La luchadora social, Rosario Ibarra de Piedra, fue sepultada este domingo en el Panteón Dolores de Monterrey, Nuevo León, en compañía de familiares y amigos.
Doña Rosario dedicó 48 de sus 95 años a buscar sin descanso a cientos de víctimas de desaparición forzada, entre ellos su hijo Jesús Piedra Ibarra, un joven guerrillero de la Liga 23 de Septiembre, desaparecido el 20 de enero de 1974.
En punto de las cuatro de la tarde, la carroza que llevó los restos de Doña Rosario, seguida por unos diez vehículos, entró al Panteón Dolores, por un corredor en que a la sombra de los árboles, ya esperaban entre 20 y 30 personas para presentarle sus respetos y darle el postrero adiós a la pionera en lucha por la presentación de los desaparecidos políticos, los derechos humanos y las libertades democráticas.
Su hija, Claudia Piedra Ibarra, agradeció a los presentes que acudieron a despedir a su madre. Sin rodeos, expresó que si bien el gobierno de Andrés Manuel López Obrador “ha hecho mucho por el país”, le queda mucho por hacer y asentó que “no puede haber transformación verdadera mientras persista el problema de los desaparecidos políticos”.
Recordó que su madre le pidió al presidente Andrés Manuel López Obrador “que le entregara la verdad de mi hermano (Jesús Piedra) y los demás desaparecidos y no ha cumplido”.
Señaló que la práctica de la desaparición ha ido como ola creciendo en el país “y esa incapacidad, esa insensibilidad de ver en las autoridades de todos los tiempos y también ahorita, que están obligados a saberlo, no da respuesta efectiva a esto, no saben exactamente todo el daño que han hecho, todo el daño que han causado y sobre todo porque no se ha logrado detener en sí la desaparición forzada, siguen las ejecuciones, siguen actuando con impunidad”.