“El destino de un joven armado muy rara vez va a cambiar, se va a morir” esa es la contundente declaración de un joven que se encuentra dentro de las filas de la delincuencia organizada y que documenta el director Everardo González en su más reciente documental “Una jauría llamada Ernesto” que se estrena este 10 de noviembre.
En entrevista para
alcalorpolitico.com y
teleclic.tv, Everardo González ahonda en la realización de este largometraje en el que sigue el día a día de los jóvenes mexicanos que son captados por las organizaciones criminales para ser usados como sicarios.
¿Cuáles fueron las razones para usar las cámaras escorpión en la grabación del documental?
E: Primero fue el impedimento para darle voz y rostro a menores infractores, eso establece robles legales y éticos (…) me vinieron a la mente los juegos de tiradores en primera persona, porque quería demás hablarse a esa generación. Yo quería sentar al espectador ahí y eso generó una convención narrativa que nos permitió acceder a los espacios de tráfico, a los lugares donde se mueven las armas del país.
¿Qué fue lo más complicado en el desarrollo del documental?
E: Ser justo, lo más complicado es balancear un testimonio que no necesariamente “demonice” al ser humano y que tampoco haga apología de la violencia, no romanizar la violencia, pero también escuchar de dónde viene, de dónde germina, ¿por qué existen muchachos armados?
En “Una jauría llamada Ernesto” existen testimonios brutales, desde los niños de 12 años que toman un arma, pasando por una joven que se dedica y vive de rentar armas de fuego a jóvenes que las usan para amedrentar, pero también ex-policías que declaran comprar las armas directamente con elementos activos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
¿Cómo fue tener tanta información y condensarla en un documental de poco más de una hora?
E: Para mí era muy importante eso, el relato que exculpa a los gobiernos mexicanos yo no lo compro, ese relato que dice que la culpa es de los gringos. Para mí era muy importante contar qué es lo que pasa una vez que cruzan la frontera, quien es quien las mueve, porque sí, pueden ser los “armeros”, por eso es muy regional el problema, pero para mí también era muy importante hablar cómo las fuerzas del orden también son parte del problema.
Cuando en este país se habla de atacar las causas, no se está atacando esa causa tan gigantesca que es el aparato del Estado moviendo armas que están en manos de jóvenes, la causa, el problema que tenemos, en mi opinión es que esas armas lleguen a las manos de nuestros jóvenes.
Para mí era importante darle voz a traficantes que no sólo han trabajado en los cuerpos de crimen, sino también en el cuerpo institucional del país, Ejército, policías municipales, estatales y claro, darle voz a quienes rentan armas decomisadas por policías de proximidad.
¿Es multifactorial que un joven se decida por ser parte de la delincuencia organizada?
E: Es muy complejo, tiene que ver incluso con nuestra constricción de identidad como un pueblo violento, pero también con la negación a un futuro, la demagogia política y claro, la vocería que es la apología del delito, pues que son voceros de lo que ya ocurre. No creo que los corridos tumbados provoquen más sicarios, pero creo que la apología es fértil en distintos escenarios y de maneras distintas, no es lo mismo como esto se recibe en zonas más o menos neutras que como se recibe en zonas tomadas por el crimen.
La última escena del documental sentencia “el destino de un joven armado muy rara vez va a cambiar, se va a morir”, ¿cómo fue llegar a esto?
E: Dicen que la última escena de una película es la opinión de su director y para mi esa es la opinión: por cada Ovidio Guzmán o Chapo Guzmán que logra encumbrarse después de vivir el “sicariato” habrá miles que no lo lograrán nunca, porque también dentro del “sicariato” hay nepotismo, hay herencias de poder y claro, hay muchos chicos que piensan en la escalada dentro del mundo de la delincuencia organizada y eso es una mentira.
¿Este documental es un intento de acercar la realidad a los jóvenes que están interesados en adentrarse a las organizaciones criminales?
E: Quienes hablaron conmigo en esta película tenían razones diversas, pero una de las razones de los sicarios más veteranos, veteranos hablamos de 23 años, 24 años, sí era transmitir un mensaje a los jóvenes, hacerles entender que no había un futuro en la portación de armas.
Esto es una discusión que se debe tener, porque contrario a lo que pensamos, no son un monstruo que se genera espontáneamente, son nuestros hijos y también son un resultado de lo que hemos fallado como sociedad consumidora de la violencia.
¿Cuál es la importancia de que este tipo de películas se conozcan?
E: Me lo dijo una niña en una proyección en Guadalajara, me dijo que le gustaría que su tía la viera (la película) para que se diera cuenta de que su primo o tío que habían asesinado recientemente no siempre fue malo y para mí eso es importante, que no se generen monstruos sociales. Los hijos de la violencia también son nuestros hijos.
El documental tuvo una proyección gratuita este miércoles 8 de noviembre en Casa barrio Tepito, en la colonia Morelos de la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México y se estrenará el 10 de este mes en la plataforma digital VIX+.