A pesar de que el Gobierno Federal se ufana en señalar que los programas de desarrollo social han impactado para bien en comunidades de municipios marginados, la realidad es otra, y es que se cuenta con cientos de historias del sector campesino, que en plena era de la modernidad sigue siendo el más desprotegido y vulnerado.
La región de las Altas Montañas se caracteriza por compartir en la zona de las faldas del volcán Pico de Orizaba y Sierra de Zongolica, la persistencia de una desigualdad social que se refleja en una precaria economía de estas familias. Datos aportados por organizaciones como
Zepaniah y
Croisz, señalan que en ambas regiones habitan un promedio de 12 familias, viviendo en condiciones de marginación y pobreza.
De acuerdo con el exalcalde del municipio de Soledad Atzompa, Bonifacio Aguilar Linda, la falta de buenas rutas de comunicación, así como también de apoyos de parte de instancias de Gobierno relacionadas al campo, han sido los principales factores para impedir el desarrollo de estas regiones.
En dichas zonas se percibe el grado de pobreza, al tener que realizar recorridos de grandes distancias a pie o lomo de bestia para allegar los productos del campo a la zona urbana, donde obtienen ganancias por la venta de vegetales, artesanías confeccionadas en madera y carbón, principales medios de sustento.
Los campesinos señalan que las principales afectaciones se dan al momento del impacto de los fenómenos meteorológicos, los cuales regularmente dañan hasta un 60 por ciento de los cultivos, sin mencionar que la siembra de productos del campo se da a veces con préstamos realizados por terceras personas.
La situación se agrava para las familias cuando no se cuentan con proyectos productivos, gestiones o apoyo de las instancias del gobierno, porque regularmente la ocupación laboral que se tiene en la ciudad no encaja con el perfil de los campesinos, quienes se ven obligados a emigrar a otras regiones para realizar trabajos de construcción o siembra en la zona Norte del país.
Tanto organizaciones civiles como exfuncionarios radicados en dichas regiones señalan que la mejor forma para sacar adelante a las familias del campo es a través de la educación, los proyectos productivos y el mantenimiento de vías de comunicación adecuadas para abatir el rezago.
Por todo ello solicitan que las instancias de Gobierno brinden mayor atención a la zona rural e indígena, con programas destinados al desarrollo de sus comunidades.