Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Vía Correo Electrónico

Las células inmortales de Henrietta Lacks

Jorge Salazar García 17/04/2023

alcalorpolitico.com



Jorge Salazar García


La teoría celular postula que la célula es la unidad básica de vida que procede de otra célula. Los estudios sobre su reproducción, desarrollo y muerte han proporcionado información útil en cuestiones relativas a las enfermedades y envejecimiento del cuerpo. Veamos un poco más sobre ese ciclo celular.

Reproducción

El cigoto es la primera célula humana, surge de la unión del espermatozoide con el óvulo, cada uno aportan 23 cromosomas para sumar los 46 que toda célula debe poseer. Su estructura base se conforma de núcleo, membrana y citoplasma. Las actividades celulares se desempeñan conforme al programa contenido en los ácidos nucleicos ADN y ARN, dando origen a células especializadas en producir insumos (insulina, glóbulos) transformar, transportar, defender, construir, limpiar, eliminar desechos, comunicar, almacenar, etcétera. La energía empleada, esencialmente, proviene de múltiples reacciones bioquímicas o de otras moléculas. Esta maravilla de ingeniería biológica se reproduce dividiéndose en 2 células (mitosis), genéticamente idénticas a ella. Así surgen las células destinadas a “hacer” el riñón, el hígado, pulmón, etcétera. Al respecto, se descubrió en 1951 que la reproducción pudiera ser permanente, como se describe más adelante.

Desarrollo

A partir del cigoto las células se multiplicarán geométricamente (1, 2, 4, 8, 16). Aproximadamente a 20 días de la gestación, mediante la neurogénesis, comienza a construirse el sistema nervioso. Desde éste se coordinarán las instrucciones necesarias para desarrollar tejidos, órganos y sistemas del cuerpo. Sólo para darse una idea de lo anterior, a los 4 meses de embarazo se generan de 50 mil a 100 mil neuronas ¡por segundo! Esto ocurrirá con normalidad si el feto recibe los nutrientes adecuados.

Muerte celular

Gracias a la muerte celular programada (MCP), considerada natural, se eliminan las células dañadas, anormales y aquellas que concluyeron su ciclo. En el adulto ocurre para controlar la cantidad de células presentes en los órganos, eliminar células epiteliales y mejorar el sistema inmunológico. Tanto el exceso como la ausencia de MCP son dañinos. De ocurrir lo primero se presentarían enfermedades degenerativas tales como el Alzheimer, Parkinson, Huntington, esclerosis lateral, retinitis y otras. La no muerte, aunada a la reproducción anormal, conduciría al cáncer. La MCP (apoptosis), a diferencia de la necrosis (muerte producida por falta de sangre en los tejidos causada por radiación, lesión o químicos) no daña a otras células con los cadáveres desechados. Éstos se autodegradan y reciclan previa reducción de volumen, aislamiento y fraccionamiento para ser engullidas por los fagocitos, células especializadas en esas lides.

Sobre la inmortalidad

En 1951, teniendo 31 años de edad, la afroamericana Henrietta Lacks acudió al hospital de Baltimore, Estados Unidos, padeciendo sangrado y dolor abdominal. Se le diagnosticó cáncer cervical y murió ese mismo año. El ginecólogo que la atendió, Howard Jones, declaró en 1997: “Nunca había visto algo similar ni lo he vuelto a ver jamás. No era un tumor normal”.

Otro doctor, George Gey, quien había pasado 30 años buscando curar el cáncer, tuvo acceso a las células de Henrietta guardadas en el hospital John Hopkins y descubrió que se reproducían indefinidamente, como ninguna otra. Hasta hoy siguen siendo las únicas células “inmortales” que continúan reproduciéndose cada 24 horas en los laboratorios biológicos de todo el mundo. Su estudio contribuyó a desarrollar la vacuna anti-polio, la clonación, desvelar secretos del cáncer, desarrollar fármacos contra el herpes, depresión, leucemia, hemofilia, enfermedades sexuales, apendicitis y, por supuesto saber más sobre la longevidad humana.

Basados en lo anterior, los millonarios (Elon Musk (Tesla), Jeft Bezoz (Amazon), Sergey Brin (Google), Peter Thiel (PayPal) han invertido en laboratorios científicos de Silicon Valley para financiar “Tecnologías de reprogramación” esperando poder rejuvenecer células y conocer el secreto de la vida eterna para el año 2050. Lo primero es factible, lo segundo no, al menos que de un ciborg se trate. Sólo en un universo sin entropía los ciclos se detendrían y cesarían lo cambios. Así como el cambio es inherente a la evolución, la muerte lo es a la vida. No obstante es posible lentificar conscientemente el proceso de envejecimiento. La inmortalidad es una paradoja, ya que no morir sería no vivir pues no habría evolución. Este asunto ha sido tratado por escritores y llevado al cine. Le sugiero lea el libro o vea la película “El retrato de Dorian Grey” o “El Secreto de Adeline” relativas al tema.

Uno para todos y todos para uno

El estilo de vida occidental fundado en el individualismo y la codicia, al fomentar el miedo irracional a envejecer, a la muerte y a la enfermedad, mantiene a la gente ensimismada, aislada de los demás, estresada, consumiendo placebos, venenos y aumentando su angustia existencial. Obsesionarse en ser jóvenes por siempre expulsa del presente a las personas, anclándolas en tiempos inexistentes convocando emociones y pensamientos negativos que generan la enfermedad y aceleran el desgaste corporal.

Sin duda, el cuerpo debe cuidarse aprendiendo a escuchar sus llamados, alimentándolo sanamente y haciendo ejercicio. Los aparatos no son necesarios, simplemente caminar y respirar más al aire libre mejorará su vida. Levantarse temprano sin ansiedad*, tender la cama, hacer algunas flexiones inyectan energía al cuerpo. Excluir de la dieta diaria los productos industrializados chatarra es fundamental. La relación con lo demás es irrenunciable pues somos seres mutuamente complementarios. Recuerde que desde la concepción al nacimiento nos alimenta la sangre materna y, del parto hasta el último aliento, nos nutren los alimentos, agua y aire que llevan incorporadas las células desprendidas de quienes nos rodean. Inevitablemente nos nutrimos tanto del que nos odia como del que nos ama. El espíritu humano vive tanto en una sola célula como en la humanidad entera.

El poder de la consciencia

Nada es fácil siendo abrumados por la parafernalia consumista. Afortunadamente disponemos del libre albedrío para cambiar sus paradigmas castrantes de la solidaridad humana y del respeto por la naturaleza. Aceptando lo que afirma la Teoría Sintérgica de Jacobo Grinberg, la realidad es una construcción de nuestros pensamientos y experiencias. La Física Cuántica ha probado que la percepción de esa realidad depende de la experiencia personal de cada individuo. Disponemos, conforme el nivel de consciencia y experiencial alcanzados, de la facultad de modificar el estado del cuerpo. Tal facultad puede ser potenciada practicando sencillas técnicas ancestrales, chamánicas, yoguis o místicas. Previo entrenamiento, es posible canalizar energía hacia las células y controlar movimientos autónomos (respirar, presión arterial). Abandonar el cuerpo a la deriva por flojos o desidia es dejar de aprender, atrofiarlo y caer en el llamado “Síndrome de desuso” detonando la frustración existencial. Nada se pierde con intentar influir en las células para desacelerar la entropía y vivir más plenamente el presente. Durante el proceso podría romperse el paradigma heredado de que debemos morir decrépitos, inútiles y enfermos. Tal vez Shankara, sabio hindú que subía a brincos las escaleras a los 85 años de edad, tenía razón al decir que envejecemos y morimos porque vemos (angustiados) a otros envejecer y morir.

Dejar de pedir para satisfacer el ego y abrazar agradecidos (a Dios-Universo-Naturaleza) una causa que beneficie a quienes sin saber nos alimentan con sus células es atraer el bienestar del cuerpo y del alma.

*Tengo una técnica disponible para quien la desee y la pida al correo [email protected]