Este jueves 3 de julio a las 19:00 horas, La Casa del Lago UV será el escenario de una propuesta artística profundamente conmovedora. Se trata de una coreografía creada por Karina Soto Martín, estudiante del último año de la Licenciatura en Comunicación, que se atreve a mirar de frente un tema que muchas veces es ignorado: el abuso sexual infantil.
La pieza nace a partir de una reflexión de Karina Soto, estudiante de la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana, se percata que ciertos temas sociales suelen quedar al margen del discurso artístico. “A veces, como artistas, dejamos estos temas a un lado. No se hacen campañas sobre esto, no se habla, pero está presente en las casas, en las escuelas, en las iglesias. Incluso tiene implicaciones políticas y económicas”, explica.
Inspirada por el libro “Los demonios del edén”, de la periodista Lydia Cacho, Karina Soto emprendió una investigación sobre lo que la autora llama la “nueva era de la pornografía partidaria”. A través de esta obra y otras fuentes, la estudiante construyó una pieza que busca visibilizar una problemática social grave, profundamente normalizada.
“Por miedo o por ignorancia, muchas veces preferimos hacernos pequeños ante estos temas. Pero eso deja desprotegidos a los niños frente a pedófilos y agresores sexuales. Es un asunto de salud pública y de responsabilidad política. Son nuestras infancias”, afirma.
La coreografía es interpretada por 6 bailarines, que no representan personajes fijos, sino que se transforman a lo largo de la obra mediante el movimiento, los gestos y el uso del maquillaje. “Cada cuerpo se vuelve un canal de expresión. Hay una parte del rostro que representa la infancia, lo puro; y otra que representa al agresor, al monstruo”, detalla la creadora.
Karina explica que “la pieza se construye desde la esencia del juego, con un lenguaje físico que combina danza clásica, danza contemporánea, acrobacia, y una banda sonora que transita entre música clásica y jazz, adaptándose a las emociones de cada escena”.
También destaca que eligió 3 espacios como ejes de la obra que son el hogar, la escuela y la iglesia. “Desde ahí se manifiesta el monstruo, que puede ser cualquiera: un maestro, un abuelo, un sacerdote. Y los niños, en su imaginación, le ponen forma a su agresor”.
Señala que la coreografía es resultado de una asignatura centrada en la musicalidad del cuerpo, pero que va más allá del aula. Es una denuncia, es una advertencia y también un llamado a actuar. “En el arte también debemos señalar. No basta con hablar del suicidio o de temas ya aceptados. La pedofilia sigue siendo un tabú. Y mientras lo sea, los niños seguirán siendo víctimas en silencio”.
“Infancia rota” se presenta este jueves 3 de julio en Casa del Lago, a las 7 de la noche con entrada libre. Es una oportunidad para presenciar cómo el arte puede convertirse en una herramienta de conciencia, de memoria y de justicia.