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Columnas y artículos de opinión
Kairós
¿Prefiere ser rico o pobre?
Francisco Montfort Guillén
30 de mayo de 2012
alcalorpolitico.com
En realidad la disyuntiva del título es falsa. Nadie elige ser pobre. Porque persona alguna, si nace sana, es pobre. Su capital/cerebro es la base de cualquier riqueza individual. Cada individuo tiene en sí los potenciales para realizar su vida y siempre elegirá ser rico. Pero no todos lograrán este propósito. Para muchos, regularmente las mayorías en un país subdesarrollado, no existirán opciones: podrán ser ricos individualmente, pero estarán en la pobreza. Pero planteada la pregunta en términos sociales, la situación cambia. Porque si bien existen desigualdades individuales en la naturaleza de los seres humanos, surgidas de las capacidades innatas, que determinarán éxitos y fracasos en la vida, el problema que enfrentamos los seres humanos es el de construir las condiciones materiales de vida colectivas para que las desigualdades sociales no sean convertidas en destino manifiesto.

En este plano sí existe la posibilidad de elegir entre la riqueza y la pobreza. O más precisamente, sí es posible elegir entre participar en la construcción de una organización social que promueva más las libertades para que cada persona elija y realice el proyecto de vida que desea vivir y tenga éxito, o aceptar sumisamente la existencia de otra organización que privilegie notoriamente a unos grupos sociales en detrimento de otros, esas mayorías que vivirán bajo los límites de la sujeción, enajenación y explotación.

Esta decisión nace de lo social, aunque se instala en el campo de la política. Si las personas viven en un régimen de privilegios para las minorías dominantes, los afectados tienen dos opciones. Cambiar por medios violentos las élites dirigentes y reconstruir la organización social. O bien, optar por el más civilizado método de las elecciones democráticas para rotar las élites y obligarlas a construir el sistema que favorezca el éxito personal de las mayorías, eliminando los obstáculos que bloquean la realización de los proyectos deseados por cada persona.


Durante todo el siglo XX la organización social de México impidió a nuestro país abandonar su condición de subdesarrollo. El resultado ha sido que unas minorías nacieron con la seguridad de que con independencia a sus cualidades personales, su situación social sería de abundancia de riquezas. Esta desigualdad de nacimiento se ha venido acentuando con el correr de los años. Y la cuestión grave es que la creación de riquezas ha venido arrojando buenos resultados en términos de esfuerzo colectivo, pero su distribución ha evolucionado de manera muy desigual.

Ignacio Álvarez Icaza y Sergio Aldaco Sarvide realizaron un estudio para arrojar luz sobre una cuestión fundamental, a saber, analizar las fortalezas generales de México con datos duros, históricos y comparable (contenidos en su Plataforma de Datos Duros de México “PDDM”)… que aliente una percepción realista de nuestro país, en oposición a la visión negativa, pesimista y, en algunos casos, cínica que prevalece. (Este País, 253, mayo de 2012). Los datos que ofrecen permiten un alejamiento de las descalificaciones entre candidatos y partidos, de las querellas entre visiones ideológicas que restan objetividad al análisis sobre la realidad económica de México.

Medido el PIB con pesos constantes de 2011, su crecimiento real durante los últimos 31 años muestra realidades que merecen ser valoradas en su justa dimensión. En «los últimos 16 años, el PIB creció 93.1%, a pesar de las crisis generadas en el exterior en los años 2002 y 2008… en promedio simple, 5.82%... Se trata de un crecimiento económico importante porque la población sólo creció 28.1% en el mismo periodo: casi un tercio del crecimiento del PIB».


Otro dato duro «es que el crecimiento del PIB en términos reales… entre diciembre de 1980 y diciembre de 1995 fue de sólo 5.7% por el impacto que tuvieron las grandes crisis económicas y políticas de 1982 y 1994-1995». Presentada la información en moneda nacional, en pesos constantes de 2011:

• «Del 31 de diciembre de 1981 al 31 de diciembre de 1990: el PIB creció 6,221 miles de millones de pesos…

• Del 31 de diciembre de 1991 al 31 de diciembre de 2000: el PIB creció 8,639 miles de millones de pesos constantes de 2011, 39% mayor que la década anterior.


• del 31 de diciembre de 2001 al 31 de diciembre de 2010: 12,077 miles de millones… 40% mayor que la década anterior.

• Al 31 de diciembre de 2011: 14, 353 miles de millones de pesos constantes de 2011.

• Cada década tuvo un mejor PIB promedio que la anterior.


• El crecimiento moderado con estabilidad económica y política en el ámbito nacional da resultados positivos» (El crecimiento en pesos constantes, Op. Cit.).

Para valorar mejor lo que significaron las crisis de 1982, 1988 y 1994 (que traían arrastrando la de 1976) los autores crean un escenario hipotético de crecimiento de la economía mexicana a un ritmo de 4% anual, esta tasa que hoy tanto critican opositores al gobierno federal, los periodistas del Círculo Rojo y los académicos e intelectuales de izquierda, este crecimiento moderado «hubiera permitido que hoy tuviéramos un PIB de 23,712 miles de millones de pesos de 2011, 65% más grande que el PIB actual.

Nuestra economía sería mayor que las de España, Canadá, Rusia e India y estaríamos entre las 10 economías más grandes del mundo». (Ibíd).


Las pérdidas han sido enormes en esas décadas en las cuales el Estado mostró sus incapacidades para manejar las finanzas públicas y la macroeconomía de manera eficiente, eficaz y competitiva.