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Columnas y artículos de opinión
Esfera Política
Contraste de actitudes
Ricardo Vázquez Salazar
29 de abril de 2013
alcalorpolitico.com
In Memoriam de Regina Martínez
 
Un domingo hace 17 años, Leonilda Vázquez Alvízar mandó a sus hijas, entonces unas chamacas, por el pan y la leche para el desayuno. Venían de regreso a su casa, situada apenas a media cuadra de las vías del ferrocarril, cuando pasó el tren, muy lentamente. Los hombres que viajaban en el primer vagón las llamaron y suplicaron que les regalaran el pan. Ellas los vieron pasar, azoradas. En el segundo vagón se repitió el ruego. Sin pensarlo mucho entregaron la bolsa con la compra.
 
Entraron a la cocina de su casa, donde la madre se afanaba. Y le platicaron. Leonilda no dijo nada, pero se quedó pensando el resto del día. “A esos hombres yo los miraba siempre, sin saber quiénes eran, de dónde venían, adónde iban. Pensaba que viajaban de mosca y nada más. Pero ese detalle se me quedó en el corazón. Me di cuenta que esa gente lleva hambre y sed. Por la noche les dije a mis hijas: ¿Y si mañana les hiciéramos unos lonchecitos? Preparamos bolsitas con arroz y frijol, unas tortillas, patas de pollo, lo que había. Esperamos el tren al día siguiente y se las dimos a los hombres. Así empezamos”. (Blanche Petrich. La Jornada.19/10/2012).
 

Sin presupuesto oficial. Sin eventos espectaculares. Sin reflectores, en el silencio de la más absoluta discreción, Las Patronas siguen cumpliendo su propósito, digno de admiración. Misión de vida que muchos no alcanzan a entender por qué razón lo hacen, una labor incomprensible; pérdida de tiempo si no hay ningún beneficio que puedan recibir a cambio por esa labor, podrían decir una buena cantidad de individuos. Un contraste de actitud sumamente expuesto que cobra excepcional relevancia en estos momentos, porque mientras existen personas como Las Patronas que se dedican a socorrer a los más necesitados sin esperar nada cambio, en el lado opuesto hay quienes hacen hasta lo imposible, a costa de lo que sea con tal de perpetuarse en el poder, simplemente para continuar amasando fortuna, en muchos casos sin aportar absolutamente ningún beneficio a la ciudadanía.
 
Las Patronas se está convirtiendo en una especie de ícono del humanismo, solidaridad y hospitalidad que caracteriza a los veracruzanos; la noble actitud de estas mujeres ha dado la vuelta al mundo mediante reportajes y películas documentales, de periodistas y productores extranjeros también. Precisamente por esa razón acaban de recibir el bien merecido premio de derechos humanos “Sergio Mendes Arceo”, de manos del poeta y activista social Javier Sicilia, por su invaluable labor de otorgarles alimento, agua y ropa de manera voluntaria a los migrantes centroamericanos a su paso por La Patrona, una comunidad de Amatlán de los Reyes, municipio colindante con Córdoba, en la ruta de La Bestia, el tren en el que viajan niños, jóvenes, adultos y ancianos en busca del sueño americano, rumbo a los Estados Unidos. La Patrona, es el único paraje de ayuda humanitaria para los indocumentados en un trayecto de aproximadamente tres mil kilómetros.
 
Donativos de personas, comercios locales, universidades y fundaciones, una de estas últimas de Francia, consistentes en arroz, frijol, agua, material o lo que se pueda, hacen posible que las Las Patronas satisfagan en ese punto el hambre y la sed de los migrantes, como también brindarles ayuda a quienes heridos o enfermos llegan de paso esa comunidad. Aunque como ellas mismas lo comentan: hay también quienes vienen a ofrecernos y prometernos ayuda, y nunca más volvemos a saber de ellos.
 

Que opinaría usted amable lector que Las Patronas se hicieran acreedoras al Premio Nobel de la Paz; posibilidad que comienza a escucharse. Sería extraordinario para Las Patronas, pero también muy emotivo para todos, el hecho de que nuestro país, por la caritativa y valiente labor que 14 mujeres veracruzanas han llevado a cabo durante 18 años, volvamos a recibir el máximo reconocimiento por la Paz en el mundo, como lo recibió en 1982 Alfonso García Robles; Mario José Molina Henriquez, Premio Nobel de Química en 1995 y Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. Generaría un efecto motivacional para los veracruzanos.
 
Desde este espacio hacemos una atenta invitación a quienes estén interesados en participar en la realización de una propuesta lo suficientemente sustentada y fortalecida, con la finalidad de que dentro de los criterios de evaluación que se toman en cuenta para otorgar el Premio Nobel de la Paz, Las Patronas, de quienes nos sentimos sumamente orgullosos los veracruzanos, tengan las mayores posibilidades de obtener el preciado galardón.
 
Vale la pena mencionar que Las Patronas no tienen promotores ni gestores. Los donativos los reciben directamente ellas mismas en su comunidad, porque desafortunadamente ya habido varios casos de aprovechados vivales, que han tramitado y recibido donaciones en efectivo o en especie en su nombre, para beneficio propio. Son demasiadas las necesidades de Las Patronas para continuar con su misión; hasta 600 indocumentados viajan en cada tren de carga, hay ocasiones en que por ese lugar pasan hasta tres ferrocarriles en un solo día, lo que les resulta insuficiente en estos momentos cubrir esa demanda de alimento.
 

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