El Día de Muertos es una festividad nacional de origen mesoamericano, en la cual el pueblo celebra y honra a sus familiares fallecidos mediante la colocación de altares u ofrendas sobre sus tumbas o en las casas, según la región del país en la que se encuentren. Las ofrendas se adornan con diversos elementos como imágenes de santos, veladoras, flor de cempasúchil, incienso, copal, pero sobre todo fotografías y la comida preferida del difunto a quien se dedica el altar.
Otras actividades que se llevan a cabo en esta celebración, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), son una gran variedad de danzas y cánticos en los que se representa el ciclo de la vida y la muerte, visitas a los cementerios para arreglar los sepulcros, e incluso la redacción de “calaveras literarias”, versos escritos de manera satírica en los que se hace referencia a una cualidad o defecto de un personaje, o se reflejan acontecimientos de interés general.
El Día de Muertos es una tradición que refleja la idiosincrasia del mexicano, quien tiene espíritu festivo por naturaleza, hecho que Octavio Paz refleja muy bien