En medio de las notas sobre el tiroteo de policías contra policías, para vergüenza de la policía federal mexicana, y de la que apenas ayer por la tarde noche se soltó la información en los medios, en lo que tiene centrada la atención nacional, se registró en el IFE lo que parecía no posible: Que los cuatro asistieran y firmaran el protocolo de respeto al proceso y a los resultados del primero de julio.

Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador se saludaron y apretaron sus manos; lo mismo Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri con EPN y AMLO.


La fotografía muestra civilidad republicana que no ordena la ley porque en su letra y su espíritu ya se contiene la obligatoriedad el respeto al proceso y sus resultados.

Sin embargo, la fotografía y la firma en el papel era un imperativo para la sociedad nacional, para identificar al o a los remisos.

Todos acudieron, Todos se saludaron y estrecharon sus manos. Y que mejor para la sociedad nacional.


El que no respete su firma y compromiso, será tachado a pesar de que alegue lo imposible: Fraude.

Después de las elecciones, el que no esté conforme, que las impugne, que para eso existe una ley específica y precisa.

México no necesita de mayores problemas.


Ya con la inseguridad y las traiciones entre los encargados de velarla, es suficiente.

Ahora es viernes, a un poco más de 24 horas para que la República elija un nuevo presidente. Al presidente que le tocará enfrentar los pedazos de institucionalidad que aún quedan en el país.

Y tendrá que apaciguar las brusquedades que se viven, y conducir a México por el camino de la reconciliación y la unidad.


México unido es mejor que dividido y enfrentado entre sí.

Todos debemos ayudar en esta tarea.

Así hay que hacerlo.


Ya el domingo por la noche veremos de qué estamos hechos.