17 de mayo de 2024
alcalorpolitico.com
Los veracruzanos hemos tenido gobernadores buenos, regulares, malos y al actual.
Ninguno se habÃa dejado manejar por alguien que no fuera el presidente o el secretario de Gobernación, que llegado el caso ordenaban más que manipular.
En diversas ocasiones los gobernadores han aceptado recomendaciones para colocar a algunos polÃticos en buenos cargos, pero a final de cuentas supieron cumplir con la petición y salirse con la suya.
Rafael Hernández Ochoa colocó a Luis Octavio Porte Petit como secretario de Gobierno a petición de Rodolfo EcheverrÃa, hermano del entonces presidente Luis EcheverrÃa. Sin embargo, los asuntos polÃticos se los dejó a su hombre de confianza Carlos Brito, subsecretario de Gobierno.
El gobernador AgustÃn Acosta Lagunes colocó a Raúl Lince MedellÃn en la SecretarÃa de Gobierno porque fue una petición de Gustavo Carvajal, pero inicialmente las cuestiones polÃticas estuvieron en manos de quien quiso don AgustÃn: Ignacio Morales Lechuga y luego en las de Amadeo Flores.
Fernando Gutiérrez Barrios, cuando se fue de secretario de Gobernación le dejó a Dante Delgado, en la SecretarÃa de Gobierno, a Alfredo AlgarÃn, a quien Dante no le dio ninguna atribución y tuvo que renunciar.
(El caso de Javier Duarte fue atÃpico, pues quien lo puso no fue el presidente sino su jefe el gobernador Fidel Herrera...y se la pasaron en un estira y afloja, uno queriendo influir de más y el otro tratando de no dejarse).
Asà habÃa sido siempre. El gobernador en turno aceptaba la petición de algún personaje importante para dar un nombramiento dentro de su gabinete, pero a final de cuentas terminaba por ceder a medias haciendo respetar su investidura.
Pero llegó Cuitláhuac GarcÃa, quien no solo aceptó que le impusieran a varios secretarios de despacho sino que de un tiempo a la fecha permite que le ordenen que corra a funcionarios.
Todo parte de lo mismo. La que pone y quita es RocÃo Nahle, primero como cercana colaboradora de López Obrador, después como secretaria de EnergÃa y ahora como candidata a gobernadora.
Y en ese quitar y poner, pasando por la autoridad del gobernador y dejándolo en una posición muy incómoda, llaman la atención dos casos.
Si alguien le dio poder al defenestrado exsecretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros, fue Nahle.
-Y este asunto cómo lo resolvemos, preguntaba el Gobernador.
-Velo con Éric, respondÃa la secretaria de EnergÃa, según cuentan morenistas que presenciaron esos diálogos.
Claro que cuando la creación tomó fuerza propia y quiso ser el candidato, se pegó el grito al cielo y se le exigió al Gobernador que ya no le permitiera regresar a la SecretarÃa de Gobierno.
Cuitláhuac, al que evidentemente le pesa ejercer el poder, aceptó la orden.
El otro caso es el de quienes tuvieron que irse en estos dÃas (el subsecretario de Gobierno y otros funcionarios) acusados de ser gente del exsecretario de Gobierno.
Para la candidata a la gubernatura por parte de Morena no hay morenistas institucionales, capaces de querer hacer ganar a su partido más allá haber tenido un jefe.
Si ordenó que los corrieran es porque, se entiende, cree que operan y operarÃan en contra de ella, es decir, como ya habÃa trascendido, su desconfianza es grande y muy extendida.
Prácticamente, fuera de un cÃrculo muy reducido, la desconfianza existe sobre todos los morenistas que han colaborado en el actual gobierno, asà se les vea en algunas tareas.
Asà las cosas, el trabajo partidista es a la fuerza, sin reconocimiento y lógicamente no habrá retribución.
¿Qué cuentas pueden entregarse si todo parte de la desconfianza, de ser vistos como potenciales traidores y además con capacidad reducida?
Nadie que quiera ganar una elección llega maltratando a los que ya están, son del mismo partido y ordena correr a dos semanas de las votaciones... pero siempre hay una primera vez y solo porque serÃa un escándalo y de las alturas de la 4T lo frenarÃan, pero si no tal vez ya se hubiera planteado que el siguiente en solicitar licencia ¡fuera el Gobernador!
Ninguno se habÃa dejado manejar por alguien que no fuera el presidente o el secretario de Gobernación, que llegado el caso ordenaban más que manipular.
En diversas ocasiones los gobernadores han aceptado recomendaciones para colocar a algunos polÃticos en buenos cargos, pero a final de cuentas supieron cumplir con la petición y salirse con la suya.
Rafael Hernández Ochoa colocó a Luis Octavio Porte Petit como secretario de Gobierno a petición de Rodolfo EcheverrÃa, hermano del entonces presidente Luis EcheverrÃa. Sin embargo, los asuntos polÃticos se los dejó a su hombre de confianza Carlos Brito, subsecretario de Gobierno.
El gobernador AgustÃn Acosta Lagunes colocó a Raúl Lince MedellÃn en la SecretarÃa de Gobierno porque fue una petición de Gustavo Carvajal, pero inicialmente las cuestiones polÃticas estuvieron en manos de quien quiso don AgustÃn: Ignacio Morales Lechuga y luego en las de Amadeo Flores.
Fernando Gutiérrez Barrios, cuando se fue de secretario de Gobernación le dejó a Dante Delgado, en la SecretarÃa de Gobierno, a Alfredo AlgarÃn, a quien Dante no le dio ninguna atribución y tuvo que renunciar.
(El caso de Javier Duarte fue atÃpico, pues quien lo puso no fue el presidente sino su jefe el gobernador Fidel Herrera...y se la pasaron en un estira y afloja, uno queriendo influir de más y el otro tratando de no dejarse).
Asà habÃa sido siempre. El gobernador en turno aceptaba la petición de algún personaje importante para dar un nombramiento dentro de su gabinete, pero a final de cuentas terminaba por ceder a medias haciendo respetar su investidura.
Pero llegó Cuitláhuac GarcÃa, quien no solo aceptó que le impusieran a varios secretarios de despacho sino que de un tiempo a la fecha permite que le ordenen que corra a funcionarios.
Todo parte de lo mismo. La que pone y quita es RocÃo Nahle, primero como cercana colaboradora de López Obrador, después como secretaria de EnergÃa y ahora como candidata a gobernadora.
Y en ese quitar y poner, pasando por la autoridad del gobernador y dejándolo en una posición muy incómoda, llaman la atención dos casos.
Si alguien le dio poder al defenestrado exsecretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros, fue Nahle.
-Y este asunto cómo lo resolvemos, preguntaba el Gobernador.
-Velo con Éric, respondÃa la secretaria de EnergÃa, según cuentan morenistas que presenciaron esos diálogos.
Claro que cuando la creación tomó fuerza propia y quiso ser el candidato, se pegó el grito al cielo y se le exigió al Gobernador que ya no le permitiera regresar a la SecretarÃa de Gobierno.
Cuitláhuac, al que evidentemente le pesa ejercer el poder, aceptó la orden.
El otro caso es el de quienes tuvieron que irse en estos dÃas (el subsecretario de Gobierno y otros funcionarios) acusados de ser gente del exsecretario de Gobierno.
Para la candidata a la gubernatura por parte de Morena no hay morenistas institucionales, capaces de querer hacer ganar a su partido más allá haber tenido un jefe.
Si ordenó que los corrieran es porque, se entiende, cree que operan y operarÃan en contra de ella, es decir, como ya habÃa trascendido, su desconfianza es grande y muy extendida.
Prácticamente, fuera de un cÃrculo muy reducido, la desconfianza existe sobre todos los morenistas que han colaborado en el actual gobierno, asà se les vea en algunas tareas.
Asà las cosas, el trabajo partidista es a la fuerza, sin reconocimiento y lógicamente no habrá retribución.
¿Qué cuentas pueden entregarse si todo parte de la desconfianza, de ser vistos como potenciales traidores y además con capacidad reducida?
Nadie que quiera ganar una elección llega maltratando a los que ya están, son del mismo partido y ordena correr a dos semanas de las votaciones... pero siempre hay una primera vez y solo porque serÃa un escándalo y de las alturas de la 4T lo frenarÃan, pero si no tal vez ya se hubiera planteado que el siguiente en solicitar licencia ¡fuera el Gobernador!