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Sección: Estado de Veracruz

Sursum Corda

Jesús muestra al Padre sus llagas y ruega por nosotros

Pbro. José Juan Sánchez Jácome 22/06/2020

alcalorpolitico.com

Cuando llega el momento, en la santa misa, lo decimos de manera solemne: “Creo en la comunión de los santos...” Está incorporado este artículo a ese gran elenco de verdades de nuestra fe cristiana y católica.

De acuerdo a este artículo de fe, creemos que hay una comunicación verdadera entre esta Iglesia peregrina, a la que nosotros pertenecemos y la Iglesia triunfante que está en el cielo. Hay una relación, una comunicación. Por eso, también promovemos y cuidamos la devoción a los santos y a las benditas ánimas del purgatorio, porque sabemos que ellos interceden e insisten por nosotros ante el trono de Dios.

Sin embargo, hay otra parte que incluye nuestra fe en la comunión de los santos porque, así como hay una comunicación con la Iglesia triunfante, hay una comunión, hay una relación espiritualmente profunda entre todos nosotros, aunque no nos conozcamos.



Estoy convencido que me han hecho mucho bien sus oraciones, creo en el poder de sus oraciones. Yo sé que muchos hermanos se sacrifican por nosotros, aunque nunca los veamos, aunque nunca los saludemos, aunque nunca los conozcamos, porque estamos unidos en torno a Cristo Jesús. Cuánto bien nos hace el sacrificio, la entrega y las oraciones de tantos hermanos, conocidos y desconocidos pero finalmente, todos pertenecientes al cuerpo místico de Cristo.

Por eso cuando decimos: “Creemos en la comunión de los santos”, nos estamos comprometiendo a pensar en los demás, a hacer oración por los demás, a estar abogando también por los demás, como los santos lo hacen por nosotros. Porque eso que se hace con fe, con buen corazón, con la pureza de nuestra alma, Dios siempre lo escucha. Y al paso de los años uno lo valora tanto.

Cuando nosotros lleguemos al cielo, Dios nos va decir: mira, tú estás aquí por el sacrificio de esta viejita; por la consagración de este hombre; por las oraciones de esta persona; tú estás aquí por la comunión de los santos que no dejaron de entregarse e interceder por ti hasta que llegaras al cielo.



Nunca estamos solos. El que cree en Jesucristo nunca está solo. Hay que pensar, por eso, cuántas almas nos santifican, cuantas personas que hacen oración nos fortalecen y permiten que nos podamos recuperar de todas las tribulaciones que se experimentan en la vida.

Es verdad que la pandemia sigue provocando mucho sufrimiento pero en medio de esta contingencia, se está viviendo la comunión de los santos, se está haciendo mucha oración. Qué reconfortante constatar cuántas oraciones y gestos de caridad se realizan cuando alguien está enfermo; cuando alguien va hacer intervenido quirúrgicamente o pasa por una tribulación, eso no pasa desapercibido para los hermanos a quienes apremia el amor a Cristo y se ponen en oración. Se ha pedido tanto por los agonizantes y también por todos los hermanos que en México y en el mundo han muertos durante estos últimos meses a consecuencia de esta pandemia.

Somos rescatados y bendecidos de innumerables maneras por la comunión de los santos, especialmente cuando sentimos la necesidad de buscar a Dios e iniciar un proceso de conversión. Todo esto forma parte del fruto de la oración y de los sacrificios de muchas personas, incluso de las que no conocemos.



En los evangelios encontramos en muchas ocasiones a Jesús hacer oración por nosotros y estableciendo el alcance de la comunión de los santos. Qué hermoso darnos cuenta que Jesús hace oración por nosotros. Si por la comunión de los santos creemos cuánto bien nos hace la oración de los hermanos, de los lejanos, conocidos y desconocidos, imagínense ahora cuánto bien nos hace la oración de Jesucristo; saber que Él hace oración por nosotros, que siempre se acuerda de nosotros. Saber que el Señor, en la presencia del Padre, siempre está abogando por nosotros.

Hay momentos en los que acusamos a los demás, en los que hablamos mal de los demás. Y ahora son tiempos para hacer oración, para hablar bien de los demás, como Cristo que habló bien al Padre de sus discípulos y de todos los que creyeron en su palabra.

Al hablar de la oración de Jesucristo por los demás, dice el papa Francisco: “Hay una cosa que Jesús hace hoy, estoy seguro que lo hace: muestra al Padre sus llagas. Y Jesús con sus llagas ruega por nosotros. Como si dijese: ‘Padre, este es el precio. Ayúdales, protégelos, son tus hijos a quienes yo he salvado’".



Jesús, pues, le dice al Padre: mira mis llagas, bendícelos, asístelos, socórrelos en sus necesidades. Nosotros le podemos decir a Dios: mira mis sacrificios, mira el esfuerzo que estoy haciendo para ser una buena persona y un buen cristiano, mira todo lo que me he propuesto para agradarte sólo a ti Señor.

Por lo tanto, decirle a una persona voy a hacer oración por ti no es sólo cerrar los ojos, no es hacer un ejercicio mental, no es acostarse cálidamente en la cama y ponerse hacer oración. La oración nos activa, nos compromete para estar en la presencia de Jesús pero también para llevar una vida auténticamente cristiana.

Jesús hace oración por nosotros, le lleva al Padre las súplicas más puras y más santas que hay en el corazón de ustedes. Si algún día hay desconfianza, si algún día dejamos de creer recuerden la oración de Jesús que le dice al Padre: mira mis llagas...



En estos tiempos apremiantes de tribulación y sufrimiento, sigamos encarecidamente haciendo oración, reconociendo las bondades de la comunión de los santos. Como Jesús lo hace invocaré al Padre, abogaré por mis hermanos, especialmente por los que están pasando por un momento delicado en sus vidas.

Hagamos oración unos por otros para que cuando lleguemos al cielo, Dios nos diga: mira tú estás aquí por esta persona, por los sacrificios de estos hermanos y por tus sacrificios, aquellas personas están en el cielo.