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Universidad Anahuac

Sección: Estado de Veracruz

Espacio Ciudadano

Jorge Mario, ¿el visitante incómodo?

Jorge E. Lara de la Fraga 23/02/2016

alcalorpolitico.com

En definitiva, el laicismo constitucional quedó en entredicho y altos funcionarios se exhibieron a plenitud.

En mis remotas épocas de niño y adolescente experimenté vivencias un tanto traumatizantes en lo relativo al campo religioso. Me inconformaba que el sacerdote o los ministros eclesiásticos nos preparaban a los infantes para operar como entes sufridos, para ser elementos golpeados o humillados por las circunstancias, en el entendido de que en la otra existencia, en el otro mundo de la trascendencia, alcanzaríamos el cielo y la dicha eterna. A mi alrededor observaba inequidades, injusticas y abusos; quería desde pequeño que tales cuestiones se modificaran pero mi formación o deformación personal iba en otro sentido y abrigaba constantes sentimientos de culpa. Todo ello lo traigo a colación porque con la visita del Papa Francisco vislumbro una visión humanística bastante diferente, más acorde a la problemática cotidiana. A todos los sectores los incita a intervenir, a no permanecer impávidos ante las tropelías, a luchar por una vida terrenal digna; en especial a los renuevos los impulsa a que alcen su voz, a que no se dejen ofender, a que sean dignos ante sí mismos.

Es de suponerse que a una buena proporción de políticos y de jerarcas católicos y apostólicos nos les agradó para nada la estancia breve del Vicario de Roma, les parecieron eternas esas horas en que mantuvo contacto con los pobladores de estas sufridas tierras mexicanas, máxime cuando estuvo en los sitios álgidos y habló con los interesados y afectados. Ante la interrogante que me formulo de manera individual le halló de inmediato algunas respuestas: ¿A qué vino el Pontífice a nuestro país?. Entre otras cosas supongo que a sacudirnos internamente y a propugnar por que luchemos a favor de mejores niveles de vida; también a indicarnos que elijamos a mejores gobernantes e intervengamos en los asuntos sociales y políticos; a señalarnos que nuestro tejido social experimenta un estado de crisis y de descomposición; a enfatizarnos que padecemos una justicia endeble y proclive a la corrupción; a jalarle las orejas a sus pares religiosos porque están perdiendo terreno espiritual, en razón de su desidia y de su actitud prepotente y ortodoxa, así como a incentivarnos a todos para sacar a la Nación del actual nivel negativo de tragedia, de violencia y de crisis de valores.



A los jóvenes les manifestó el Papa su respeto y afecto, sin dejar de lado el apunte de que no se dejen excluir, desvalorizar o ser tratados como mercancía; para nada brindar su vida al narco, no perder la dignidad ni ser súbditos de los bolsillos de otros. En forma complementaria se dirigió a ellos para demandarles que tengan la frente limpia, aunque no posean vehículos último modelo, ni ropa de marca y muchos menos bolsillos llenos de plata. Que se atrevan a soñar y a construir, que el prestigio y el cariño no los otorga el dinero. En su alocución alertó: “el difícil sentir la riqueza de un hogar, cuando por ser jóvenes se les utiliza para fines mezquinos”. A sus colegas de labor pastoral les lanzó, con claridad y suavidad, sugerencias para superar su práctica cristiana: “Reclínense con delicadeza sobre el alma profunda de sus gente; sean obispos de mirada limpia, de alma transparente, de rostro humano; la iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar; no se dejen corromper por el materialismo (utilitarismo) trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa, por favor, no pongan su confianza en los carros y caballos de los faraones actuales … ¡Ay de ustedes si se duermen en sus laureles; no se necesitan príncipes, sino una comunidad de testigos del señor…” Más claro ni el agua.

Es muy complicado reseñar en un artículo lo más destacado del periplo papal, por ello sólo adiciono parte del mensaje que emitió Francisco a los políticos y altos funcionarios, no sin antes mencionar que ciertos tópico faltaron o fueron abordados de manera genérica. Algunos grupos hubieran deseado énfasis en lo tocante a los feminicidios, al respeto de las preferencias sexuales, a la pederastia y al abuso de los religiosos, así como los casos de las desapariciones forzadas, entre los cuales se inserta el misterio de los 43 normalistas desaparecidos. Pero por cuanto a los sujetos que se dedican a la actividad pública, Jorge Mario Bergoglio los invitó a promover y acrecentar el patrimonio de México; a que laboren con tesón para legar un país vigoroso a las nuevas generaciones; les dijo que un futuro esperanzador se forja en un presente de mujeres y hombres justos y honestos. Sin más ni menos, los apostrofó en los siguientes términos: “cada vez que buscamos el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la violencia o incluso el comercio de personas, el secuestro y la muerte… A todos ustedes les corresponde trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino …” Saludable mención en estos tiempos acelerados y pragmáticos de carácter político-electoral.

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