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Sección: Estado de Veracruz

Para asesores solidarios del IVEA y CONAFE, no hubo festejo ni regalos, pese a ser alfabetizadores

- El único reconocimiento obtenido es el agradecimiento de los adultos a quienes enseñan a leer y a escribir

- Su pago es una beca de la que toman recursos para desplazarse a comunidades marginadas

- No tienen salario ni prestaciones ni escritorios, quizá porque apenas terminaron su formación básica

Irineo P?rez Melo Xalapa, Ver. 16/05/2014

alcalorpolitico.com

La celebración del “Día del Maestro” pasó desapercibido para los casi 10 mil asesores solidarios del Instituto Veracruzano para la Educación de los Adultos (IVEA) y los asesores comunitarios del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE).

Para ellos no hubo eventos masivos ni reflectores, mucho menos ceremonias en las que estuvieron funcionarios y líderes magisteriales para otorgarles testimonios de reconocimiento. El único reconocimiento obtenido fue el agradecimiento de los usuarios que atienden, por el solo hecho de iluminarles el sendero con la luz del conocimiento.

De manera informal, por no tener formación normalista, estos personajes ofrecen los servicios educativos a personas mayores de 15 años que no saben leer o escribir, así como a menores que habitan en comunidades de alta y muy alta marginación que no pueden acceder a una escuela regular.



En el caso del IVEA, dirigido por Socorro Sandoval Vázquez,los asesores solidarios, son figura establecida en las reglas de operación del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), tienen como función sustancial atender a las personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir, estimándose que en la entidad se tienen más de 600 mil adultos analfabetos.

Los asesores solidarios, según el Acuerdo 662 por el cual se emiten las Reglas de Operación de los Programas Atención a la Demanda de Educación para Adultos (INEA) y Modelo de Educación para la Vida y el Trabajo (INEA), signado por el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor, son personas provenientes de la sociedad civil que, voluntariamente, sin fines de lucro y sin establecer ninguna relación laboral con el INEA, con sus delegaciones o con los IEEA, participan a través de los patronatos que conforman la red solidaria, apoyan las tareas educativas, de promoción u operativas, en beneficio directo de las personas jóvenes o adultas atendidas en el programa de abatimiento del analfabetismo.



En la entidad veracruzana, durante la pasada administración estatal y ante el problema creciente del analfabetismo, se estableció un programa de abatimiento a este rezago educativo, para lo cual los estudiantes de los diferentes subsistemas de Educación Media Superior casi fueron obligados a brindar servicio comunitario, enseñando el alfabeto a personas que no sabían leer ni escribir.

Los estudiantes del nivel de bachillerato, incorporados como alfabetizadores, que sí atendieron a este llamado de la autoridad educativa correspondiente, ni las gracias les dieron, mucho menos se les informó si su esfuerzo fue satisfactorio. Sólo sirvió de mero trámite para inflar las estadísticas de abatimiento del analfabetismo en Veracruz.

En el caso de los asesores comunitarios del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), en Veracruz,

a cargo de Francisco Herrera Jiménez, muchos de ellos con estudios de secundaria o de bachillerato, ofrecen el servicio de educación básica a niños y jóvenes de escasos recursos que viven en comunidades altamente marginadas y que no tienen acceso a una escuela regular.

A través del pago de una beca, porque muchos de estos instructores son de familia de escasos recursos, tienen que recorrer largas distancias para llegar a comunidades de menos de 100 habitantes, en donde en aulas improvisadas sin los mínimos servicios o bajo los árboles, atienden a niños en los niveles de preescolar y primaria, en algunos casos de educación secundaria.



Este organismo educativo descentralizado atiende a más de 35 mil alumnos de comunidades rurales e indígenas de la entidad en estos niveles educativos, a través de cerca de 4 mil 500 jóvenes, que sin contar con la formación docente, fungen como docentes en lugares en donde un profesor normalista no quiere acudir, “porque no estudió para estar en ese tipo de escuelas”.

Vaya pues, desde este espacio, aunque un poco tarde, nuestra felicitación a estos héroes anónimos, que con sus acciones enaltecen la labor del magisterio.