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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Cuando la democracia peligra

José Manuel Velasco Toro 16/02/2023

alcalorpolitico.com

Pareciera que nadie se siente a salvo de la incertidumbre, situación constante en la vida actual. La paradoja radica en los aparentes sinsentidos a los que nos enfrentamos día a día, donde la realidad parece negarse a sí misma inmersa en un marasmo de falsas afirmaciones, creencias sin sustento lógico, contradicciones que ocultan la verdad, fachadas cubiertas de hipocresía que se muestran sonrientes, cariacontecidas para parecer víctimas cuando son victimarios, acusados cuando son acusadores, traicionados cuando son traidores.

Por eso, quien es capaz de distorsionar la verdad, sea desde el poder o simplemente a través de redes sociales, tan socorridas y atendidas, nunca deja de justificarse a sí mismo y no deja de establecer parámetros comparativos de oposición, mediante los cuales proyecta espejismos para ofrecer una imagen inmaculada frente a la pensada maleficencia, que busca dañarlo.

Así son los déspotas populistas y líderes absolutistas, personajes contradictorios de los que fluye, como señala Erich Fromm en su clásico libro, El miedo a la libertad (1961), la “gran mentira” al utilizar el “aparato sugestionador” para “atiborrar a la sociedad de ideas y necesidades” distorsionadas o falsas, actitud que se ha vulgarizado con la comunicación digital.



Por ello, lo que más odian los autócratas es el conocimiento que emana de la ciencia y el pensamiento humanístico reflexivo, las instituciones que dan orden y garantizan el cumplimiento de la ley y la cooperación de la comunidad que construye consensos para avanzar hacia la libertad. De ahí el por qué buscan destruir los espacios de ciencia en los que se genera el saber experto que aporta soluciones ante situaciones de incertidumbre, la desarticulación de las instituciones que garantizan el ejercicio y cumplimiento de las leyes establecidas democráticamente y la imposición de un mando único, vertical y autoritario en el que no caben las voces de la comunidad ni la cooperación para establecer consensos de solución.

Un anhelo de poder que busca apoyo en la manipulación del pueblo que se logra, aconsejó Hitler, mediante la “influencia mágica de lo que llamamos sugestión de masas” y Goebbels afirmó: “Líder y masas constituyen un problema tan sencillo como pintor y color”, metáfora siniestra que proyecta, afirma Fromm, el “deseo de poder sobre las masas”.

Ante situaciones de esa naturaleza, la democracia siempre peligra, pues ella, nos dice con mucha claridad Daniel Innerarity, “no es un gobierno de los expertos, sino un gobierno popular y representativo en el que hay que articular un conjunto de voces, instancias y valores, en los que el conocimiento es muy importante” porque constituye un contrato social que interrelaciona a miembros de diversas generaciones y busca “equilibrar los intereses entre quienes tienen horizontes temporales distintos y unos incentivos muy diferentes a la hora de preocuparse por el futuro”.



Por ello, el arte de la política consiste en saber pensar en la complejidad sistémica para aprender a conciliar las múltiples dinámicas colectivas, saber impulsar la gobernanza general y particular, como también saber impulsar procesos de autoorganización coordinada en el conocimiento compartido y la cooperación social para que sean palanca de desarrollo con equidad y justicia. Se trata de transitar en la democracia hacia un “gobierno más cognitivo y menos ideológico”, y no a la inversa.

Cuando un gobierno marcha hacia un estatus más ideológico que cognitivo, entonces se ingresa al umbral del autoritarismo, manipulador de mentes cual populismo o violento represivo cual dictadura. Esto último sucede (ejemplos históricos los hay) cuando la lógica institucional y las normas establecidas son subvertidas, manipuladas, distorsionadas para ajustarlas, o simplemente eludirlas, con el único fin de establecer un control absoluto en el que la única estrategia es conservarlo sin importar retrocesos sociales, el estancamiento económico, la fractura de la cultura, la militarización de los principales sistemas de control, el cierre de fronteras, la canalización del gasto público para la contienda electoral, la minimización cognitiva en la educación que se carga de máximas y dogmas sin importar el futuro de generaciones venideras a las que sólo se piensa ideologizar más no educar.

Y claro está, mientras más ignorante se encuentre un pueblo, más fácil su control y sometimiento, lo cual es devastador para el futuro de un país, pues frente a un mundo globalizado el conocimiento es condición sine qua non para lograr un mayor desarrollo. De no ser así, lo único que se provoca es más subdesarrollo y dependencia tecnocientífica que, cual plomo en los tobillos, sujeta a la continuidad de atraso colonial, más no de liberación.



Sobre todo en el momento actual en el que se está entrando a una cuarta etapa de la globalización caracterizada por la ralentización de la globalización o slowbalizacion, como la denomina el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyas tendencias visibles muestran cambios en la cadena de suministros que se perfila hacia la diversificación regional, se prioriza el conocimiento tecnocientífico impulsando la ciencia e innovación tecnológica, se empiezan a reforzar cadenas productivas y distribución regionales, están relocalizándose empresas al interior de los países y países cercanos, y se manifiesta una corriente orientada a generar profundos cambios en los sistemas educativos de todos los niveles para priorizar la generación y aplicación de conocimiento.

Esta tendencia de cambio que constituye un nuevo paradigma en la economía global y en las relaciones internacionales, no se puede dar bajo un régimen populista y autoritario, lo que condenaría a las futuras generaciones al ignominioso estatus de ignorancia y pobreza. Se tiene que dar, por el contrario, bajo un régimen democrático que brinde seguridad social, equilibrio político, desarrollo económico con justicia, libertad y actitud positiva de miras para el futuro en beneficio de todas las generaciones que constituyen el pacto social.