La violencia intrafamiliar no sólo afecta a las mujeres y a los hijos, también son víctimas de ella los hombres y Veracruz no es la excepción.
Tan sólo en el periodo comprendido de enero a octubre de este año, en las Agencias del Ministerio Público Especializadas en Delitos Sexuales y contra la Familia, se han presentado 56 denuncias de hombres en contra de sus parejas por maltrato, ya sea físico o psicológico o en las dos modalidades.
En opinión de la directora del Centro de Atención a Víctimas del Delito de la Procuraduría, Lutgarda Madrigal Valdés, la violencia intrafamiliar ya es un problema de salud pública, que está presente en la gran mayoría de los hogares veracruzanos e impacta a las clases bajas, medias y altas.
Comúnmente, las víctimas de la violencia en el hogar son las mujeres y son ellas las que acuden a denunciar a sus parejas, aunque no en todos los casos porque la cultura de la denuncia aún no está arraigada.
En ese sentido, de 10 casos que se presentan de mujeres agredidas en el Centro de Atención a Víctimas del Delito, sólo tres o dos quieren denunciar y las otras no porque sus maridos, o son profesionistas y pueden afectar su imagen, o son servidores públicos o funcionarios y no quieren que pierdan el trabajo, porque eso significaría para ellas dejar de percibir un ingreso como esposas y amas de casa, es decir, son dependientes económicos y por eso aguantan toda esa situación de maltrato.
No obstante, la violencia contra los hombres por parte de sus esposas o concubinas es una situación que se da, que ahí está, pero que en la mayoría de las veces no la denuncian porque la cultura machista y el temor a las burlas influyen para que no lo hagan.
Sin embargo, al Centro de Atención a Víctimas del Delito, que está atendido exclusivamente por mujeres, acuden muchos hombres que son violentados por sus parejas, pero no todos se atreven a denunciarlo ante el Ministerio Público.
Lutgarda Madrigal cita un caso que está atendiendo actualmente. Es el de un joven profesionista de 23 años, que vive en la ciudad de Coatepec, a quien su esposa, de 18 años, le pega y como ella no tiene la fuerza física para golpearlo como si fuera un hombre, “lo golpea con un palo, con una tranca, un cinturón, y lo tiene totalmente sometido, a tal grado que lo manda a las tortillas y le pone horario para llegar y si a los 10 minutos no llega, le va como en feria al pobre muchacho”.
También le pone horario para ir al mercado, para trapear y hacer otras labores del hogar. No trabaja fuera de la casa porque la esposa, que tiene una situación económica holgada, se lo impide.
Tal es la situación de violencia que sufre el joven, que sus mismos vecinos han llamado a esta institución para pedirle ayuda para él, quien no se atreve a denunciar por miedo a ella y porque “la quiere mucho”.
Los vecinos, señala Lutgarda Madrigal, firmaron una carta donde están solicitando que se atienda al muchacho, pero aquí no pueden hacer nada si él no denuncia y no lo han podido convencer que lo haga, incluso, ni siquiera pueden hablar por teléfono con él porque la esposa no le pasa las llamadas.
Ella lo tiene completamente dominado y ejerce el poder en su casa, señala la abogada. “Así le puedo platicar varios casos que tenemos de hombres que vienen y nos cuentan y nos piden ayuda, pero no denuncian porque aparte del dolor que es en sí la violencia familiar, está el dolor que les causa que son hombres y que son víctimas de mujeres golpeadoras”.
En esto entra el machismo, el orgullo, el no querer sentirse poca cosa ante la sociedad, una sociedad machista, en la que los patrones a seguir son el control de los hombres en todo y sobre las mujeres, añade.
En el mes de noviembre pasado el Centro de Atención a Víctimas del Delito atendió 60 casos de mujeres que sufren violencia familiar y hubo unos 10 de hombres, que son muchos, porque hay veces que son uno o dos o hay veces que aumenta.
Las estadísticas que manejan las Agencias Especializadas en Delitos Sexuales y contra la Familia, indican que en el periodo comprendido de enero a octubre de 2005, ha recibido 56 denuncias de hombres en contra de sus parejas por violencia intrafamiliar, las cuales han derivado en igual número de investigaciones ministeriales.
De dichas denuncias 11 se presentaron en Jalapa, 13 en la ciudad de Veracruz, seis en Córdoba, 11 en Tuxpan, y 15 en Coatzacoalcos.
Eso no es todo, también los hombres se querellan contra sus mujeres por el delito de incumplimiento de la obligación de dar alimentos y en ese sentido han presentado 60 denuncias en total en el mismo periodo de enero a octubre del presente año.
La violencia intrafamiliar y el maltrato que sufren los hombres de manos de su pareja, se traduce casi siempre ofensas, golpes, agresiones verbales y humillaciones, pero no se atreven a dejarla porque no quieren separarse de sus hijos.
Los hombres maltratados provienen, por lo general, de clase media, señala Lutgarda Madrigal.
En el Centro de Atención a Víctimas del Delito a los hombres y mujeres maltratados se les brinda terapia psicológica y apoyo jurídico y si quieren denunciar los canalizan mediante un oficio a una Agencia del Ministerio Público, en este caso, la Especializada en Delitos Sexuales y contra la Familia.
La Procuraduría de Defensa del Menor, la Familia y el Indígena del DIF también atiende esta problemática.
Esmeralda Domínguez Verónica, titular de dicha Procuraduría, señala que la situación de hombres que han vivido violencia no es menos grave que la que viven las mujeres, “la realidad es que por cuestiones culturales, por idiosincrasia, por la educación que hemos tenido, de alguna manera no es común para ellos, no es aceptable que ellos puedan manifestar que han sido agredidos y mucho menos si quien es el agresor es la mujer, considerada sexo débil”.
Menciona que los hombres que están llegando a esta Procuraduría, en la generalidad no se asumen como víctimas, Sin embargo, saben que están en medio de una problemática, saben que quizás están peleando una pensión alimenticia con su pareja, porque quizás ellos se quedaron con los hijos y su esposa no está cumpliendo con esa obligación alimentaria, o a lo mejor están peleando la custodia de un menor, porque la madre lo tiene y de alguna manera los hijos se utlizan como bandera de batalla y no permiten que tengan el acceso a ellos, que es otra forma de victimizar a los hombres.
El “eres un bueno para nada, ya no me sirves, eres un flojo, están bien gordo y ya no me gustas, ya no quiero tener relaciones contigo porque tengo otro, es otra forma de maltrato emocional de la mujer hacia el hombre, mientras otros están viviendo la violencia física.
Domínguez Verónica menciona que muchos de ellos no asumen el papel de víctimas, no se reconocen como tales, entonces, “aquí hay que empezar el trabajo, además de orientarlos jurídicamente de cuales son sus derechos, hay que empezar a situarlos a ellos en su realidad, y de alguna manera abrirles los ojos, de que eso que están viviendo es una clase de victimización, y es algo que tiene que ser atendido, porque si no se atiende corremos el riesgo de lesionar lo que es más preciado para cualquier ser humano como es su autoestima, y sin ésta se nos vienen abajo muchos proyectos de vida”.
En lo que va del año, esta institución lleva atendidas cerca de 9 mil personas, que en su gran mayoría son mujeres que son víctimas o se manifiestan como que están siendo agraviadas, y en un menor porcentaje son hombres, “yo diría que un 25 por ciento, pero muchos de estos casos no están llegando a esta área porque precisamente todavía hay muchas ideas erróneas de que los hombres no pueden estar viviendo violencia y entonces se preguntan ¿cómo yo ahora voy a llegar a alguna autoridad y a decir que una mujer me está lastimando y me está maltratando? ¿Qué van a pensar de mí?. Van a pensar que, o no soy muy hombre o soy muy tonto”.
Coincide con Lutgarda Madrigal en que en esto influye en gran medida el machismo.
Los hombres que están acudiendo a esta Procuraduría son de clase media y media baja, pero esto tampoco excluye a la clase alta, en realidad el fenómeno de violencia no tiene características ni sociales, ni culturales ni económicas definidas; está presente en las familias que viven en los grandes fraccionamientos, en las grandes ciudades, y en las que viven en las comunidades más remotas, en zonas indígenas y en situaciones de extrema pobreza, quizás lo único que cambia es la forma en cómo se está traduciendo esa violencia.
Por fortuna, dice Domínguez Verónica, muchos de esos hombres se están acercando a esta institución para buscar una solución, a otros tantos los está yendo a buscar, porque hasta aquí llegan denuncias anónimas y unos acceden a acercarse, otros no.
Aquí también, tanto a hombres como a mujeres los apoyan con asesoría jurídica y con tratamiento psicológico, así como con trabajadora sociales, y hay la posibilidad de que sea el hilo conductor para poder llegar al Ministerio Público a denunciar.
Ha habido casos muy mencionados en la sección policíaca de los periódicos: mujeres que han aventado el agua hirviendo a sus parejas, otras que los han acuchillado, u otra que le aventó el aceite hirviendo, incluso hombres que han sido mutilados por alguien de su familia, refiere.
Actualmente, el delito de violencia intrafamiliar tipificado en el Código Penal del Estado apenas en la pasada administración, y el cual tiene una penalidad de dos a seis años de prisión, con las últimas reformas que se dieron, ya se sigue de oficio, ahora quien denuncia ya no se puede desistir ni otorgar el perdón judicial y hay que continuar con la secuela procedimental.
Domínguez Verónica considera que es importante inculcar la cultura de la denuncia, pero también lo es trabajar en la prevención de la violencia en el hogar y por eso muchas de las personas que están viniendo a la Procuraduría de la Defensa del Menor, la Familia y el Indígena, son familias enteras en donde las mujeres, por ejemplo, en los casos de maltrato contra hombres se han reconocido como agresoras, saben que tienen el problema y vienen buscando precisamente una ayuda para evitar seguir siendo generadoras de violencia, y también han venido hombres en la misma dinámica.
En la Procuraduría Especializada en Delitos Sexuales y contra la Familia, su titular Jossy J. Félix Porras, señala que los celos llevan en muchos casos a la mujer a maltratar psicológicamente al hombre, y a veces, dice, rayan en lo patológico.
Si bien aquí se han presentado denuncias por violencia física contra los hombres, menciona que es en porcentaje mínimo, y no los victimiza porque dice
que muchas veces denuncian porque les conviene y se dejan golpear por la mujer, porque igual están peleando la patria potestad de los menores, porque descubrieron a su pareja con otro “y entonces vienen con toda la intención de causarles algún daño”.