Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: V?a Correo Electr?nico

Investigador del IIESES envía declaraciones sobre su relación con el Rector UV

17/03/2012

alcalorpolitico.com

Hola amigos de “Al Calor Político”:

Deseo hacer algunas declaraciones fuertes sobre mi relación con el Sr. Rector puesto que sus últimos discursos y acciones me han parecido por demás fuera de lugar.

Antes de mencionar al Sr. Rector, y puesto que voy a hacer unas declaraciones muy desagradables sobre él, es necesario que diga algo sobre mí mismo, para que se aprecie mi capacidad de pensamiento razonable, justo e independiente.

Yo nací humildemente en San José, Costa Rica, y he sido un cristiano creyente en Dios de toda mi vida. En cuanto a mi desempeño académico tendré que decir, aunque me dé pena, que recibí un alto reconocimiento en todos los niveles educativos por los que pasé, tanto en Costa Rica, en Brasil (adonde mis notas de maestría fueron prácticamente de 10 corrido, siendo el alumno más brillante de la generación), hasta mi Doctorado en Finanzas Públicas en la Universidad Veracruzana, que entiendo fue el primero que se extendió oficialmente por nuestra casa de estudios, recibiendo mención honorífica por los miembros del Jurado. Estoy por cumplir 52 años más o menos bien vividos.

He terminado al menos 8 investigaciones completas dentro de la Universidad Veracruzana, y la producción correspondiente ha dado lugar a 5 libros científicos, uno de los cuales está en prensa actualmente bajo el título de “Principios de Justicia Social y Deliberación”, esperando que sea un magnífico acelerador de nuestras mentes como ciudadanos deliberantes. Creo que éstos son credenciales suficientes para apoyar la calidad de mis siguientes aseveraciones.

Mi relación con el hoy actual Rector comenzó como maestro de la Facultad de Economía en el año de 1986. La cosa empezó bien hasta que mis puntos de vista académicos empezaron a entrar en conflicto con la filosofía marxista, medio troskista, que en ese tiempo ostentaba el actual Rector, y de la cual parece haberse olvidado por completo.

Sus métodos marxistoides dentro de la Facultad eran evidentes para todos los miembros de la entidad, incluidos sus propios amigos y sobre todo los alumnos que manejaba, puesto que bien es sabido que los marxistas utilizan a los alumnos como cabeza de playa para luego adueñarse del poder dentro de la Facultad, que se supone es una especie de microcosmos de la revolución socialista que luego se llevaría a cabo de acuerdo con su teoría, esto es: para los marxistas la casa de estudios no es para el conocimiento, sino para un movimiento social interesado.

Los golpes comenzaron rápido. Puesto que yo era maestro por materia tenía que concursar en los exámenes de oposición reglamentarios respectivos, adonde siempre había presentes miembros del jurado mayoritarios que favorecían las ideas del actual Rector. Resulta que, por casualidad o no, en todos los exámenes en los que participé, ya fuera por currículum o por exposición pública, yo siempre perdía irremediablemente cuando estaba el Sr. Rector o uno de sus representantes en el Jurado, llegándose al colmo de reprobarme en materias que ya estaba impartiendo dentro de la misma Facultad, y en las que tenía base ganada, como fue el caso de la materia de “Metodología de la Investigación”. Si esto les suena raro, esperen a ver lo que falta.

Posteriormente, el Sr. Rector estuvo enviando grupos de alumnos a molestarme en mi salón de clase, adonde abundaban discusiones que no tenían nada que ver con la materia impartida, puesto que el Sr. Rector envalentonaba a los alumnos a que me hicieran frente, a veces, en forma descarada. Sé que en mi salón se discutía mi idoneidad como maestro y se decía, por algunos alumnos, que yo no sabía de lo que hablaba en mis materias, a pesar de que nadie pudo nunca refutar mis aseveraciones académicas en forma seria dentro del salón de clase. Cuando yo preguntaba si habían entendido o no, reinaba el silencio.

Un día iba pasando junto al cubículo del Sr. Rector, y viéndole, pasé a saludarlo respetuosamente diciéndole: ¡Cómo está Maestro!. Pero como resulta que estaba rodeado de sus incondicionales servidores alumnos, el Sr. se dio por ofendido por un saludo tan natural y me respondió de forma por demás majadera e irreverente que él no gustaba de ser llamado Maestro, sino sólo Ciudadano. Tengo que decir que todos los maestros nos llamamos así mutuamente no por nuestros títulos, sino por el respeto que tenemos a la digna función de educadores que desempeñamos, por ello, yo simplemente me retiré de tan bochornosa discusión pública.

Más adelante terminé por renunciar a la Facultad puesto que pronto me quedé sin materias para impartir y los ingresos que obtenía ya no eran suficientes para mantener a mi familia. Cuestionado al respecto, en aquellos tiempos, el Sr. Rector declaró a una compañera Maestra: “Es bueno que se vayan algunos porque es para el mejoramiento de la Facultad”.

Con ayuda de sus controlados alumnos, por esos tiempos, el Rector pudo imponer a su apreciable amigo Arturo Méndez, como Director de la Facultad de Economía, valiéndose de los trucos más baratos, incluidos los improperios y silbidos de los alumnos contra los maestros, con faltas de respeto por demás evidentes y que eran incluso causa de risa entre el alumnado.

Una vez participé como Jurado de Tesis, correspondiendo el puesto de Presidente de la Tribuna al Sr. Rector. Éste no dudó, delante del alumno y de los presentes, en darle la razón a éste, en contra de mis apreciaciones, como que si el examen se tratara de evaluarme a mí y no al alumno. Ésta es una conducta claramente inaceptable en cualquier Jurado de Tesis del mundo, puesto que viola el principio básico de la defensa de la tesis, que supone que el alumno es el obligado a demostrar su conocimiento, y no por supuesto, los profesores evaluadores. Creo que con esto es suficiente en cuanto a historias para conocer un poco la personalidad del Rector. Si el Sr. Rector dice que éstos son puros chismes, pues le contesto con el famoso refrán: “cuando el río suena, piedras trae”. Su pasado y no yo es lo que está llamando a su puerta Sr. Rector, todos tenemos que pagar por lo que hacemos a nuestro libre albedrío.

En su administración actual, el Rector ha señalado que se han dado grandes avances en la Universidad. Sostengo que el Rector está completamente equivocado, puesto que el nivel académico de nuestra universidad sigue siendo deficiente, lo cual resulta evidente para cualquiera que haya dado clases dentro de ella. Esto no es culpa de los alumnos, sino del Sistema de la misma Universidad con sus vicios y corruptelas que siguen subsistiendo, y que fueron los que permitieron que tan curioso Sr. llegara a la posición de Rector. Para demostrar este punto, pregúntese a cualquier académico que sepa algo de la Universidad Veracruzana, y que no esté mintiendo ni esté coludido con el Rector.

Entre los vicios más evidentes que sostengo subsisten hoy en día en nuestra universidad están: pago de favores políticos por medio de plazas de investigadores y maestros; un sistema de productividad que (si bien ha mejorado un poco gracias a personas decentes como Julio César Cruz Salas) se caracteriza por la entrega de documentos fraudulentos, incluido que los investigadores comercian con sus investigaciones para intercambiarse los nombres de cada investigación y convertirla en hasta 3 puntajes completos por una investigación de 10 cuartillas; manejo fraudulento de todo tipo de jurados, y, me da pena decirlo, el papel vergonzoso de muchos maestros que aprueban a los alumnos sólo para evitarse problemas con ellos, este último punto es evidente puesto que he recibido alumnos que han aprobado cursos de matemáticas y estadística básica sin saber nada de álgebra, ni tener la menor idea sobre los temas correspondientes. También, alumnos que habían sido reprobados por mí, recibieron el beneficio de cambio de maestro, y luego aprobaron sus materias sin ningún problema: ¿Será que de forma milagrosa les brotó el conocimiento?.

El Rector se equivoca completamente al decir que la universidad ha mejorado sustancialmente en los últimos 15 años puesto que yo no he visto seña alguna de que los vicios señalados se hayan superado. Además, no hemos salido muy bien en las evaluaciones nacionales serias, y si hiciéramos una evaluación y comparación en este preciso instante, seguramente la universidad no saldría bien librada dentro del país, y menos, al compararla con universidades de excelencia del extranjero. Esto también es ampliamente conocido por la gente común y corriente, esto es, es un secreto a gritos: todo mundo lo sabe. Al pueblo no se le engaña tan fácilmente como usted cree Sr. Rector.

El Rector se equivoca completamente al achacar los problemas a la falta de presupuesto, puesto que los vicios se pueden atacar sin gastar un sólo céntimo, para eso sólo basta con voluntad política y ética universitaria de la buena. En eso, el académico Octavio Ochoa Contreras tiene toda la razón.

El Rector se equivoca rotundamente al decir que los títulos académicos no se abaratan, puesto que actualmente estamos llenos de titulados que no consiguen trabajo, y dicho problema es en parte causado por la multiplicación de los títulos, incluida la posibilidad de obtener doctorados fácilmente en el extranjero, y digo en el extranjero, porque no me quiero meter en problemas con la gente de nuestro propio país. Desde que se inventó que las universidades pueden ser pagadas, cualquiera puede obtener un título si tiene el dinero suficiente para ello, tan sólo diríjase a la respectiva página de Internet en España, y podrá obtener su doctorado sin ningún problema, eso sí, después de hacer sus respectivos pagos. Esto es una violación evidente al principio de Justicia Social que señala que la única variable que debe predominar en la educación es el rendimiento académico del alumno. Pobre del Rector si refuta este principio, se estaría metiendo en mis terrenos más conocidos.

El Rector se equivoca claramente (por ardido) al decir que el Maestro Octavio Ochoa Contreras no conoce la universidad, puesto que me consta que dicho maestro es un académico de poderosa formación, conocedor del tema de la educación y de la eficiencia administrativa, al cual admiro desde que somos compañeros en el IIESES de esta casa de estudios, remontándose nuestra amistad a 25 años, todo lo opuesto a mi relación con el Rector, que terminó en una ruina total, al grado que no nos hablamos desde hace tiempo, ni me interesa hablar con él puesto que no tiene nada bueno que enseñarme.

En la universidad también hay cosas buenas, esto se aprecia en muchos maestros, investigadores y alumnos dignos, conocedores y prestigiosos, pero eso es tema de otra canción, se trata de pepitas de oro encontradas milagrosamente en una olla llena de frijoles podridos (estoy hablando en sentido figurado claro, no vaya a ser que me acusen de racista).

Si un académico serio como yo es maltratado dentro de la universidad: ¿cómo podemos corregir los errores? ¿acaso el ser serio significa que uno va a ser aplastado por la corrupción?, éstas son las auténticas preguntas que se debería hacer el Señor Rector y no seguir hablando de excelencia académica, puesto que la humildad es una gran virtud, y nadie que sea humanista se puede llamar a sí mismo excelente.

En efecto, el Sr. Rector padece del síndrome de la excelencia, puesto que presume hasta de ser un reconocido maratonista. Yo por mi parte lo podría retar tranquilamente a un torneo de matemáticas, lógica, ajedrez, damas, dominó y hasta de armado de cubos Rubick, materias en las que sin ninguna duda lo dejaría en ridículo a pesar de mi ya larga edad, y no porque yo sea muy bueno en esas cosas, sino porque el Rector carece de las capacidades correspondientes. Por favor Sr. Rector, no vaya a decir que armar cubos Rubick no es digno de académicos, váyase a ver mejor la película de “Mente Brillante”, o, ¿acaso no tiene tiempo para ello?.

Por último, estoy dispuesto a discutir seriamente los temas aquí planteados, pero no a contestar majaderías e improperios del Sr. Rector, no quiero entrar en su juego bochornoso e inmaduro.

He dicho antes que he sido considerado un maestro e investigador serio y responsable dentro de la universidad, no alguien excelente. Que no venga ahorita el Rector a descalificarme diciendo que no sé de lo que hablo. A su conciencia se lo dejo. Si alguien va a quedar ardido, pues sin duda será el tantas veces mencionado Rector, porque yo he destapado la cloaca de la que salió y a la que piensa sin duda regresar. Ojalá nunca hubiera salido de allí.

Gracias por su amable atención, espero no haber importunado a nadie, y menos a mis muchos queridos alumnos y maestros. Atentamente:

Ronald Gerardo de Jesús Martínez Rodríguez

Académico de Carrera Investigador Titular “C” del IIESES de la Universidad Veracruzana

Dr. en Finanzas Públicas, con especialidad en Filosofía e investigador del tema de la Justicia Social por más de 10 años.

PD: No les extrañe que pronto me haga famoso por ser el primer académico despedido de la Universidad Veracruzana por hablar mal del Rector. Ni hablar, peores cosas me han pasado en la vida y he sobrevivido a ellas. Al menos que me hagan valedera mi pensión del IPE porque me la merezco por principio de Justicia Social. Espero también no ser extraditado del país, porque ya tengo mi carta de naturalización como mexicano y quiero mucho a la Tierra Mexicana que me ha dado muchas buenas cosas en la vida y me ha permitido llegar a ser lo que hoy soy.