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Universidad Anahuac

Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Educación socialista

José Manuel Velasco Toro 15/11/2018

alcalorpolitico.com

Recién participé en la presentación del libro de Marco Aurelio Martínez Sánchez: Socialismo educativo en México. Santa Rosa, un bastión veracruzano, 1900-1940, publicada por la Secretaria de Educación de Veracruz, 2018. Presentación que se realizó en Xalapa y en Ciudad Mendoza (antes Santa Rosa), terruño del autor. En esta obra, Marco Aurelio incursionó por un pasaje de la historia de la educación en México centrada en una de las etapas de mayor interés: la educación socialista y cómo fue impulsada por la población de Santa Rosa con gran sentido de desarrollo futuro. La narración histórica, ágil y amena, se sustenta en una muy amplia consulta de archivos locales, bibliografía, artículos de revistas relacionados con el tema y una excelente selección fotográfica que ilustra la obra. Esto sumado a un impecable trabajo editorial. A lo largo de sus páginas nos encontramos con sorpresas de una odisea que en ninguna sociedad ha sido sencilla o fácil porque posee centralidad en la que confluyen tendencias progresistas y tendencias conservadoras; actitudes proyectivas y actitudes retrógradas; inconformismos y conformismos; creatividad y pasividad. Pero también topamos con testimonios de experiencias y acciones educativas que en repetida historicidad han buscado impulsar proyectos, y siguen buscando, el desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes para vivir y convivir en sociedad. Cada momento, cada etapa del desarrollo educativo desde el siglo XIX en México, posee su propio sello, pero conserva el mismo espíritu: proporcionar los elementos intelectuales, las habilidades operativas y el sentido de convivialidad social para afrontar el devenir de la vida laboral, social, cultural y familiar.

La educación es esencial para el desarrollo social, económico y cultural de todo país, de toda sociedad. Sin ella no es posible superar la pobreza material y, mucho menos, la pobreza intelectual y moral. Un pueblo educado, un pueblo con altos perfiles intelectuales y espirituales, es un pueblo que tiene mayores y mejores posibilidades de lograr parámetros de desarrollo social integral; pero sobre todo, de cultivar la visión de futuro que le permita avanzar en la senda del porvenir. Lección de la historia que de manera magistral nos muestra, explica y narra Marco Aurelio en su libro. La estructura es clásica: Introducción, cuatro capítulos, consideraciones finales y referencias. Lo que no es clásico es la original manera en que abordó el proceso histórico que desentraña el pasado de la educación en Santa Rosa. Es interesante cómo el autor fue entretejiendo lo local con lo estatal y nacional. La microhistoria adquirió dimensión universal porque fue vista y explicada desde una perspectiva compleja al relacionar la dinámica de procesos macros con el entretejido de la historia Matria, para usar el neologismo de la Antigüedad Clásica que refiere a la tierra de sentimiento y que Don Luis González y González aplicó magistralmente para definir la historia del terruño. Así, desde la contextualización geográfica nos introduce y conduce por los laberintos narrativos que explican los rasgos de la región en lo geográfico, social, cultural y económico ubicando al lector en la temporalidad histórica estudiada que comprende del último cuarto del siglo XIX a las postrimerías del fin de la primera mitad del siglo XX. Un escenario en el que lo educativo es el actor protagónico que trenza al conjunto de una sociedad industrial donde la actividad textil, fundamentalmente, atrajo a cientos de trabajadores que arribaron de las entidades circunvecinas a Veracruz. “Campiranos” que pronto trasmutaron a obreros constituyendo, de manera acelerada, un proletariado activo que supo ver en la educación un factor de progreso futuro.

Dos son las historias entrelazadas que dan vida a la obra de Marco Aurelio. Desde luego la nodal que es la educación y la vinculante que es la historia de la consciencia obrera que creó condiciones para el cultivo y florecimiento de la educación socialista. En Santa Rosa, una no se concibe sin la otra. Y ambas se incidieron mutuamente para crear una perspectiva social en la que la educación se vislumbró como factor de progreso, superación y bienestar en un momento en el que estaban ocurriendo cambios significativos en la sociedad mexicana. Hecho histórico que es necesario reflexionar y comparar en el momento actual, instante en el que también están ocurriendo cambios significativos que pueden ser fundamentales para el futuro de México en lo relativo a educación que es factor esencial en la sociedad del conocimiento. Así como los habitantes de Santa Rosa vislumbraron la importancia de una buena educación, de igual manera los mexicanos de hoy tenemos que vislumbrar su transformación como una oportunidad para superar la pobreza material e intelectual, inequidad global que se acentúa en la medida en que el rezago educativo se hace más profundo.



A lo largo de sus cuatro capítulos conduce al lector a través de un panel de escenarios históricos que va desde la visión educativa del último cuarto del siglo XIX hasta la cuarta década del siglo XX. A través de ellos analiza las teorías pedagógicas que se impulsaron: la pedagogía antropológica de Enrique Rébsamen que propugnaba por la individualidad del infante para aprender a pensar con autonomía y libertad, la Escuela Racionalista de Ferrer Guardia y la Escuela Acción. Resumida explicación que le permitió contextualizar la educación socialista en Santa Rosa, describiendo cómo fue la vida escolar, cómo es que se sostuvo económicamente a las escuelas y su distribución; pero, sobre todo, cómo es que la comunidad textil se organizó en torno a la inquietud “del futuro de los hijos de los trabajadores” (p. 42). De igual forma narra el compromiso e impulso educativo que realizó la Confederación Regional Obrero Mexicana (CROM) durante el liderazgo de Eucario León. Los acontecimientos educativos ocurridos en uno de los periodos más intensos de la historia veracruzana que comprenden los gobiernos de Adalberto Tejeda, Heriberto Jara y Gonzalo Vázquez Vela. Explica, con claridad meridiana, los problemas y los esfuerzos que se realizaron para incrementar el presupuesto dedicado a educación, la creación del Sindicato de Obreros Intelectuales del Ramo Educativo de la región de Orizaba, el seguimiento social que se daba al trabajo docente, la participación de la familia, los sueldos que se pagaban y costo de vida, los nombres de las profesoras y profesores y escuelas en las que desempeñaron su servicio, la evaluación a la que estaban obligados mediante clases demostrativas a padres de familia y ante sus propios alumnos, el conflicto social y político que generó el desarrollo de la educación socialista “entre quienes querían mantener su estatus quo y quienes buscaban la auténtica transformación social” (203), pero, sobre todo, nos explica los principios de la educación socialista y cómo se llevaron a la práctica escolar en Santa Rosa. Finiquito esta reseña con palabras de Marco Aurelio: “La escuela socialista pugnaba por una educación de tipo científico, en la que hubiese intercambio de opiniones, se compartieran deseos y necesidades colectivas, con mayor participación del alumno para asumir una conducta y criterio basados en aspectos sociales” (p. 242). Una obra para leer, disfrutar y aprender un poco más de la historia veracruzana.