Los lechos secos de los ríos y el polvo que cubre las laderas es la primera señal de advertencia. Aunque pronto llegarán las lluvias, los cerros de la región de las Altas Montañas no están listos para recibirlas, señaló Ricardo Rodríguez Deméneghi, activista de la organización “Salvemos al Pico de Orizaba”, quien advirtió que el agua que se espera podría desatar desastres naturales.
Mencionó que desde hace 6 años, la región enfrenta una sequía sostenida. Los mantos freáticos no se han recuperado y la vegetación que los protegía está desapareciendo. El calor rompe récords y el suelo, sin raíces que lo sujeten, empieza a ceder. “Los cerros ‘blancos’ son un signo de alarma: ya no hay cobertura vegetal. Esas tierras están listas para deslizarse”, advirtió.
Comentó que se tienen identificados 69 sitios que se pueden convertir en puntos críticos para deslaves, muchos de ellos a lo largo de la carretera Zongolica-Tehuipango y en comunidades como Maltrata, Tlalpan y Tonalixco. Son caminos que cada día usan cientos de personas, ahora en potencial riesgo”, añadió.
La paradoja es brutal: la lluvia tan esperada puede convertirse en tragedia. “La madre naturaleza busca su equilibrio –reflexiona el ambientalista– y ahora pagamos las consecuencias de haber explotado sin control nuestros recursos”.
La crisis no es futura: es presente. El llamado a las autoridades y a la población es urgente. No sólo se trata de esperar el agua, sino de prepararse para recibirla en tierras que ya no tienen cómo sostenerse.