Está documentado que la innovación puede ser afectada e incluso desdibujada o borrada por rutinas anquilosadas en la cotidianidad, si no se mantiene la actualización del personal y se aplican recursos y mecanismos para su perfeccionamiento con base en los resultados. Ha sido recurrente escuchar que el modelo integral y flexible implantado hace 20 años en la Universidad Veracruzana (UV) debe ser objeto de revisión y hay razones sobradas para hacerlo.
Sin embargo, es importante distinguir los distintos niveles jerárquicos de innovación que lo originaron: el conceptual, el estratégico, el programático y el operativo. La mayor parte de las propuestas de ajuste recaen en los dos últimos niveles de innovación; esto es, en la adecuada programación de horarios y cargas de trabajo, y en la manera en que el personal académico y los estudiantes realizan sus labores y cumplen con sus responsabilidades. Una crítica que se ha reportado con frecuencia es que algunos docentes muestran tendencia regresiva hacia la enseñanza convencional basada en el discurso, en lugar de actuar como verdaderos facilitadores del aprendizaje multimodal. Otra crítica tiene que ver con la necesidad de hacer más expedita y desafiante la experiencia de aprender.
Cuando se leen opiniones de la alta jerarquía universitaria sobre cómo la pandemia obligó a los maestros a reemplazar sus clases presenciales por textos, audiovisuales y evaluaciones con el apoyo de internet, se constata que aún subyace la vieja premisa de que educar consiste en que el maestro transmita información y que el alumno la asimile. Esto es, que el maestro proporcione conocimiento de manera verbal, en textos o en presentaciones multimedia para que el alumno la memorice. No hay nada más equivocado, porque el verdadero valor de la socialización maestro-alumno y alumno-alumno en el proceso de aprendizaje es la de inducir a la reflexión, al aprecio por el conocimiento relevante y a la extrapolación cognitiva que se necesita en la educación transdisciplinaria, el pensamiento complejo, el saber especializado, la formación en valores y el enriquecimiento cultural.
Debieron pasar más de dos décadas en el uso de la tecnología educativa para que, a partir de los noventa, se iniciara en distintos países el diseño de sistemas de gestión del aprendizaje (LMS por sus siglas en inglés). Tales desarrollos que se basan en múltiples prácticas y recursos didácticos interactivos, hicieron posible el manejo, el registro, la evaluación y la mejora de experiencias de aprendizaje que logran fomentar capacidades cognitivas complejas, más allá de la memorización, y que son indispensables en la formación integral.
Por ejemplo, la promoción del pensamiento reflexivo y crítico mediante el contraste de opiniones y conclusiones distintas, la promoción de habilidades de liderazgo y trabajo en equipo sin importar las distancias, el registro experimental sobre la aplicación de soluciones en medios simulados o reales, la redacción de testimonios y reportes, la habilitación de actitudes y aptitudes para el aprendizaje autónomo y colaborativo, las tutorías entre compañeros y mediante personal calificado, el uso de todo tipo de evaluaciones y mecanismos de retroalimentación, asi como la capacidad de navegar en internet para buscar, clasificar, analizar, sintetizar y comparar cualidades distintivas del conocimiento clásico y del de frontera.
En ese tipo de comunidades de aprendizaje es posible integrar, además de los docentes, a investigadores, extensionistas y demás recursos didácticos provenientes de diversas latitudes para lograr una educación de alto nivel y con pertinencia social. Un estudiante de la UV, desde su propia localidad, puede tener acceso al mundo privilegiado del conocimiento especializado, a la tutoría experta y a procesos de socialización que lo habiliten para aplicarlo en su propia comunidad.
He ahí la importancia estratégica de establecer redes de colaboración horizontal intramuros (al interior de la UV) y extramuros (interinstitucional e internacional). La participación generalizada de toda la comunidad universitaria en redes de colaboración temática no sólo permite acceder al mundo privilegiado del conocimiento sino convertirlo en un recurso útil para la organización social, la productividad y el bienestar colectivo de su propio entorno. Con ello se cumple el ideal de utilizar el conocimiento universal como promotor del desarrollo local.
Un añadido crucial de los sistemas de gestión del aprendizaje más evolucionados es que mantienen registro permanente de las actividades individuales desplegadas por estudiantes, maestros, tutores y demás personal de apoyo, sus respectivos tiempos de dedicación y los resultados que obtienen en cada tarea. Todo ello es crucial para dar seguimiento personalizado, ofrecer apoyo o remedio académico focalizado y hacer ajustes precisos que coadyuven a mantener una participación exitosa, un mejor rendimiento educativo y, por tanto, a disminuir drásticamente el rezago y la deserción. El aporte potencial de estos sistemas no sólo aplica en la modalidad virtual sino en los procesos educativos presenciales.
Un aspecto que vale la pena resaltar es que la realidad didáctica arriba descrita fue anticipada por la UV hace más de veinte años al desplegar una inmensa red de fibra óptica intra e inter campus; la digitalización de acervos bibliográficos, documentales y de otros servicios; la operación de las USBIs como espacios de acceso generalizado a nuevas tecnologías educativas; el uso de los centros de auto-acceso para el aprendizaje de idiomas como núcleos de innovación del aprendizaje; el lanzamiento de la Universidad Veracruzana Virtual; la capacitación de desarrolladores de recursos digitales interactivos en algunos centros de investigación y facultades; y, señaladamente, el diseño de una plataforma propia de gestión del aprendizaje denominada EMINUS. Sí, la UV fue pionera en la educación superior mexicana al iniciar en 1998, el diseño que condujo a la operación de su propio sistema de gestión de aprendizaje multimodal (LMS).
No hay que perder de vista esos datos porque la innovación educativa de aquel tiempo fue resultado de una política institucional de alta prioridad. Gracias al trabajo colectivo de aquellos años y a que unos cuantos grupos de innovación han mantenido su contribución bajo presupuestos castigados, la UV ha podido transitar, aunque con aplicaciones desiguales, la actual contingencia sanitaria causada por el COVID 19.
De haberse mantenido la misma prioridad institucional de aquellos años e impulsado la mejora constante de la Universidad Veracruzana Virtual y del modelo de educación en línea del Consorcio Clavijero, la UV y el estado de Veracruz serían hoy baluartes de la educación multimodal en el país y al sur de nuestra frontera durante esta etapa de pandemias. El desinterés de las dos administraciones rectorales posteriores no acabaron con esa línea de innovación, aunque sí inhibieron, lamentablemente, el liderazgo nacional e internacional que mantenía la UV en la materia.
El recuento anterior no tiene un afán melancólico, sino que pretende ilustrar la capacidad embrionaria que tiene la UV para figurar en éste y otros campos relevantes de la innovación universitaria. Ahora es momento de dilucidar, por ejemplo, la forma en que la plataforma EMINUS, creada por la UV, debe compatibilizarse mejor y de manera más amigable con plataformas de cobertura mundial y que han sido desarrolladas por expertos internacionales gracias a inversiones multimillonarias, como Moodle que es gratuita o Canvas y Blackboard cuyos costos pueden abatirse notablemente. Se trata de ampliar exponencialmente la oferta de cursos virtuales y la operación de redes temáticas de la UV mediante la colaboración interinstitucional para acceder y aportar de manera significativa al universo del conocimiento y traducirlo en soluciones autóctonas que acrecienten su misión e impacto social.
Ello implica recrear el talento académico en las distintas regiones de la UV y establecer condiciones para acrecentarlo, apoyar la innovación con el respaldo de múltiples aliados, y propiciar proyectos de largo alcance en los que participen académicas y académicos de las tres funciones sustantivas interesados en un quehacer profesional trascendente.
Todo ello requiere un auténtico liderazgo académico tanto en la figura de la máxima autoridad unipersonal como en el liderazgo que debe distribuirse en cada ámbito y nivel de operación universitaria. En suma, es esencial la identificación del talento existente y potencial para convocarlo a emprender un proyecto institucional común orientado a la excelencia y la pertinencia social.
Ver serie de artículos:
El liderazgo que la UV necesita (I)
El liderazgo que la UV necesita (II)
El liderazgo que la UV necesita (III)
El liderazgo que la UV necesita (IV)
El liderazgo que la UV necesita (V)