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Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

“Don Quijote cabalga de nuevo”

Salvador Mart?nez y Mart?nez Xalapa, Ver. 21/03/2018

alcalorpolitico.com

El título del presente comentario corresponde a una película de producción hispano-mexicana del género drama-comedia, estrenada en 1973 y dirigida por el mexicano Roberto Gavaldón. Consiste —describe una reseña— en una adaptación bastante libre y poco apegada a los célebres libros de Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha; Don Quijote cabalga de nuevo es una de las tres películas internacionales que protagonizó el cómico mexicano Mario Moreno "Cantinflas".

Todo lo que sigue está basado en hechos reales. Pero, iniciemos con el texto de la Constitución Política de México, en su artículo 40, para comprender cabalmente tales hechos: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.

En tiempos todavía no lejanos, la siguiente cabeza de noticia hubiese pasmado a los veracruzanos: “Conflicto en Acultzingo con policías habría dejado 3 muertos”. El origen de la admiración y el asombro se encontraría en la respuesta ante un hecho policiaco del siempre paciente pueblo de México. Aunque la versión oficial del hecho reportado fue que sólo murió un civil y ningún policía, los subtítulos —el día de la noticia primera— indicarían el origen del pasmo: “Habitantes de Acultzingo y Nogales acusaron a elementos de Fuerza Civil de robar llanta”, “Pobladores tomaron control de patrullas, se enfrentaron en carretera Tecamalucan-OjoZarco”, “Extraoficilamente se reporta que hay más de 12 heridos”. Portal alcalorpolitico.com (15/03/2018).



Hoy estamos habituados a tales noticias. Hoy, en lugar de admiración y asombro, encontramos indiferencia, pues lo que parecía un triste cuadro de pueblos lejanos, lo encontramos a la vuelta de la esquina. Mejor dicho, estamos inmersos en un estado de policía, lo vivimos y lo sufrimos hasta la saciedad. Las agencias jurídicas brillan por su ausencia, las fiscalías son órganos de seguridad pública, por disposición constitucional. El colmo, tropezamos —cada vez con más frecuencia— con policías disfrazados de jueces. Incluso podrían encontrarse entre los Ministros de la Suprema Corte de Justicia, como echó de verse recientemente con el tema de la constitucionalidad en la permisión a la policía de inspeccionar personas y vehículos en la investigación de delitos, que realiza el Código Nacional de Procedimientos Penales (artículos 251 y 268).

¿Qué es un estado de policía? Agustín Basave Fernández del Valle (1923-2006) fue un filósofo, escritor, catedrático, jurisconsulto mexicano, que en su Filosofía del Quijote nos presenta una excelente aproximación al estado de policía, cuando aborda el tema: “El sentido justiciero de Don Quijote, la coacción y la seguridad jurídica”.

Explica el conspicuo filósofo mexicano que Don Quijote comprende muy bien que toda ley es, ante todo, un acto de la razón. La «sanción» viene tras la «deliberación». Y sabe también que la obediencia, para tener categoría moral, tiene que ser una obediencia razonable. Más moralista que jurista —nos dice el distinguido jurisconsulto mexicano—, Don Quijote no parece advertir que la voluntad del Estado que realiza y salvaguarda el orden es un bien superior, precisamente por el orden que mantiene. La ausencia de todo orden es un mal intolerable. La ley no es tan sólo un «actus intellectus», una ordenación de la razón para el bien común, sino que es, además, un decreto de la razón práctica.



En seguida, el garbanzo de a libra:

“Más que un defensor en el sentido técnico del Derecho moderno —nos dice el filósofo mexicano—, Don Quijote aparece como un defensor en el peculiar significado que se determina en las Partidas. Es un justiciero que procede conforme a los dictados de la razón, haciendo caso omiso de leyes positivas y de autoridades. Es un desfacedor de entuertos que se entrega con ardor a su misión, sin pensar en la necesaria seguridad jurídica. Para conquistar el reino de la justicia, que no se viene a la mano por sí solo, el Caballero de la Triste Figura despliega un esfuerzo enérgico y constante, llegando hasta el sacrificio. No le interesa el conjunto de los principios de Derecho en vigor, el orden legal de la vida.”

¿No es verdad que, encarnado en los más diversos y antagónicos personajes de la política mexicana, Don Quijote cabalga de nuevo? Es cierto que el estado de derecho es un modelo que en pureza no existe, sólo le encontramos en los discursos políticos y jurídicos. En la vida —solía decirse— únicamente encontramos estados de derecho históricos, pero, ahora, ¡Ya ni esto en nuestra región! ¡El derecho es absurdo!



¿Qué estamos diciendo?, ¿Estamos viviendo y sufriendo dentro del escenario de un estado de policía? En su libro La experiencia interna del Derecho, publicado en México en 1996. David Granfield toma la aseveración de que el Derecho es absurdo para dar pie a su propia respuesta. Y, para explicar <<lo absurdo>>, cita a Albert Camus: “El mundo no es razonable; eso es todo lo que puede decirse. Pero lo que es absurdo es el deseo de encontrar claridad en la confrontación de lo irracional y salvaje; situación que encuentra eco en el corazón humano.”

Nuestro comunicado también considera que flota en el ambiente mexicano la proposición de que el Derecho es absurdo, aunque aquí solamente pretendemos identificar el problema… Granfield, sin embargo, a partir de la citada aseveración se remonta a los cielos filosóficos, nosotros, en cambio, a partir de ella, andamos a ras de suelo, codeándonos con los prácticos del derecho, quienes ven el Derecho a la manera del magistrado Oliver Wendel Holmes, Jr. (1841-1935), <<el derecho es “un confuso cúmulo de detalles”>>.

Última consideración.- Quien se pregunta en su escritorio cómo se puede concebir un estado, tarde o temprano dará con dos figuras ideales o modelos puros: el estado de derecho (liberal / democrático) y el estado de policía (totalitario /autoritario). En el estado de derecho ideal todos estaríamos sometidos por igual ante la ley; en el estado de policía ideal todos estaríamos sometidos a la voluntad de los que mandan (policía aquí es sinónimo de gobierno, o sea que la opción es entre someternos todos, incluido el gobierno, al derecho, o someternos todos al poder arbitrario del gobierno) [E. R. ZAFFARONI].



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