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La Décima sinfonía de Mahler, por vez primera en Xalapa

Jorge V?zquez Pacheco Xalapa, Ver. 01/02/2007

alcalorpolitico.com

Gustav Mahler (1860-1911) logró en su época una envidiable celebridad como director de orquesta, lo cual seguramente hubiese deseado cambiar por la de compositor.

Sus obras nunca le reportaron popularidad en vida y siempre fueron observadas con muchísimo recelo. Sus sinfonías resultaron demasiado abigarradas y extensas para el gusto de la época y sus ciclos de canciones (“lieder”, en alemán) apenas llamaron la atención de unos cuantos aficionados al arte lírico. Sólo un puñado de amigos, entre ellos su alumno Bruno Walter, estaban convencidos de su genialidad como creador. Fue entonces que enunció la profética frase: “Mi tiempo llegará…”

Gracias al denodado esfuerzo de maestros como Walter, Jascha Horenstein y Leonard Bernstein fue que su obra comenzó a difundirse intensamente desde la década de 1950, y su popularidad se acrecentó con el advenimiento de los discos fonográficos de larga duración, que permitían al escucha tener a la mano sinfonías tan extensas como la Tercera (hora y media de música, en promedio) en sólo dos discos de pasta para ser tocados en tornamesas con 33 1/3 revoluciones por minuto.

En México hubo dos grandes pioneros en la difusión de la música de Mahler: Eduardo Mata (1942-1995) y Jorge Velazco (1942-2003). Cuando todos suponían que los admiradores mexicanos del compositor de Bohemia eran apenas un grupito de despistados, Mata se propuso llevar a efecto el Primer Festival “Mahler” y presentar en México, en un mismo ciclo, la totalidad de las sinfonías concluidas por este maestro.

Fue así que en otoño de 1975, el Palacio de Bellas Artes fue escenario de la presentación de las nueve sinfonías, varias de ellas en primera audición nacional; la sinfonía para cantantes y orquesta Das lied von der Erde (“La canción de la Tierra”) y el ciclo Lieder eines fahrenden Resellen (“Canciones de un camarada errante”).

El recinto registró localidades agotadas en la totalidad de las audiciones, en las que tuvimos oportunidad de presenciar el desempeño de artistas como la contralto británica Alfreda Hodgson (1940-1992), cantante de irreprochable dicción y suprema musicalidad. También el ciclo Mahler marcó la irrupción de un joven director xalapeño que se vio comprometido a sustituir en el último momento a Donald Johanos. Aquel talentoso jovencito, esbelto y de ojos claros, tuvo la osadía de lograr una correcta y bien plantada sinfonía “Resurrección” –solistas, coro y enorme masa orquestal– con tan sólo ensayo y medio.

Era Antonio Tornero, entonces asistente de Mata en la Sinfónica Nacional.

Mahler llegó para quedarse

En Xalapa, la música de Mahler se conoció sólo a partir de la presencia de Francisco Savín, con alguna esporádica presencia durante la breve gestión de Enrique Diemecke como titular de la Sinfónica de Xalapa, hacia finales de la década de 1980.

Durante su trayectoria de cinco años como titular –a partir de enero de 2002– Carlos Miguel Prieto ha programado la totalidad de las sinfonías de Mahler, a excepción de la Octava. Este fin de semana se propone estrenar en Xalapa la Décima, una partitura inconclusa.

Se da como un hecho que el músico nacido en la aldea bohemiana de Kalischt tomaba en serio aquello de que “los grandes sólo llegan a su Novena sinfonía”. Por lo mismo, Das lied von der Erde no fue numerada pese a ser toda una sinfonía escrita después de la Octava. Como haciendo caso a aquella suerte de maldición, Mahler logró terminar la partitura que denominó “novena sinfonía” y trató de abordar una Décima. Sólo pudo terminar un movimiento.

El musicólogo británico Deryck Cooke (1919-1976) recibió, en el año de 1960, la encomienda de reconstruir la Décima sinfonía partiendo de los manuscritos. Alma Mahler, ya una anciana, le entregó material complementario y el estudioso depositó su atención en lo que habían detectado los analistas anteriores a él: que la obra fue escrita en un período de terribles conflictos con su esposa Alma. Como consecuencia de ello, las páginas contenían amargas frases manuscritas que eran indudables premoniciones de su propia muerte, así como pensamientos dedicados a Alma.

Algunas de las anotaciones dicen textualmente: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?”, “Muerte” y “Hágase tu voluntad”, “El diablo baila conmigo. ¡Locura, locura! ¡Destrúyeme para olvidar que existo!”.

Una vez concluido su trabajo, Cooke mismo hizo revisiones de su reconstrucción y logró tres versiones. La última se considera mejor lograda y es la que más se interpreta. Con el paso del tiempo, otros estudiosos han presentados sus propias versiones de la Décima sinfonía de Mahler, como Joseph Wheeler, Clinton Carpenter, Remo Mazzeti y Rudolf Barshai, aunque ninguna parece igualar la estatura de la que nos ocupa.

La Décima sinfonía de Mahler, en versión de Deryck Cooke, se presentará por vez primera en Xalapa con la OSX dirigida por Carlos Miguel Prieto, este viernes 9 de febrero en el Teatro del Estado.

Tormentoso, apasionado, visceral, el “sonido Mahler” es representativo de una personalidad trascendente y de una creatividad que sólo la muerte fue capaz de limitar. Con su elogiable labor, Carlos Miguel nos muestra que en Veracruz, aunque un poco tarde, el tiempo de Mahler ha llegado.