El día jueves 30 de agosto y con un profundo pesar, yaciendo en su lecho de muerte, víctima de un mal incurable, feneció la democracia. Válgase aclarar que fue una inmoral muerte asistida, la cual, fue practicada por siete individuos, presumiblemente, galenos morales de ésta, la que de por si se decía democracia. Siete individuos que al parecer son también hampones y sicarios al servicio de la concepción mexicana del poder.

Antes, el primero de julio de 2012, fue extirpada definitivamente con precisión quirúrgica del sistema político mexicano y, enviada, en estado de coma, casi desahuciada, a terapia intensiva. Sus doctores, negligentes y ambiciosos, fueron artífices de ese deceso asistido, que, por cierto, y en honor a la verdad, quedó sentada evidencia histórica que muestra que son unos falsos, mendaces e inmorales defensores de aquella, que era, su paciente prioritaria.

Cuales hampones cobardes, aguardaron a que falleciera, para repartirse las prebendas y canonjías, tantas como pudieron confeccionarse tras su muerte. ¿Un nuevo soplo de vida? ¿Resucitación de emergencia acaso? ¿Una segunda oportunidad de vida tal vez? No. El acto había sido planeado con todas las agravantes, y penosamente ese nosocomio al que le atribuyen robustez, solidez, calidad moral e imparcialidad, esta vez, no quiso cumplir su encomienda.


Los viles intereses y malsanas conveniencias, hoy, se puede argüir, que, hicieron bien su trabajo. Enhorabuena para ellos. Mientras tanto, desde el campo hasta la ciudad, desde el mar hasta la montaña, el obrero honrado y campesino leal, padecerán aun más esta orfandad. Entonces pues, Señoras, Señores…digamos el: Réquiem por la democracia