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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

El Hombre Unidimensional

José Manuel Velasco Toro 22/08/2024

alcalorpolitico.com

Fue en Boston, Estados Unidos de Norteamérica, donde se publicó por primera vez la obra de Herbert Marcuse, El Hombre Unidimensional, esto hace 60 años bajo la editorial Beacon Press. Cuatro años después de ese memorable 1964, la editorial Joaquín Mortiz publicó, en febrero de 1968, la traducción al español. Ante el interés que despertó la obra y demanda de esta, la editorial tuvo que hacer dos ediciones más, una en agosto y otra en octubre de ese año del 68. Posteriormente volvió a lanzar una edición en enero de 1969, claro indicador del impacto teórico y político que tuvo en las generaciones nacidas en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX.

En plena agitación generacional que eclosionó en occidente donde los jóvenes pensantes protestaron vehementemente contra los esquemas autoritarios impuestos durante las posguerras, los planteamientos de Marcuse como el juicio de que “la vida humana (…) puede ser y debe ser hecha digna de vivirse”, de que en “una sociedad dada existen posibilidades específicas para un mejoramiento de la vida humana y formas y medios específicos para realizar esas posibilidades”, y afirmaciones derivadas de su concepción epistémica amplia mediante la cual planteó que la “teoría social es teoría histórica y la historia es el reino de las posibilidades en el reino de la necesidad”, alentaron la lectura, reflexión y diálogo del El Hombre Unidimensional, especialmente en los espacios universitarios que eran, como él mismo lo dice, ámbitos intelectuales en los que era posible ir más allá de la autolimitación del pensamiento crítico y construir vías de esperanza de largo alcance para cambiar los hábitos de pensar.

Sobre todo, porque Marcuse realizó lo que en muchos aspectos sigue siendo válido, una profunda crítica al sistema capitalista de su tiempo y analizó prospectivamente las consecuencias que estaba generando la sociedad industrial avanzada con las posibles secuelas en lo futuro. Por ello fue capaz de vislumbrar lo que hoy vivimos y tiende a acentuarse, la propensión totalitaria de la tecnología que “sirve para instituir formas de control social y cohesión social más efectivas y más agradables”. El control de la información de todo tipo que permite captar y controlar conexiones intrincadas en lo social, financiero, económico, cultural, religioso, político, manejando emociones más que razones. Twitter, Facebook, WhatsApp, Instagram y miles de Aplicaciones (APP) que pueden descargarse de la Nube vía Internet para establecer relaciones mercantiles, ofrecer servicios públicos y privados, realizar actividades educativas, satisfacer tendencias lujuriosas, formar redes de estafa, atender preferencias lúdicas, crear redes sociales de variada tendencia y magnitud, en fin, aplicaciones y programas que son capaces de “configurar el universo del razonamiento y la acción, de la cultura intelectual y material”, señaló Marcuse.



Pero ¿por qué llamó Hombre Unidimensional al ser humano de la sociedad industrial moderna? Explica que el modelo del capitalismo industrial es crear un estado de adoctrinamiento que permita la manipulación social mediante la promoción de productos que propician una falsa consciencia al homogeneizar ideas, aspiraciones, pensamientos y objetivos que conducen hacia la formación de una conducta unidimensional. Es, en pocas palabras, dejarse administrar en las operaciones y decisiones por el sistema predominante de mercado y el sistema político cuyos principios liberales sostienen la competencia del capital como base del progreso.

Eso lo vislumbró en los años sesenta del pasado siglo y hoy lo vivimos en toda su realidad y crudeza. Como autómatas concurrimos puntuales a las plazas comerciales a rendir culto, sea a Mercurio deidad griega o a Yacatecuhtli divinidad mexica (ambos del comercio y el intercambio), los días de quincena, los fines de semana y en fechas tradicionales cuya celebración nos ha acostumbrado a gastar para obsequiar. Enajenados por adquirir lo nuevo de temporada, el último modelo del equipo de comunicación publicitado o cualquier cosa que satisfaga nuestro ego unidimensional, damos rienda suelta a nuestro emocionar en el instante de la compra y creemos, con ello, permanecer y predominar cual “duro deseo de duración”, expresa el poeta Paul Éluard.

Pero la realidad unidimensional también ocurre en otros planos de la actividad social como en la política, pues al crearse condiciones que imponen la autolimitación del pensamiento crítico, respondemos con emociones provocadas por los mensajes que recibimos y aquello que se nos dice mediante el recurso operacional y conductista de los medios de comunicación, de tal forma que nos comportamos mecánica y homogéneamente como desea la sociedad de consumo y por los “fabricantes de la política y sus administradores de información masiva” que moldean el pensamiento unidimensional de la masa votante. Así, al establecer límites a la razón mediante el pensamiento unidimensional se impone una lógica totalitaria que distorsiona el sentido de la libertad cercenando el espíritu multidimensional, lo que, desde luego, provoca críticas hacia aquellas personas que se aferran a un pensamiento divergente y multidimensional llamándoles “raros”.



Otra relación que vislumbró prospectivamente Marcuse es lo relativo al trabajo y la correlación tecnológica. Nos dice que la automatización de los procesos productivos iba a propiciar el desplazamiento de la energía física por la tecnológica y mental. El proletariado tradicional que “proporciona con el trabajo de su cuerpo las necesidades y lujos de la vida mientras vivía en suciedad y la pobreza”, tiende a desaparecer para ser sustituido por la tecnología, por lo que el requerimiento, señaló, será de habilidades mentales y no de la mano, de conocimientos más que de adiestramiento.

Y en este punto retomó a Carlos Marx en un aspecto central de su visión histórico-prospectiva en la que advirtió que el desarrollo científico y tecnológico se aplicaría a la producción, apropiando el conocimiento en su propia productividad como base de la existencia social que sería creada a larga escala por la misma industria, desplazando a “una base miserable” el trabajo manual. Y bien, ya lo estamos viviendo. La aplicación de la Inteligencia Artificial (IA), la robotización, la automatización de diversos procesos productivos, el control de la comunicación y, lo más preocupante, el dominio controlado del conocimiento y de los avances tecnológicos mediante la privatización vía patentes y registros comerciales.

Ante esta tecnologización que nos sumerge más en la vida tediosa de lo unidimensional, Marcuse perfiló un futuro, o sea el hoy, donde el progreso de la ciencia y la técnica no iría a la par del progreso social lo que propiciaría un debilitamiento de la clase trabajadora proletaria frente a la emergencia de una clase de trabajador mental que hoy se le conoce como cognitariado. Así mismo, vislumbró que economía y política dejarían de ir de la mano adquiriendo mayor dominio la organización tecnológica de la producción que se erigiría como un poder histórico, algo que observamos claramente en la tensión existente entre el gobierno mexicano y los grandes corporativos que controlan producción, comercio e industria en México. En fin, el Hombre Unidimensional es un esclavo sublimado que goza siendo un instrumento, una cosa que es administrada por el estatus y cuya consciencia enajenada le impide ver, analizar y reflexionar la realidad vivida.



Concluyo con Marcuse: “Las tendencias totalitarias de la sociedad unidimensional hacen ineficaces las tradicionales formas y medios de protesta tradicionales; quizás incluso peligrosos porque preservan la ilusión de soberanía popular. Esta ilusión contiene una verdad: el pueblo que anteriormente era el fermento del cambio social se ha elevado para convertirse en el fermento de la cohesión social. En este fenómeno, más que en la redistribución de la riqueza y la igualdad de clases, se encuentra la nueva estratificación característica de la sociedad industrial avanzada”. Releamos a Marcuse en reflexión con la situación actual y dialoguemos con prospección al futuro.