Los ríos, arroyos, campos y caminos de la región cañera enfrentan un grave problema de contaminación.
El río Blanco, que nace en la parte alta de Orizaba, hasta hace 40 años era utilizado por los habitantes de la zona baja —municipios de Omealca y Cuichapa— para bañarse; las mujeres lavaban la ropa de los hombres del campo y también aprovechaban para pescar. A partir de que se instaló el corredor industrial en Orizaba e Ixtaczoquitlán, el agua baja espumosa, cargada de vinaza y sosa cáustica que utilizan las empresas y los ingenios para lavar la maquinaria.
En el camino que comunica la carretera estatal Córdoba-Potrero, a la altura de La Alcoholera, con la comunidad La Concepción, municipio de Yanga, hay más de 50 llantas tiradas en un tramo de aproximadamente 4 kilómetros.
La falta de atención a este grave problema por parte del mismo Gobierno, al no buscar una solución para las llantas usadas, ha provocado que los automovilistas las arrojen en los caminos vecinales, porque las "talacheras" ya no las comercializan. “Antes —expresa un ponchero— venían hasta aquí a recogerlas para llevarlas a Ixtaczoquitlán para su reciclaje; pero se desconoce por qué ya no vienen por ellas”. Este fenómeno de llantas tiradas en los caminos vecinales cada vez se convierte en un problema social que los gobiernos municipales, estatal y federal deben resolver, expresaron ambientalistas de la región.
Otro problema, señalaron, es la quema de árboles, que si bien no siempre es intencional, al final el daño está hecho, como en el caso de un árbol de anacaxcle que tardó muchos años en crecer, pero que el fuego consumió en cuestión de horas. La falta de conciencia y la irresponsabilidad es lo que ha provocado el grave daño ambiental que ha traído como consecuencia el cambio climático, lamentaron ambientalistas de esta región de Atoyac.