En menos de 30 años y evidencia de la creciente violencia de género, México sufrió 47 mil 178 defunciones de mujeres y niñas con presunción de posible homicidio, dio a conocer Patricia Ravelo Blancas, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), al presentar el tema "Tráfico de mujeres y feminicidios" dentro de la Mesa 3 titulada "Feminicidio" dentro del Coloquio "Cuerpos, violencias y vulnerabilidad en espacios de riesgo" en el Instituto de Investigaciones Históricos-Sociales de la Universidad Veracruzana (IIHS-UV).
Dicho registra abarca del año 1985 a 2014 y ésta reporta un "pico" en 1998 con 1,538 defunciones de mujeres y si bien en 2007, la tendencia observa una reducción con 1,087 casos; de nueva cuenta experimenta un alza en 2012 con 2 mil 761 casos.
Esta tendencia demuestra una tasa de 4.6 defunciones por cada cien mil personas y alcanzó los peores números en 2013, con 2594 casos, y 2014, con 2289 casos. De hecho en 2013 se alcanzó una tasa de siete muertas por día a nivel nacional.
Al analizar las cifras, Ravelo Blancas observó que de 2007 a 2012 aumentaron las defunciones de mujeres en sus viviendas con uso de arma fuego y los casos de estrangulamiento contra mujeres aumentaron en casi cinco veces, de 2011-2012; y que de 2008 a 2013, aumentaron los asesinatos de mujeres en la vía pública.
"Las mujeres están permanente expuestas al peligro", sintetizó Patricia Ravelo.
Y sin duda calificó Ravelo Blancas este lapso como "el periodo de gran violencia", el cual impactó con una "crueldad extrema" a las mujeres.
Refirió la masacre feminicida en Ciudad Juárez, y narró que esta se explicó con 32 hipótesis en las cuales destacan la participación del crimen organizado, misoginia, trata de personas, pornografía sádica, asesinos seriales y psicópatas.
"El cuerpo y la sexualidad de las mujeres están inmersos en una violencia estructural en donde la misoginia, los prejuicios sociales y la moral represiva fortalecen un sistema económico más amplío de la globalización”.
Ilustró que esta violencia feminicida también obedece a un comercio global en demanda de servicios sexuales, fomentada por el capitalismo al cultivar una industria criminal con ganancias del tráfico de mujeres, explotación sexual, indocumentados, drogas y violencia.