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Sección: Estado de Veracruz

En el mundo, 22 millones de personas tienen síntomas persistentes de COVID

Fatiga (52%), síntomas cardiorrespiratorios (30-42%) y síntomas neurológicos (40%), los más frecuentes

Miguel Valera Xalapa, Ver. 08/07/2021

alcalorpolitico.com


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De acuerdo con el estudio Síndrome de COVID postagudo (PACS): Definición, impacto y manejo, entre un 10 y un 15% de todos los pacientes con COVID-19 pueden presentar sintomatología persistente durante semanas o incluso meses después de la infección inicial, lo que implica una carga de enfermedad importante para unas 22 millones de personas en todo el planeta.

El informe del Grupo Colaborativo Multidisciplinar para el Seguimiento Científico de la COVID-19, una iniciativa promovida conjuntamente por ISGlobal y el Collegi de Metges de Barcelona (COMB), con la colaboración de la Associació Catalana d’Entitats de Recerca (ACER), considera que aunque siguen sin conocerse las causas exactas del Síndrome de COVID postagudo, se han propuesto como posibles mecanismos subyacentes los cambios fisiopatológicos generados por el virus, las alteraciones inmunológicas secundarias a la interacción virus-huésped y el daño inflamatorio como respuesta a la infección aguda.



Este padecimiento, expone, es una entidad que incluye dos subgrupos: El COVID-prolongado, que consiste en la persistencia de síntomas (presentes o no al inicio de la infección) cuatro semanas después de la infección, con curso permanente, recurrente/remitente o de mejora progresiva; y secuelas, un daño irreversible a los tejidos después de doce semanas, que puede desencadenar distintos grados de disfunción permanente y la correspondiente sintomatología.

Cabe señalar que, en la población más joven, en quienes la prevalencia del Síndrome de COVID postagudo se reduce hasta un 8%, el síndrome inflamatorio multisistémico en niños y niñas sería la consecuencia de una respuesta inmunológica aberrante, y aunque poco frecuente, puede ser potencialmente grave, por lo que requiere un diagnóstico y tratamiento precoces.

El documento realizado por Gema M Lledó, Jacobo Sellares , Carlos Brotons, Mireia Sans, Juana M. Díez Antón, Julià Blanco, Quique Bassat, Adelaida Sarukhan, Magda Campins, Robert Guerri, José M. Miró y Silvia de Sanjose, refiere que la prevalencia y la presentación clínica del síndrome mencionado son heterogéneas, aunque con mayor frecuencia aparecen fatiga (52%), síntomas cardiorrespiratorios (30-42%) y síntomas neurológicos (40%), mismos que pueden tener graves repercusiones sobre la capacidad de las personas para volver al trabajo, con consecuencias significativas en un plano psicológico, social y económico para los pacientes, sus familias y la sociedad.



En referencia a lo anterior, Orlana Ramírez en ¿Qué es la COVID prolongada y qué podemos hacer frente a ella? señala: “Los mecanismos subyacentes de estos síntomas multisistémicos no se conocen con claridad, pero probablemente impliquen daño en las células de varios tejidos, desregulación inmunitaria y daños inflamatorios que siguen a la infección por SARS-CoV-2, además de las secuelas inherentes en aquellos casos en los que se requieren cuidados intensivos prolongados. Tampoco se conoce fehacientemente la duración de los síntomas, aunque los estudios prospectivos muestran cierta mejoría en la mayoría de casos”.

La especialista indica que el síndrome de COVID postagudo ocurre en muchos grupos diferentes de pacientes, como los hospitalizados con la enfermedad COVID-19 de diversa gravedad, los que han tenido síntomas pero no han sido hospitalizados, o incluso los asintomáticos.

“En la actualidad, sigue habiendo pocos datos sobre la dinámica de evolución y de resolución del Síndrome de COVID postagudo. Se necesitan circuitos de derivación claros y funcionales que conecten la atención primaria y los hospitales para garantizar una gestión adecuada de estos pacientes, con el desarrollo de unidades multidisciplinares que puedan ofrecer un manejo integral y completo del paciente”, dice.



“El síndrome de COVID postagudo aún no se conoce en profundidad y existen muchas incógnitas sobre la historia natural de la COVID prolongada, en particular en relación con su probable duración en las personas afectadas. Pero es probable que haya un número considerable de personas con síntomas persistentes durante al menos varios años, y por tanto las autoridades sanitarias deberían prepararse para abordar este problema de manera integral”.

En ese sentido, Orlana Ramírez propone que se preparen para afrontar este problema a través de la creación registros o sistemas de vigilancia adecuados que permitan el seguimiento a largo plazo de lo que podría ser un síndrome crónico post-COVID; se deben desarrollar guías de atención clínica y buenas prácticas, así como servicios multidisciplinarios que garanticen la evaluación y el manejo adecuados de los pacientes; es clave involucrar a pacientes y grupos de pacientes para lograr una respuesta efectiva y centrada en la calidad de vida; en cuanto a la vuelta al trabajo, es necesario abordar las consecuencias más amplias de este síndrome, incluida la atención a los derechos laborales, las políticas de enfermedad y el acceso a las medidas de protección social, y se debe destinar a este problema una partida específica en los presupuestos de salud.