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Sección: Estado de Veracruz

Niegan que padre de menores asesinados en Coatza se relacionara con crimen

- “Eran cristianos, a sus hijos los llevaban a predicar”, dijeron familiares de los Martínez Pech

- Gobernador aseguró que habría Fiscal Especial por el crimen pero ninguna autoridad se ha comunicado

- Los padres y los cuatro menores asesinados fueron sepultados en el panteón Lomas de Barrillas

Elizabeth Avi?a Coatzacoalcos, Ver. 26/06/2017

alcalorpolitico.com


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Allegados de la familia Martínez Pech, que fue asesinada este fin de semana en Coatzacoalcos, desmintieron que el padre, Clemente Martínez, hubiera estado inmiscuido en hechos delictivos tal como lo aseguró el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.

Durante una charla, dieron a conocer que pese a que el Mandatario declaró que hay un Fiscal Especial para atender el caso, hasta el momento nadie se ha comunicado con ellos para hablar del tema o informarles sobre avances en las investigaciones.

"Es mentira lo que dicen, él vivía al día y la pasaba difícil para mantener a sus cuatro pequeños. Pediremos justicia por el asesinato. Él (Clemente Martínez) me había pedido que le regalara una biblia y un diccionario bíblico, porque estaba estudiando con su familia, se reunían, eran cristianos; a sus hijos los llevaban a predicar. La familia era cristiana, él taxista”, dijo.

Este lunes, la familia Martínez Pech fue sepultada en el panteón Lomas de Barrillas de Coatzacoalcos, luego de que los seis integrantes fueron asesinados a balazos, incluyendo cuatro menores de entre seis y tres años de edad.

Los restos de Clemente Martínez y Martidiana Pech, de 38 años de edad y los menores Guadalupe, de seis años, Daniel de cinco, Ángel de cuatro y Joselín de apenas tres, fueron velados en la funeraria más lujosa de la ciudad, Casa Maram; trascendió que los gastos fueron pagados por el Gobierno municipal.

Los familiares de las personas fallecidas salieron de la sala velatoria cerca de las 13:00 horas y el cortejo fúnebre transitó por todo el Malecón hasta llegar al panteón, ubicado al poniente de la ciudad.

Uno a uno, los seis féretros fueron acomodados en la sala de descanso del camposanto. Aunque hubo pocas personas, el llanto y los gritos de dolor no se hicieron esperar.

“¡Algún día te voy a ver allá, mi niño hermoso!”, “¡Mi Clemente, mi hijito”, “¡Ay mi niño hermoso, precioso!”, era parte de lo que decían los presentes.

Tras permanecer varios minutos despidiéndose, los féretros fueron llevados hasta su última morada.

El llanto y los gritos fueron constantes, incluso un pequeño de cinco años logró despedirse de uno de sus compañeritos del kínder, quien perdió la vida en este aterrador crimen.