneamente, convocados por un tal Claudio X. González, un gentil desconocido de ideología constitucionalista .-así se llamaba a los seguidores de Don Venustiano Carranza que, tras comprender que el país no podía andar en la vieja estructura de la constitución de 1854, se propusieron dictar un nuevo modelo de país mediante una nueva constitución proclamada en 1917.- Este hombre común solo abrazo un lema “El INE NO SE TOCA” , que logró una movilización inusitada, posiblemente “fifí” pero no conservadora.


Por el número y la calidad de asistentes, se dio la impresión de que esa movilización era representativa del sentir general de los mexicanos y que se está agrediendo al Presidente, desde una justa perspectiva creo que ese no era el motivo, hay que considerar que todos estamos de acuerdo con él y compartimos su propuesta contenida en la propuesta de la reforma electoral, no más dispendios en el INE, abaratar el costo de la democracia con menos dinero a los partidos políticos, disminuir el alto costo de las cámaras de diputados y senadores reduciendo su número en ambas cámaras.

Pero en estos últimos conceptos el Presidente no es apoyado, no tan sólo por los partidos integrantes de la coalición “Va Por México”, pues el chiquitaje de sus aliados PVEM y PT no se van a dar el tiro de gracia, no van a sacrificar sus caras canonjías que les permiten subsistir y es posible que en una soterrada conspiración, marquen ausencia para evitar que la propuesta se vote y se apruebe.

El Presidente está atado por la burocracia legislativa, que se opone a todo lo que él proponga, da la impresión que están jugando vencidas con el primer mandatario, por eso la gran marcha popular que se celebrará el 27 de noviembre no tendrá parangón en la historia de México en donde miles y cientos de miles de ciudadanos acudirán a repudiar al Congreso y al INE.


Será grande y tumultuosa, pero a ella habrá que sumarle los millones de militantes y simpatizantes que no podrán asistir como seguramente es su deseo, pero ese día autobuses, camiones, camionetas, aviones y trenes serán insuficientes a quienes están deseosos de hacerse presentes.

Pero al parecer nada logrará convencer a los diputados y senadores de la minoría necesaria para que aprueben la reforma, se afectan muchos intereses, pero de aprobarla como va también se trastornaría la vida institucional del país, los fraudes electorales hace tiempo no vistos se producirían por todas partes y tendríamos millones de ciudadanos en todas las ciudades y capitales reclamando justicia y transparencia en cada estado y en la nación.

Finalmente, habrá que decir que el sentir de la nación es en contra del divisionismo que se siente en todas las esferas sociales, para acabar con esa desagradable situación ya no se espera que sea un conservador o un liberal, quien sea pero que luche por la unidad nacional y parodiando al reconocido analista político colaborador de este portal, Arturo Reyes Isidoro, diríamos que no sea, ni una copia, ni una calca, debe de ser un mexicano que concilie, que respete y en mi humilde opinión si el Presidente no corrige sus visibles preferencias, la próxima elección, la va a ganar un morenista, pero sin y a pesar de Morena. Por el bien de la causa.